Esta madrugada nos despertábamos con la noticia de la entrada de lo que parecía un cayuco con marroquíes por la playa de la Manguita. Lo cierto es que la sorpresa para mí fue mayúscula. Ni con calima se entendía la deriva de una embarcación hasta llegar a una perdida cala del norte de la isla. Poco a poco, las noticias y la presencia de numerosos efectivos de la Guardia civil pusieron las cosas en su sitio: no era un cayuco al uso, sino una embarcación, y los ocupantes no eran inmigrantes, sino simples presuntos contrabandistas de droga. Pues que quieren que les diga: entre los cayucos de inmigrantes y lo que luego fué, prefiero los primeros. Personas valientes, que se lanzan a la mar para buscar mej0orar su vida y la de sus familias, como lo que hicieron, en fechas tan cercanas que aún pervive el recuerdo y las personas, nuestras familias, en lugar de personas que trafican con la salud y con la muerte de nuestros paisanos.
No obstante, espero que esta misma reflexión la haga el alcalde nuestro, aquél que nos avergonzó con manifestaciones xenófobas que incluso ocuparon páginas en medios de comunicación, como muestra de su falta de sensibilidad. Más que nada porque desmarcarse del tráfico de drogas sí que sería un punto. Y nunca se le ha oido decir nada sobre eso. Por algo será,
1 comentario:
no hay nada que decir de un niño inmigrante que en la acera del ayuntamiento está siendo explotado (no tiene otro nombre), parav ender cositas. ese niño debe estra estudiando o jugando.
nunca trabajando.
y donde está el supermarcos?
y el P.R.I.M.O. con su cámara al hombro?
y todos los hombres de paco.
eso da verguenza.
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