viernes, 16 de septiembre de 2016

CENSURA EN GRANADILLA: UNA RAYA MÁS AL TIGRE


Con mi solidaridad a mi compañero Jaime y su equipo de gobierno

La moción de censura en Granadilla, como las precedentes que han quitado de en medio a alcaldes o alcaldesas (socialistas, casi siempre), es un acto injusto. No hay que confundir a nadie y hay que ser claros. La argumentación de una mala gestión para quitar de la alcaldía a un alcalde o alcaldesa es sólo una excusa. Lo es porque ni por gestión, ni por tiempo, ni por los resultados posteriores de los gobiernos sustitutorios se justifica o se ha justificado en el pasado. Lo que se produce, y lo sé en carne propia, es un linchamiento personal para justificar un abordaje al poder. Una estrategia para quitar de en medio a alguien molesto para ciertos intereses. Quizá porque es mejor echar a la gente que trabajar conjuntamente para fortalecer las políticas hechas para las personas y los territorios. Denuncias, engaños, falsos testimonios, mentiras y calumnias… todo vale para sacar a alguien del lugar donde los vecinos han decidido ponerlo. La excusa de la falta de gestión municipal no vale cuando hay gestores que han transformado sus respectivos pueblos o que no han tenido tiempo material de hacerlo. Algunos creen que la “legalidad” de una moción de censura puede sustituir a la voluntad popular manifestada en las urnas. Son mociones de censura que no responden a un proyecto ni a un interés general (no es necesario presentarlo, sino poner un nombre como sustituto) sino a la suma de distintos intereses particulares. Por eso, no es fácil que estos grupos de intereses o interesados lleven a buen puerto la gestión municipal, y lo que ocurre a continuación es una vendetta y una paralización de los proyectos recientes heredados, lo que supone una regresión en el desarrollo municipal. Saben que hablo con conocimiento de causa, y que los hechos nos dieron la razón a quienes sufrimos una moción injusta que no respondía a los intereses de los vecinos. Lo único que les une es ejercer el “quítate tú para ponerme yo”; en la mayoría de los casos, quitar al PSOE del gobierno. Una vez que ese objetivo desaparece, todo se desmembra y la unión, que es muy frágil, se rompe. Los territorios y las personas necesitan estabilidad. Necesitan, sobre todo en épocas convulsas, gobiernos con mayorías suficientes para corregir las situaciones de desequilibrio, gobiernos estables que den cobertura a todo el municipio. En el caso de SJR, en el pasado próximo, un gobierno que, en lugar de dividir aún más al municipio, lo cohesionara. Pero tras una situación traumática, como una moción de censura, la posibilidad de tomar decisiones que necesitan la unión sin fisuras para los grandes temas municipales, se aleja. Se alejan los consensos, las cohesiones necesarias para sacar territorios y personas adelante. Porque no se puede, a la vez, destruir y construir. Los grupos que eligen destruir, eliminan de su vocabulario la palabra construcción, con todas sus consecuencias. Hablamos de proyectos de desarrollo, de presupuestos, de planificación a medio y largo plazo.  Todo eso se convierte en agua de borrajas en un clima de enfrentamiento y de destrucción. Total, nada que beneficie a quienes nos ponen dentro de las instituciones para que los representemos. Y todo esto, sin hablar de la lealtad de cumplimiento de un pacto en cascada que se ha incumplido en Canarias demasiadas veces por uno de los socios. Mala cosa. La deslealtad y el no pensar en las personas y en los territorios sino en qué hay de lo mío. Así nos va. 

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