domingo, 15 de agosto de 2010

NOBLEZA OBLIGA. EL ÚLTIMO LIBRO DE JOSÉ ANTONIO ORAMAS



He estado aprovechando estos días de semiasueto actualizando lecturas. Y he estado leyendo el último libro de José Antonio Oramas presentado en las fiestas de San Juan, en lo que constituyó, posiblemente, el acontecimiento cultural del municipio de este año. El libro recoge, en artículos, unos publicados en la prensa local y otros inéditos, la historia última de nuestro municipio. Historia de desencuentros y de desesperanza en algunos casos, escrita desde la más vergonzosa manipulación del poder. Cientos de personas burladas hace unos años con la más indecente argucia que jamás político alguno se hubiera atrevido a usar, tienen las suerte de contar como cronista a José Antonio Oramas, historiador del municipio, de independencia incuestionable, lo que hace aún más válido todo cuanto relata. En ocasiones me he sentido conmovida por el testimonio escrito de la sinrazón que ha acompañado esta última década de gobierno de AIS-CC. Pero el libro de José Antonio me reconcilia con la certeza de que la palabra escrita es el mayor e invulnerable de los refugios, porque sus piedras están unidas por la argamasa de la memoria, al igual que la sinrazón pretendió, sin conseguirlo, dividir a nuestro municipio, tan antiguo y tan noble, en dos. Las generaciones venideras tendrán cumplida cuenta de lo acontecido por la palabra escrita. Porque los verdugos suelen pretender acompañar a la muerte física una segunda muerte del olvido y del anonimato. Gracias a José Antonio, entre otros, entre los que me gustaría estar, esto, en este municipio no será así. Decía Goebbels que un muerto es un escándalo, y mil muertos, una estadística. Siguiendo, como los buenos dictadores, esta premisa, nuestros desgobernantes pretendieron, en un momento, pasar del escándalo de las venganzas personales a las estadísticas de la venganza colectiva, pretendiendo ser benefactores de una parte del pueblo. En estos momentos, con un pueblo empobrecido, la triste pregunta sería ¿de qué nos sirvió a los rambleros el conflicto artificialmente creado? De nada, diría yo. Es cierto, y me dirán, que a qué transito de nuevo por caminos que tanto daño nos han hecho, por conflictos que socavaron de manera atroz la convivencia del municipio, recordando la opresión de la infamia de los hechos que aún perduran en nuestra memoria. Lo hago porque es necesario responder, entre todos, a la pregunta de qué hacemos para que nunca vuelva a repetirse nada parecido en nuestro municipio. Por ello, es necesario recordar, y no olvidar, la historia última de nuestro municipio, con sus víctimas; de aferrarnos a la palabra como única conjura contra el olvido, de contar y nombrar los hechos de nuestro pueblo y de nuestros vecinos, de hacer de nuestra vida un método de resistencia frente al olvido. Narrar, dijo Guimaraes Rosa, es resistir. Y eso lo ha hecho José Antonio Oramas, y eso lo intento yo, con perdón por la comparación, día a día, en este blog.

En una inscripción del campo de concentración de Bergen Belsen, en Alemania, hay una inscripción de un preso del campo, anónima, que dice “Yo estuve aquí y nadie contará mi historia”. A nuestro municipio, por cronistas como José Antonio Oramas, ya no le pasará el haber estado y que nadie cuente su historia. Oramas ha afrontado esta empresa provocándonos un estremecimiento emocional a través de la pasión y ternura que destila sobre el municipio y que compartimos. Leamos nuestra historia. Cojamos en nuestras manos los libros que nos la recuerdan, para evitar que la cubra el polvo del olvido. Recordemos, para no repetirlo, a quienes decretaron la muerte de una parte del municipio, sin darse cuenta que la muerte de una parte es la muerte del todo. Demostremos que estamos vivos con un activismo diario, no dejando pasar ninguna sinrazón sin nuestra crítica. Soñemos con que las cosas pueden ser de otro modo, y despertemos cada día diciendo qué podemos hacer, con qué contribuiremos para conseguirlo. Porque todos los que nos han precedido, los que han sido perseguidos, agredidos… lo merecen. Y José Antonio Oramas, y todos los que con valentía lo denuncian, son los cronistas que nos recuerdan lo que pasó y nos impulsan a impedir que se repita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El sueño no hay quien me lo quite y la esperanza me mantiene.