TONTOS DEL CULO

Este artículo lo ha escrito una experta en protocolo, María del Pino Fuentes de Armas. María del Pino nos ilustra con sus conocimientos todos los lunes. Se ha publicado hoy en El Día. Cuando lo lean, entenderán por qué empiezo diciendo que me gustaría haberlo escrito yo... Pero conociendo como conozco a María del Pino, su buen hacer y su profesionalidad, sé que me perdonará por la osadía de tomar prestado su texto y que me lo permitirá....


MARÍA DEL PINO FUENTES DE ARMAS
Tontos del culo
1/sep/08 07:02

CREO que una de las escasas profesiones para la que no hace falta tener el bachillerato en España es la de concejal, esto dicho siempre con el debido respeto a las, afortunadamente, muchas y honrosas excepciones. Elección tras elección, los acostumbrados a chupar y a figurar en los saraos varios nos piden el voto y con ello otra oportunidad para seguir rizando el rizo. Renuevan sus promesas de hacer mil cosas con la excusa de la falta de tiempo, de una ayuda prometida que no llegó, de una cesión de terreno que no se materializó y de las trabas que puso la oposición a los proyectos que no se culminaron. Son unos encantadores de serpientes que nos hipnotizan, personajes sagaces que estudian estratégicamente su territorio, dinamitándolo a través de pequeñas concesiones capaces de convertirles de nuevo en amos y señores del feudo.
Una vez atrincherados tras otros cuatro años, hacen gala de su mala educación, de la ausencia de maneras y del desconocimiento de los principios elementales de la gramática y la sintaxis. Son los que hablan de los ciudadanos y las ciudadanas, poniendo la @ preocupados por el lenguaje sexista. Se les llena la boca cuando hablan de la importancia de dar oportunidades a la gente que es de allí, tienen la memoria histórica confundida y persiguen tanto a los ricos del pueblo, a los de cuna, que parece que sean los culpables de su falta de conocimiento en materias tan necesarias para ejercer la representación de los ciudadanos como son: la economía, el derecho y hasta el protocolo. En resumen, son unos cantamañanas, o como dice mi padre, unos tontos del culo.
De poco nos sirve vivir en democracia, pues estos individuos hacen alarde de las llamadas "tradiciones del lugar" hasta convertirlas en un esperpento que contamina los más elementales principios democráticos. Su actitud suele ser sectaria, ignorando el respeto por el adversario, envenenando con el cuento de la solidaridad todo lo que tocan, haciendo patente su incultura, pero, sobre todo, su capacidad de empañar cuantas acciones nobles puedan emprenderse. Van en contra de todo aquel que no le haga el coro en sus hazañas, siendo capaces de acabar con la reputación de cualquiera con tal de permanecer en el poder. Son abogados de sequero, leguleyos, acostumbrados a las triquiñuelas y amparados en que nadie en los pueblos pide cuentas. Creo que se atreven a tanto porque todo lo ignoran, y porque le han cogido el tranquillo a la impunidad de este país, así que ya va siendo hora de exigir más a nuestros gobernantes. Es divertido ver sus expresiones cuando los técnicos les hablan como a iguales, con su mismo lenguaje, creyendo que están ante gente medianamente preparada, y resulta que en el turno de preguntas descubren por la forma de la exposición que balbucean como niños de primaria...
Se dice que cada pueblo se merece la historia y los dirigentes que tiene, pero me resisto a que la incultura, la cobardía y la estupidez sigan en el poder. A que imbéciles, astutos y analfabetos, con disposición innata a medrar y a sobrevivir sigan en el edén. Espero que la añada de políticos preparados que está llegando a las instituciones, casi todos con varias titulaciones universitarias, nos aporten algo de esperanza y que se decidan de una vez a tomar el relevo a esta generación de viejos elefantes, algunos acusados de ser trileros profesionales, entre los que hay herederos del franquismo y de la clandestinidad, quienes, por mérito de la Transición, se convirtieron en mediocres asalariados de partido para no trabajar en su vida, careciendo de oficio o plaza a la que volver.
Esta gente, con dignísimas excepciones, al permanecer tanto tiempo en los cargos, se olvida del mundo real, se vuelven autistas y no ven más allá de los comentarios de sus amiguetes, de la gentuza que contribuye a infectar la más que valiosa democracia española. Se tiene que acabar con los nuevos amos de España, con esas manos sucias especializadas en el manejo de presupuestos o en la programación continua de reuniones de trabajo cuyas conclusiones no llevan a nada, tan sólo a amedrentar a los trabajadores, a presionarlos para que rindan más, sin reconocer que su falta de preparación es la que no deja evolucionar a la institución.
El concejal que aquí retrato es peligroso en política, se vuelve tránsfuga por nada, amenaza con cambiar de grupo si algún compañero de partido cuestiona su gestión y es, al fin y al cabo, el amo del corral. Habla continuamente de oportunidades, cambios sociales y proyectos; de buscar subvenciones y de lo poco que trabajan los demás; se queja de recursos, interfiere en la labor de otras concejalías, pero, sobre todo, hace oído a cualquier chisme que llega, ejerciendo de correveidile, con esa mentalidad de patio de vecinas pueblerino que inspiró el grupo escultórico de "Las chismosas" en la plaza del Carmen de Camagüey, Cuba.
A la pléyade de reyes, aristócratas, sacerdotes y militares que, según la historia, han llevado a España de miseria en miseria, humanos al fin y al cabo que a pesar de sus riquezas, credos y balas, murieron cuando les tocaba, se suma esta nueva clase social o casta que, a fuerza de impuestos, a veces mal administrados, nos sigue sacando la sangre. Cambian los nombres y sus collares y en este país se sigue medrando y gobernando con mucha desvergüenza, pero sobre todo incultura.