EL MERCADILLO DEL AGRICULTOR O LA IMPROVISACIÓN COMO MARCA DE AIS

Repetimos mercadillo. Eso es lo que plantean como proyecto nuestros desgobernantes. Se gastan más de cien mil euros en habilitar el recinto ferial como su propio nombre indica y, como cada vez que van al WC piensan, se sacaron de la manga eventos que competían con la propia feria. Consecuencia: la feria pasó a mejor vida. No se celebró el año pasado ni tampoco este. Claro, los "paganinis", es decir, papá Cabildo y Gobierno de Canarias no pueden concentrar los saraos todos en un único municipio, por lo que les dijeron a Manolo y sus mariachis (nunca mejor empleada la expresión) que sólo financiarían un evento, y ellos eligieron el Beñesmen. Por eso, la feria pasó a mejor vida. Y ahí tenemos el recinto ferial, después de haber expropiado una de las mejores tierras de labor del municipio para cubrirlas de cemento, después de haber conseguido dinero suficiente para hacer un edificio, y se quedó en un patio grande con cemento y pendiente, que no cumple medidas de accesibilidad, después de que le adjudicó, vulnerando la legislación, a un constructor amigo (saben quién es, ¿no?) porque "pasaba por allí en aquel momento", tal y como contestaron a la objeción del interventor... Pues después de todo eso, ahora no saben qué hacer con el recinto. Pues venga, a hacer un "mercadillo del agricultor". Pero, ¿no teníamos uno ya, que nunca dio resultado y que devino en centro comercial? ¿No se hace un estudio previo para saber la viabilidad, y se tiene en cuenta el fracaso de la experiencia anterior? Dios nos libre de los que piensan exclusivamente en el WC. porque si lo hacen con su dinero, bueno. Lo malo es que lo hacen con dinero de todos. Y ya estamos acostumbrados a los caros caprichitos de estos: un mercadillo que es un centro comercial, un centro comercial que es ayuntamiento, un ayuntamiento que es casa de la juventud, una casa de la juventud que iba a ser un centro ciudadano, un centro cultural que es oficinas municipales.... Esta es la forma de gobernar de quien cada día improvisa. Pero no de su bolsillo, sino del de todos.