viernes, 17 de julio de 2015

D. RAFAEL FALCÓN, O EL SOCIALISMO COMO PASIÓN Y COMPROMISO

Acabamos de despedir a D. Rafael Falcón. Siempre lo llamé D. Rafael y lo traté de usted, aunque la norma no escrita de los socialistas es la ausencia de don y el tuteo entre compañeros. Pero D. Rafael para mí siempre fue un referente. D. Rafael fue socialista en un lugar y un tiempo donde no era fácil ser fiel a los principios socialistas. Los socialistas históricos coetáneos a nosotros mantuvieron vívala llama del socialismo, pese a la dictadura y a la represión, camuflados bajo las siglas de una Sociedad Anónima, como pasó a nivel insular, o en reuniones entre amigos en la Academia San Alberto Magno, la Academia, jugándose el tipo porque cuando más chico es el sitio, más posibilidades hay de no pasar desapercibido. D. Rafael, con la sabiduría que dan los años y conocedor de la historia del país, del municipio y del valor del socialismo, me enseñó, en charlas y con su presencia continua entre nosotros, pese a su mala salud de los últimos tiempos, que el socialismo es nada más ni nada menos que la aspiración de justicia y democracia plena, y sobre todo, que el socialismo es hacer de cada acto de vida un acto y una declaración de dignidad. Y eso sólo se concibe desde el entendimiento del socialismo como compromiso y como pasión. Compromiso que le hizo militar hasta el final, sin usar a los beneficios a los que se podía acoger por edad. Pasión porque fue un socialista de una pieza, con el socialismo como declaración de principios y sin entrar ni hacer caso de escaramuzas partidarias. Socialismo como dignidad, como concepto vital, como declaración de principios. Don Rafael, como toda la gente de su edad, vivió tiempos duros: guerra civil y dictadura, persecuciones y represiones. Pero ninguna tristeza, derrota o dolor pudo apagar el fuego, la pasión y el compromiso de Falcón, como lo llamábamos, por el socialismo y la democracia como reflejo de su profundo humanismo y de su bonhomía. Porque D. Rafael fue, como dijo otro socialista de bien, D. Antonio Machado, un hombre “en el buen sentido de la palabra, bueno”. En la vida de los socialistas de SJR, aún en la distancia, su espíritu y su ejemplo familiar y vecinal siempre estuvieron presentes. Con la visión que me transmitió en mis charlas con él de  trabajar por el pueblo, por la igualdad y por los derechos de las personas siempre mirando hacia delante, sin olvidar el pasado, desde el pueblo y para el pueblo, con el común denominador del humanismo social, esto es, entendiendo que es el camino de la memoria el que conduce a la construcción de la nueva sociedad.
Con eso me quedo: con la memoria que nos ha de llevar de la mano a la nueva sociedad y con la imagen que retengo de D. Rafael: una imagen humana, de bonhomía, de sensatez, de prudencia, de mesura, de buena vecindad, de bondad y de solidaridad. Como los mejores y como lo que me gustaría que se reflejara en las nuevas generaciones. Con palabras de Benedetti, que reflejan a los mejores: 


"Fue un excepcional hombre de pueblo, con los atributos de sencillez y modestia, de apasionamiento y generosidad, de capacidad de afecto y de trabajo, alegría y valor, eficacia y responsabilidad, que de alguna manera compendian lo mejor de nuestro pueblo”.

DEP Don Rafael, que desde el miércoles está entre los mejores. Desde allí, con Manolo, cuidará de nosotros y vigilará que el legado socialista se preserve. Porque, al fin y al cabo, seguirá entre nosotros, porque al decir popular, los socialistas no mueren, se siembran. Y estoy segura que así es. 

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