El domingo asistí a una comida promovida por la comisión de Fiestas de La Candelaria de la Vera. Un grupo de señoras, vecinas de nuestro populoso barrio, emprendedoras, eficaces y dispuestas (¡qué sería de nuestro pueblo sin la presencia de nuestras mujeres esforzadas, herederas de aquellas que suplieron, con sus brazos, cabeza y corazón a la emigración que dejó sin hombres nuestro pueblo, todos los pueblos de la isla!) organizaron una magnífica comida, donde convivimos en armonía, el domingo, 4, gentes del barrio, de todo el pueblo y de fuera del municipio. Todo estuvo en su sitio. Bien elegido el menú, diligencia para esperar hasta al último invitado, atenciones hacia todos los asistentes, para los que siempre se tuvo una palabra de acogida y de agradecimiento, regalos primorosamente escogidos y empaquetados, incluso con algún punto de humor (estuvo magnífica la caja elegida para la pareja de conejos vivos, casi me parto de la risa), las señoras organizadoras dejaron muy alto el pabellón para poder superarlo en el futuro. Gracias por hacer posible las fiestas, gracias por "donar" el tiempo libre, que es escaso en la mayoría de los casos, para que todos podamos divertirnos y para que nos unamos todos y todas alrededor de un objetivo común. Gracias por hacer pueblo.
No obstante una siempre quiere más. No de la comisión, sino de quienes pueden hacer más fácil el trabajo de las comisiones y contribuir al mejor esplendor de las fiestas con los medios municipales. Echamos de menos, para esto, como para otras cosas, un reglamento de participación ciudadana, que ayude y encauce las múltiples iniciativas que nuestros convecinos tienen para nuestro municipio, para su grandeza, para su mejora. La participación ciudadana es la más grande de las posibilidades que el marco democrático en que vivimos ofrece. Pero es responsabilidad municipal crear las condiciones para hacerla posible, para contribuir, con los medios municipales, al mejor fin de los festejos que nos hemos otorgado barrio a barrio. Ayudar a las comisiones con medios y recursos materiales y humanos, con assoramiento, si lo requieren, facilitando gestiones, en fin, creando un marco de colaboración permanente que facilite el trabajo de las personas esforzadas que asumen el reto y tienen el valor de hacer posible que, año tras año, nuestras fiestas se sigan celebrando.
Acabo agradeciendo, de nuevo, haber tenido el honor de participar en esa magnífica comida del domingo, y agradeciendo el esfuerzo de las personas que la hicieron posible. ¡Ah! y por cierto, gracias también por la magnífica helecha que me tocó en el sorteo. Está en las mejores manos que pueden tenerla, alguien con "mano verde": mi madre.
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