LA GRAN COMILONA

Un anónimo nos cuestiona nuestra entrada sobre Calu por cuanto no fuimos invitados los socialistas a la comida que siguió a la función del santo. Ya dije en otro momento lo que pensaba de esa comida. No sólo es un momento pésimo para hacer ostentación de gasto de dinero público en comilonas, sino que creo firmemente que podría haberse resuelto de otra forma. Entiendo que no está mal que se pague la comida de aquellos que han hecho posible la fiesta (comisión, curas, `personas que han colaborado de una u otra forma... ) porque lo han hecho "por amor al arte". pero los concejales cobran. y por ello, deben pagar por su comida en un momento como el actual. Es más, si se invita a otras personas ajenas a la organización y los actos de la fiesta, quienes invitan deben pagar su comida y la de sus invitados. Tanto no es, y sobre todo, así ese dinero sí que podría dedicarse a Servicios Sociales. Es decir, que dedican a Servicios Sociales un dinero inexistente (el de la feria que no tuvo lugar) y no dedican el que sí existe, el de las comilonas con las que se obsequian el grupo de gobierno a sí mismos. Eso, al menos, hubieramos hecho los socialistas: pagar de nuestro salario nuestra comida y a lde nuestros invitados.

Y no se cortan un pelo. Mariscadas, puros de marca, etiqueta negra... El problema es que tanto lujo se paga con dinero público. Y las facturas no se muestran, pese a que los socialistas lo hemos solicitado, porque algo tienen que esconder.

Es decir, que en plena crisis, y a imitación de la vieja y gran película de Marco Ferrari, protagonizada por Marcelo Mastroianni, y salvando las distancias, éstos se encierran con sus invitados, muchos más y de otra índole que en el cine, para realizar una suerte de suicidio, no gastronómico, sino, así lo esperamos, político, como final de una época casi finiquitada, marcada por el exceso. Que así sea.