Este artículo mío sale hoy en La Opinión. Una sociedad que no valora a sus docentes está condenada al fracaso escolar y social. A los hechos me remito. En nuestro enotrno, el país que mayor valoración tiene por los docentes es Finlandia. Es también de de mayor éxito escolar. Qué pena de sociedad la que no destaca la labor de auellos que mejoran lo que nos es dado y que nos hace diferentes del mundo animal, al que pertenecemos: la capacidad de aprender toda la vida. Permítanme reproducir el artículo:
Contra viento y marea, la vocación del enseñante
FIDELA VELÁZQUEZ MANUEL (*)
Puede que a alguien le haya sorprendido la última jugarreta del Gobierno de Canarias, cocinada en solidaria comandita entre el vicepresidente Soria y la consejera (ay) de Educación Milagros Brito, mediante la cual pretenden azuzar a la opinión pública una vez más en contra de los docentes, presentándonos como una partida de aprovechados que, ocasionalmente y entre baja y baja, dan clase a sus hijos en unos colegios, sobre todos los públicos, donde gracias a la magnífica y sacrificada gestión del Gobierno autonómico, todas las pizarras son electrónicas, y cada niño tiene dos ordenadores y a un primo de Bill Gates a su disposición. Puede que a alguien le haya sorprendido, pero a ésta que firma, desde luego que no.Los políticos que gestionan la cosa pública en Canarias han encontrado un entretenimiento fácil y útil en poner a los funcionarios en la picota, abundando en el injusto descrédito del que este colectivo ya es víctima en la sociedad. Si hay que recurrir obscena y torticeramente a los datos sobre bajas y sustituciones entre los docentes, pues se hace, que no pasa nada. El honor de las personas no va a estropearle al señor Soria sus estudiadas excusas para meter el tijeretazo a las cuentas en aquellas áreas donde más se necesita invertir (y si yo fuera médico, ya iría preparándome, porque tendría todas las papeletas para ser el siguiente).¿Piden bajas médicas los profesores? Pues sí, están en su derecho, como los auxiliares administrativos, los conductores de guaguas, los conserjes de hotel o los acuicultores. Con la diferencia de que, entre el profesorado, el "síndrome del quemado" es más común y acuciante; el "síndrome del quemado" (o burn out) afecta especialmente a quienes trabajan de cara al público y bajo presión, factores que sitúan a los docentes en la diana para padecer estrés y ansiedad, y que ambos desemboquen en depresión, sobre todo en unos tiempos en los que la disciplina en el aula es un vago recuerdo y se nos exige a los profesores que suplamos a los padres en la educación que ellos no quieren, no pueden o no saben dar, y que además hagamos de contrapeso para el inabarcable poder de los medios de comunicación.La del maestro es una profesión socialmente tan exigida como poco valorada. Que levante la mano quien no ha escuchado alguna vez eso de que "los maestros no trabajan" o "los maestros tienen demasiadas vacaciones". Escuchando esas cantinelas en casa no debe extrañar que los niños lleguen a clase sin el menor respeto por su profesor. A esto se suma la presión insufrible de saber que tampoco puedes contar con tus "jefes" en la Administración autonómica para que pongan en valor tu trabajo y tu figura; antes bien, son los primeros en sumarse con entusiasmo al linchamiento social. Ellos, los que no han pasado por oposiciones (o que lo hicieron pero bien pronto se abonaron al absentismo para hacer carrera política, y no se sienta aludido, por favor, señor Soria), los que no conocen ni quieren conocer la realidad educativa de esta Comunidad, los que viven la vida en el coche oficial, son los que estiran el dedo para llamarte gandul. Les convendría recordar que cuando señalan con el dedo, tres dedos quedan mirando hacia ellos.Sentirse mal pagado es un daño menor si se compara con la descalificación permanente que le hace esta Administración educativa a los docentes. Daño que se suma a lo dicho y a la tensión permanente de estar atento a la conducta de los alumnos, captar su atención y controlar su comportamiento, tratar con la diversidad de necesidades educativas, conseguir motivarles para el estudio, hacer frente a los indisciplinados, superar los conflictos con otros compañeros y tratar con los padres. El estrés laboral docente surge cuando hay un desequilibrio entre los objetivos pedagógicos y los recursos de los que se dispone para conseguirlos. Ante esta situación, el docente se siente fatigado y sin energía, insatisfecho con su trabajo, muy crítico con su entorno laboral, pero a la vez muy resistente al cambio. Mala cosa ésta en momentos en que la sociedad demanda, y nosotros debemos responder a esa demanda, una adaptación permanente de nuestra actividad docente a la cambiante sociedad que nos rodea.El 4 de diciembre es el día del enseñante (y también del estudiante), una fecha simbólica para darle un cierto realce al trabajo de quienes acuden día a día a las aulas con la intención de mantener vivo y útil el intercambio de conocimientos y experiencias que nos forman y engrandecen como personas. Por eso quiero terminar este artículo, que tan pesimista me ha quedado (la realidad, a veces, no te deja otra), con una felicitación y un agradecimiento, a mis compañeros docentes, a los que me dieron clase y a los que se la dieron a mis hijos, a los alumnos que han aprendido algo de mí y de los que yo he aprendido tanto. La esperanza nos mantiene porque la vocación del docente es (ha de serlo para sobrevivir) resistente y firme. Contra viento y marea.
* Docente y Secretaria de Formación de la Ejecutiva Regional del PSC-PSOE
1 comentario:
Felicidades pues, sabiendo que la educación es la base del progreso y del avance de todos los pueblos. No obstante son muchos los que desconocen la labor del maestro, por no decir que son muchos los que la han desvalorizado durante mucho tiempo. Me ha parecido su artículo magnífico. en su justa medida. Además de dar con el dedo en la llaga.Es una pena que en nuestras islas siga rodando más el dienero (ahora no tanto) que la propia cultura. Siempre se ha valorado más el cuanto tienes que el cuánto sabes... cuestión de elección. Mientras tanto contra viento y marea y muchas veces "nadando contra la corriente". ¿No le parece usted un esfuerzo supremo para los pocos días que venimos a pasar aquí? A veces me planteo si lo conveniente no será vivir más el día a día sin pensar dejar un buen legado a los de atrás...tal y como se viene haciendo últimamente con nuestro patrimonio, con nuestra cultura, con nuestra idisincracia, con nuestra educación. A lo mejor es mejor "tener" que no "ser".¿Qué opina Doña Fidela?.
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