PAGUEN, MOROSOS, Y NO NOS AVERGÜENCEN

Pequeños autónomos, comisiones de fiestas y estudiantes son, por ahora, los eternos olvidados sin armas de defensa, los pacientes sufridores de los morosos profesionales en que se han convertido nuestros desgobernantes. El no ser de su cuerda de manera explícita, sumado a la nueva excusa de cabecera, la crisis, o a la gestión de bases, a los presupuestos recurridos ha hecho que la jeta de estos fantasmas se haya endurecido notablemente en el momento de dar explicaciones (o más bien no darlas) para no pagar.

Y como darle vueltas a estas cosas no sirve de nada lo diré en crudo.

Hoy, de nuevo, he de ponerles una bonita etiqueta pública de moroso a una empresa, el ayuntamiento, que pese a que presume de superávit, ha decidido pagar por el trabajo, la colaboración o los estudios de nuestros convecinos como le de la gana, cuando le de la gana, sin preguntar, sin negociar y demostrando altanería y desprecio por las personas, por su trabajo y por los propios compromisos de pago o presupuestarios del ayuntamiento.

Se trata de lo de siempre, el viejo truco gastado de retrasar todos los pagos con excusas meridianas.

La cosa suele empezar con pagar con retraso, aludiendo a comisiones, o a retraso de intervención, o a bases o a recursos variados, de los que la oposición no nos libramos.

Al poco las excusas para el retraso suelen empezar a volverse cada vez más absurdas, con lo que la consecuencia es deudas a las que dejan dormir premeditadamente. La reclamación oral de la deuda sólo empeorará las cosas y engordará el retraso con nuevas excusas aún más ridículas como “el alcalde o Marcos están de viaje y es el que autoriza”. El retraso se acumula como les da la gana, convirtiéndose por imposición, para vergüenza de todos los que constituimos el ayuntamiento pero no tenemos gobierno, en piratas de los dineros públicos. El exceso de confianza, la ausencia de un contrato que fije los plazos para el pago unido a la costumbre de estos pájaros de cuidado de imponer normas dándoles entidad de leyes para coaccionar a las personas o colectivos a los que le adeudan una pasta acaban haciendo perder la paciencia de los afectados, que si embargo no chistan porque creen que, con el talante vengativo de AIS, la cosa puede ser peor. Agotadas todas las vías amistosas y para ponerle la guinda al pastel, ante una reclamación formal y seria de la deuda, se hacen los ofendidos. Pienso que aunque la gente de nuestro pueblo es honrada y abierta a negociaciones, ante el chanchullo descarado no caben sentimientos. Ya está bien de que no paguen lo que deben. ya está bien.

Y para que su floreciente y exitoso "negocio" público, con el que sí que benefician con pago adelantado, y de otras formas, a los amiguetes, no se vea salpicado de la exposición pública de mi indignación por hacernos quedar mal, indignación que repetiré tantas veces como haga falta, le digo como cargo público, simplemente:

Paguen ustedes ya, carotas.