CARTA ABIERTA A DON ADÁN MARTÍN MENIS

Exmo. señor:

Antes que nada, es un honor para mí y para mi grupo felicitarle y felicitarnos a todos los rambleros por el homenaje que el Ayuntamiento al que pertenezco le rinde mañana, y por qué se le imponga su nombre a la calle de acceso al Instituto, que hasta ahora se llamaba de Las Piletas.

Dignificar el callejero local con nombres de relevancia en nuestra Comunidad es siempre un honor. Salvando la distancia ideológica, debo decir que usted fue un digno Presidente del gobierno canario. Fue usted un señor, es decir, un presidente que no nos avergonzaba cuando hablaba y en el que confiábamos que haría su papel de presidente honrosamente cuando nos representara en cualquier foro. Elegante y educado, es decir más que lo que se podría decir de algunos otros políticos similares. Por ello, al llegar al final de esa última legislatura suya, en una entrevista de prensa en que me pidieron, como portavoz que era yo, a la sazón, del Grupo Socialista en el Cabildo, que valorara su labor, creo recordar que fui la única que hablé elogiosamente de usted. Educación y elegancia ya habían llegado a ser "rara avis" en el panorama político que nos circunda. Y muchas personas como yo, hartas de la zafiedad que ha ido impregnando el ambiente, se lo agradecíamos.

Además, he de señalar otra circunstancia, que dice mucho y muy bien de esa elegancia suya que destacamos. Muchas personas valoramos en gran medida la salida digna a su larga trayectoria de dedicación a defender los intereses públicos de esta Comunidad. Ha vuelto honrosamente a la condición de ciudadano, cosa que sólo saben hacer los grandes. Ha sabido apearse y retirarse y recuperar su vida anterior, lo que sustenta la idea de que usted posee la altura política de quien sabe estar en cada circunstancia y le hace crecer en categoría. Un amago de ostentar una representación en otro lugar lo resolvió sabiamente, dejando paso a quien tendría un más amplio apoyo, sin forzar la situación y salvando la imagen de una institución muy querida por todos. Ahí volvió a crecer su figura.

Digo todo lo anterior para evidenciar que tanto yo como mi grupo nos alegramos de que una de las calles del municipio lleve su nombre. Y para disculparnos también por no poder estar presentes en el homenaje que mañana se le tributa a usted por parte del grupo de gobierno municipal. Y no podemos, precisamente, estar, no por imposibilidad física, sino por esa misma dignidad, educación y elegancia que le reconocemos a usted, y que no tiene ni por asomo el grupo que pretende tributarle un homenaje que, en su caso, es más bien un agravio. Porque agraviarle a usted es hacerle este homenaje de manera sectaria y excluyente, destacando su labor frente a la labor de otros dos presidentes de gobierno anteriores, con los que me consta que usted tiene buena amistad, y a los que se les ignora pretendiendo ofenderlos al hacerle el homenaje a usted. Nos referimos a don Jerónimo Saavedra, que presidió un gobierno socialista y otro gobierno de pacto entre su fuerza política y la nuestra, y a don Román Rodríguez, que presidió un gobierno con sus siglas. Ambos, pese a que le precedieron a usted en la presidencia de nuestra Comunidad Autónoma están ausentes del callejero municipal, ése que a partir de mañana usted compartirá con el resto de ex-presidentes.

No se puede pretender ensalzar a alguien pretendiendo ofender al tiempo a otros. Esto es una conducta indigna, aparte de una muestra de zafiedad. Así lo manifestamos en el Pleno donde, estando de acuerdo con el homenaje a usted, solicitamos que, a la vez, se resolviera la deliberada omisión que se había producido con esos otros dos presidentes. Pero, de forma diametralmente opuesta a como usted lo hubiera hecho, los gobernantes locales, groseros, incultos, patanes, ordinarios y maleducados, se negaron, ensombreciendo el día grande para el municipio que podía ser mañana, a comenzar el expediente de honores y distinciones a sus dos antecesores, expediente que sólo pedíamos que se abriera, y no que se resolviera.

Por eso, porque alguien debía defender con elegancia lo que usted no podía defender, por ser parte interesada, el grupo socialista, en aquel momento, no pudiendo votar en contra, ni abstenernos en su votación, porque usted no lo merecía, optamos por ausentarnos, como protesta, del Pleno. Y por ello, por defender esa cualidad que es inherente a usted, pero que falta en el grupo que pretende hacerle un homenaje ninguneando a los otros, no podemos mañana estar en su homenaje. Pese a que nos congratulemos por él.

Felicidades, pues, pero con la sensación agridulce de que las cosas no se han hecho bien. Se han hecho tal y como usted no las hubiera hecho. Lo que dice mucho a favor de usted y muy poco a favor de sus anfitriones rambleros de mañana. Le garantizo que el pueblo ramblero no es así. Le ruego que lo recuerde.