domingo, 14 de junio de 2009

AL HILO DE LA SUPUESTA AGRESIÓN DE EL PUERTO

Al parecer, un concejal del PP agredió a su novia en el Puerto. Unas personas vieron a la chica tirada, llorando, en el suelo y avisaron a la policía. La policía la auxilió y aparte de detectar una situació nerviosa en la chica, descubrió un hematoma en el hombro. Cuando la policía solicitó que la chica denunciara a su pareja, ella manifestó que tenía miedo porque su novio era muy influyente y la iba a hundir, por lo que la policía, e acuerdo con la ley, denunció de oficio al agresor. Después se suceden llamadas de la chica y de su novio a la policía, manifestando la primera que se retirara la denuncia por tener miedo y el segundo amenazando a la policía si no se retiraba. hasta ahí los hechos, presuntamente.
Posteriormente el presunto agresor y la presunta víctima lo han negado, el PP en masa ha salido a defender al edil, la novia ha vuelto a vivr con él y se han paseado juntos por la plaza del Charco.... Todo muy previsible dentro del grave problema de la violencia de género. Nadie se tiene que extrañar ni decir que estas últimas acciones desmienten los hechos presuntamente relatados.
Mal, muy mal, la agresión, si es que se produjo, y la policía y sus manifestaciones de lo ocurrido no me merecen a mí ninúna duda (¿qué razón va a tener un policía para mentir en un atestado?). Mal, muy mal, las presuntas amenazas del edil contra la policía. Y peor que el PP saliera en masa a defender al edil. Mal, muy mal.
¿Por qué digo que es normal la reacción de la chica?
Porque la violencia es un círculo: cuanto más se consiente, más difícil es repudiarla. La violencia hacia las mujeres es un proceso que presenta etapas que siempre se suceden unas a otras.
Al principio la tensión es la característica del hombre maltratador, se muestra irritable y no reconoce su enfado por lo que su compañera no logra comunicarse con él, lo que provoca en ella un sentimiento de frustración. Todo comienza con sutiles menosprecios, ira contenida, fría indiferencia, sarcasmos, largos silencios. A la mujer se le repite el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta por lo que ella empieza a preguntarse qué es lo que hace mal y comienza a culpabilizarse de lo que sucede.
A este primer estadio de acumulación de tensión le sucede la fase de explosión violenta marcada por la pérdida total del control y el comienzo de las agresiones mediante insultos, frases hirientes, golpes y/o abusos sexuales. La mujer es incapaz de reaccionar, está paralizada por el dolor o por la dificultad de encontrar una respuesta a estas actitudes. Está viviendo una indefensión aprendida.
Durante la mal llamada etapa de “luna de miel”, el agresor se arrepiente de su actitud, promete no volver a hacerlo, cambia para contentarla y durante un tiempo se comporta como ella espera. La mujer entonces se siente reforzada, cree, erróneamente, que ha logrado que su compañero comprenda, siente que cuenta en la relación. A esta falsa ilusión sigue un nuevo ciclo de tensiones en el momento en que el hombre considera que está perdiendo el control sobre ella.
Aparte de esa supuesta luna de miel que han escenificado esta semana en todos lados, hay que recordar el miedo irrefrenable que la presunta víctima manifestó ante la policía. Esperemos no tener que lamentar nada en el futuro tras este caso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenemos que ser valientes y empezar a enfrentar a estos tipejos que se creen que todo vale.

la arañaa dijo...

la violencia de género se dan en todas las clases politicas y colores. es una situacion muy complicada para la chica, asique tampoco podemos acusarla ya que esta bajo las influencia de su supuesto maltratador, solo tenemos que ser coherentes y acabar ya con estas personas que se creen que tienen derecho a maltratar a una mujer.