domingo, 20 de agosto de 2017

VENEZUELA: EL MEJOR REGALO, EL DEL CORAZÓN



EL MEJOR REGALO, EL DEL CORAZÓN
Recuerdo la llegada de nuestros hermanos venezolanos para pasar aquí las vacaciones. Venían por una fecha mágica de cuarenta y cinco días. En ese mes y medio, que se les iba volando, les daba tiempo de saludar a familiares y vecinos, que venían de visita a recabar información directa de los suyos, que en muchas ocasiones les mandaban algún presente. Aparte de las memorias (bella palabra que se usaba en lugar del actual "recuerdos": tu hermana te manda memorias), traían café en grano, muchas veces sin tostar, polvos de lavar, medias y artículos de nylon, cortes de trajes, cosméticos, maquinillas de afeitar, plumas y bolígrafos, alguna máquina agraria... chicles Adams y chocolates y caramelos Savoy. Tras la visita obligada, donde los que venían solían portar viandas que ayudaban a la exigua economía familiar a darle al recién llegado un modus vivendi similar en consumo al que dejaba atrás, y que aquí suponía todo un lujo (cervezas, refrescos y zumos, fruta enlatada y bizcochos mandados a hacer con huevos amorosamente juntados), el indiano tenía tiempo para acudir a las fiestas del pueblo, realizar algunas giras que incluían la vuelta a la isla en un coche pirata apalabrado para la ocasión, y muchas veces buscar esposa. Los cuarenta y cinco días acababan en un santiamén. Atrás quedaba la pena, y algún chocolate Savoy administrado con mucho tiento. Porque para el que venía, era un pequeño objeto de consumo más, que traía para compartir con los pequeños de la casa. Para los que lo recibíamos, era un pequeño tesoro.
Ayer recibí un regalo con corazón. Una persona, recién llegada de allá, vino con una pequeña tableta de chocolate Savoy. Ahora, allá es casi un tesoro. Aquí, como en aquella época allá, hay cientos de marcas de chocolate. Pero la tableta de Savoy de ayer, traída de la manera que sabemos, es uno de los regalos más preciados que he recibido. Es un tesoro allá, por el coste, y aquí por su significado. La partí y repartí entre los que me rodeaban, resaltándoles su valor añadido. Repartir y valorar el regalo del corazón y recordar a los hermanos venezolanos es todo lo que puedo hacer. Y compartirlo con todos ustedes. Gracias, Venezuela.

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