martes, 24 de febrero de 2009

Y UNA ACUSACIÓN: DON MARCOS ES NARCISISTA



Cuenta la leyenda que Narciso era hijo de un río y de una ninfa. Y por lo visto era un niño muy guapo.
Narciso fue creciendo, y pronto fue un joven apuesto. Lo malo es que rechazaba el amor que le ofrecían y permanecía insensible al cariño de los demás. Sólo estaba pendiente de sí mismo. Así fueron pasando los años hasta que un día de mucho calor, después de una cacería, el muchacho se detuvo en una fuente para refrescarse. Al inclinarse para beber, Narciso vio su imagen reflejada en las aguas..., y se enamoró perdidamente de su propia figura.
Y allí se quedó Narciso, días y días, semanas y semanas, indiferente a todo lo que le rodeaba. Y allí, inmóvil como una estatua, absorto en su propia contemplación, se dejó consumir por el hambre y la soledad hasta desvanecerse y caer sin vida sobre la hierba.

Esta vieja leyenda ha dado el nombre de narcisismo a esa ingenua vanidad de quienes ante el espejo alimentan sin cesar la admiración hacia sí mismos.
La tragedia de Narciso tiene otras formas mucho más corrientes, más a nivel de calle. Aparece como un idealismo, ingenuo y perezoso a la vez, que inunda los afanes de muchas chicas y chicos jóvenes. Están llenos de proyectos: van a ser grandes genios, egregios artistas, creadores incomparables...; y a continuación confiesan que van mal en sus estudios, que jamás leen un libro, que no saben lo que es madrugar. Lo malo es cuando esto se prolonga hasta la madurez, como le ocurre a don Marcos, que sigue pretendiendo pasar por joven cuando ya debía comportarase como un señor. Aunque él parece estar afectado del denominado por los psicólogos "síndrome de Peter-Pan", es decir, parece que se niega a tener comportaminetos adultos, es decir, a tener mecanismos de regulación de su conducta.
Estas personas piensan que están llamados a ocupar puestos preeminentes, que están destinados a ser como aquel gran empresario que se hizo a sí mismo en unos pocos años y ahora es inmensamente rico. Imaginan que triunfar en la vida es un camino sencillo, de sueño azul, glorioso, placentero y gratificante.
Van por la calle como conquistadores y seductores, imaginando las miradas de admiración, las miradas de envidia, que sin duda les dirigen los conductores, los peatones, las mujeres, los maridos, todos.
Un día reciben un halago (quizá de cumplido) por algo que han hecho, y en seguida creen ser un genio mundial, un superhombre. Y se comportan como piensan que corresponde a un genio así, de forma anárquica y distinta, como un hombre al que poco queda que aprender y que vivirá con sólo sacar un poco de partido a su inmenso talento.
Pero la vida no suele ser así. Porque la realidad es terca. Y deben comprender que para hacer cualquier cosa seria en la vida, hay mucho que trabajar, mucho que aprender, mucho que tachar. Que nunca podrán crear si anteponen hoy sus sueños a la realidad. Quizá convenga recordarles aquello de Thomas Edisson de que el genio se compone de un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración, de sudor, de trabajo.
Es cierto que hay que tener ideales altos, pero tan importante como tener grandes proyectos e ideales es aprender a traducirlos en una lucha ordinaria de la dura realidad de cada jornada, porque hay demasiado idealista que se ha dejado ganar terreno por los halagos de la vanidad o la simpleza.
La vanidad les lleva a creerse algo distinto a lo que realmente son. Este tipo de vanidoso piensa que hace maravillas y se siente herido si los demás no lo valoran. El hechizo de la vanidad los problematiza y sufren tremendamente. El mejor remedio es un poco de realismo,
Yo a don Marcos le diría que comprenda que los genios suelen ser inteligencias trabajadas por un estudio profundo; que abra un poco los ojos y descubra las cualidades de los demás, que es una excelente forma de aprender; que la realidad del municipìo no es pasar horas ante el espejo y presumir de chaval o de musculitos; que rechace, para sí y para otros, el engañoso halago de la adulación (propia o ajena) y que comprenda que el objetivo de la vida no puede ser algo tan pasajero como la opinión ajena o el brillo de los aplausos.
Los personajes famosos, esos que saborean las mieles de la gloria, cuando son un poco sensatos —y sinceros— reconocen que sólo con esas satisfacciones no se puede llenar una vida. Que vale más un poco de cariño que todos los aplausos del mundo. Que, a veces, han logrado todos esos aplausos pero, en esa lucha, han perdido el cariño de los suyos, y están tristes. Don Marcos ha perdido mucho en esta empresa, y sólo ha ganado dinero (mucho, todos los meses) y alimentar de forma absolutamente desmesurada su ego personal. Nada de humildad, si alguna vez la tuvo, nada de trabajo, nada de esfuerzo, nada de nada. Sólo fatuidad y narcisismo en grado sumo.

Al final, aunque sé que no le hará mella lo que digo, a lo que hay que aspirar es a ser buena persona y a ser coherente con uno mismo. También se puede desear que los demás lo crean así, y lo valoren. Pero esto último ya es más difícil y, sobre todo, menos importante. Muchas veces hay que contentarse —y no es poco, es lo principal— con estar satisfecho con uno mismo. El aplauso que importa y que de verdad satisface es el que proviene de nuestro interior, de la conciencia de la obra bien hecha.
Y en este momento, y según sus obras y su comportamiento, esto último está bien alejado de don Marcos. Y es una pena, porque nos representa. Triste representación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo más importante y ha dado usted en el clavo: Estar satisfecho con uno mismo y con su interior". Pero ésto no es posible en personas arrogantes y con falta de humildad. ¿Pedir peras al olmo?.

Anónimo dijo...

Por sus obras los conoceréis... bien conocido que es en San Juan de la Rambla y fuera de este municipio.Pero eso no le hace mella, tan atraído está de si mismo y tan absorto en sus posturas artificiales que no se da cuenta que ha caido en un ridículo espantoso capaz de generar rechazo en los que valoramos lo más simple, lo más sencillo y no en la lisonja ni en lo artificial. Las fotos las podemos hacer y sacar, hoy en día, todos. Y cualquiera puede tener una cámara hoy en día. ¿qué le queda? ¿seguirse sacando fotos para mostrarlas?. En fin, por sus obras los conoceréis...