jueves, 9 de julio de 2009

DOBLADITAS

La sensibilidad de la gente está, sobre todo, en lo que le duele. Y una se enorgullece de ser convecina de personas sensibles, aunque en muchas ocasiones no sepa como atajar su sentimiento, su dolor. En mi caso, la única forma de hacerlo es permitirme el desahogo de escribir lo que sigue.
Anoche me llamó una señora de San Juan. Habitualmente camina, como muchas otras personas, a lo largo de la Avenida, que viene a ser "la avenida del colesterol" sanjuanera al caer la tarde. No es el caso, supongo, porque es una persona delgada, pero ella, como muchas otras personas, conoce el beneficio de caminar. La señora me llamó hacia las diez de la noche. Angustiada, casi llorando. No sabía a donde acudir y se acordó de mí. Y me contó que los árboles de la Avenida estaban dobladitos. Esa es la palabra que empleó. Se refería, en términos canarios, a que estaban secos, porque ha hecho mucho calor, y dobladitos. No les cae una gota de agua a aquellos jardines desde la última vez que llovió. Nada de riego municipal. Como un sarcasmo, en aquellos jardines se instaló, hace unos meses, riego por goteo. No sabemos si no se hizo la instalación completa, pero por aquellas mangueritas no ha corrido nunca el agua. Y se quejaba amargamente, queja que hemos recogido de otras vecinas en otros lugares del pueblo, que no siquiera podían los vecinos acercarse con un cubito de agua para mitigar la sed de las plantas. Porque en alguna ocasión los gobernantes han mandado a la policía a reprimir esas libertades de vecinos y vecinas regando jardines públicos. Me levanté y bajé a la Avenida. Y efectivamente. Los árboles estaban dobladitos, tronchaditos. Sus ramas clamaban, imploraban compasión en forma de líquido elemento.
Cuando subí a San José, los "balayos" recién instalados acunaban unas flores casi secas, secas del todo en alguno de ellos. Cien plantas recién instaladas en unas jardineras elevadas, puestas más que para contener flores, para que sirvieran de soporte a las banderolas varias donde AIS-CC anuncia sus ocurrencias. Y entendí el dolor de la señora. Lo entendí y lo compartí. Pobres plantas, pobres árboles, pobres habitantes de San Juan de la Rambla. Pobre pueblo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy emotiva la entrada, la pena que me da es que es cierto que toda la vegetación de este pueblo está igual, no hay ninguna que se pueda decir Dios la guarde.

Anónimo dijo...

Ironías de la vida... por abajo las hiebas crecen sin que nadie las corte y las adecente. Luego plantan jardineras volantes encima mismo de dónde están las hierbas creciendo.
¿Dónde deposito mis ojos?. En las hierbas salvajes y sin cortar o en la jardinera que está encimba?
Señor, Señor...danos paciencia para soportar tanta vergüenza...

Anónimo dijo...

Yo diría algo más. ¿Por qué ahora se le antojan poner estas jardineras colgando si las que están de hace años no las atienden, no las riegan, no las cuidan? Creen ellos y ellas que poniendo esto, según dice u concejalucho que es "para enbellecer", ¡¡pero que le pasa a estos y estas", como vas a hacer tal cosa si las que tenemos están abandonadas?
Por favor, sólo le pido a estos y estas desgobernantes que piensen las cosas y consecuencias antes de tener las iniciativas.