miércoles, 14 de diciembre de 2011

AIS O LA VUELTA A LA CENSURA FRANQUISTA




Me llama alguien para decirme que en el facebook, un afín a AIS se ha rasgado las vestiduras porque, en una de mis entradas de días anteriores, hice referencia a un libro que habla de la censura en tiempos de Franco y puse como ejemplo una canción de Pedro Infante, que habla de un gavilán que se lleva una polla y transcribo la letra haciendo referencia también a la diferencia estre el español hablado en España y el hablado en América, concretamente en México. No sé si por ignorancia o por afán censor, parece que a AIS no le gustó mi entrada. Pues a ellos, a ver si leyendo entienden aunque sea a posteriori la entrada, les dedico estas reflexiones.

LA CENSURA EN EL FRANQUISMO

Desde el principio trató Franco de controlar lo incontrolable, la opinión. Cambiar esto no estaba en mano del general, pero sí que podía esconder todo aquello que no estuviera destinado a exaltar el régimen del Caudillo, con la censura.

Para Franco la libertad de prensa era un serio inconveniente para gobernar. Incluso llegó a decir en una entrevista al diario The Evening Star que “el pueblo español goza de unas que son libertades desconocidas en el este y centro de Europa. Hay limitaciones a esa libertad, pero sólo aquellas que se necesitan para mantener el orden”. El Generalísimo sufría una marcada aversión por la democracia que él mismo justificaba diciendo que cuando en España la tuvimos no nos fue nada bien. Incluso se permitía el lujo de bromear con el tema de la libertad de prensa, llegó a comentar que le divertiría gobernar con libertad de prensa, caso que nunca sucedió.

En agosto de 1936 se incautaron en Vigo 16 aparatos de radio instalados en establecimientos públicos por no sintonizar emisoras nacionales. En 1937 RNE vigila especialmente las informaciones relativas a operaciones militares y de política interior y exterior. Las emisoras privadas locales someten su programación a la censura de las Jefaturas Provinciales o Locales de Propaganda (1939). En aquella época el concepto de periodista era el de una persona que sólo tiene por misión el tener a “la verdad, a la patria y al servicio de ésta como principal objetivo”. Está claro que era imposible realizar una prensa libre en una España en la que todo estaba sometido a la figura de Francisco Franco. Y prueba de esta sumisión es que tras el 20 de julio de 1949, el primer periodista, el poseedor del carnet de prensa número uno era el propio Franco, y el segundo, Ramón Serrano Suñer.

Las emisoras tenían prohibido emitir noticias ocurridas más allá de su localidad, y se les obligaba a conectar con el noticiario de Radio Nacional. Todas las informaciones de las agencias oficiales como Efe, Cifra y Mencheta iba directamente al Negociado de Censura, donde se vería si los textos eran lícitos o no. Sólo la corresponsalía de Alemania era ajena a este control (Orden de 6 de octubre de 1939 el Ministerio de Gobernación). Destaca el hecho de que todo lo relacionado con el Caudillo estaba más que resaltado. Los documentos de la censura radiofónica se mantendrán vigentes y se reeditarán en varias ocasiones hasta el 22 de noviembre de 1977.

En la zona nacional (agosto 1937), también se concretaron las normas y limitaciones a las que han de sujetarse los programas de música, los infantiles -para aleccionar sobre el sentido del Movimiento-, los dramáticos y hasta la apertura y el cierre de las emisiones -himno nacional y eslogan-.

El 7 de marzo de 1941 se publican las normas básicas para la radiodifusión que se centran en una censura previa de anuncios y métodos curativos y una no censura para la Prensa del Movimiento. También controlaba la publicidad, prohibiendo la de los caramelos “Chupa Chups” por “pornográficos”

En cuanto a la música, en un principio se prohibió emitir música negra y swing, rumbas y tangos. “El tango fue considerado un baile pecaminoso y prohibido de bailar en público, a pesar de una demostración en el Vaticano para que el Papa comprobara que sólo era arte y destreza lo que algunos consideraban como lascivia; en estos años de mediados de los cincuenta, el bolero debió ser clasificado como algo maligno por las letras y, también, porque su ritmo perezoso permitía pegarse en el baile y no hay que olvidar que en algunas diócesis se prohibió, y hasta se llegó a amenazar con excomunión a las personas que acudieran a los bailes públicos y bailaran bien juntitos” (JM Rodríguez, “Rodri”).

RNE no era en el ente encargado de la censura, pero dado que tenía la mejor colección discográfica de la época, en sus archivos se recogen todos esos discos y también unas fichas señalando los temas censurados. Además, a los ejecutores de tan indignas directrices no les bastaba con catalogar a las canciones como prohibidas, sino que además rayaban los discos para que fuera imposible su ejecución. Motivo por el cual algunas grabaciones históricas se han perdido para siempre. “Radio Nacional de España no censuraba las canciones pero era la única que llevaba un fiel seguimiento de las prohibiciones”(JM Rodríguez, “Rodri”).

En abril de 1972, se quiso rendir homenaje al actor español Jorge Mistral. Durante largas horas el locutor se dio la tarea de buscar en los anaqueles de la Fonoteca de la RNE un par de discos de poemas que el galán de la época de oro del cine en México había grabado años atrás. Desesperado por no encontrarlos, después de mucho batallar, se enteró del motivo de la desaparición de los acetatos: los censores los habían retirado de los estantes, ya que consideraban que un suicida no podía sonar en las ondas de la radio oficial.

Canciones populares como “Cachito”, “El preso No. 9” o “Rico vacilón”, fueron retiradas de manera permanente de las ondas de la radio oficial, por lo atrevido o inmoral de sus letras. “Himno al amor” (L’Hymne à l’amour), había sido proscrita para su transmisión por haber sido escrita por la cantante Edith Piaf a su amante Marcel Cerdan; o que el LP “Cole en español”, del estadounidense Nat King Cole, formaba parte de la nómina de los ‘no radiables’, gracias a temas subidos de tono como “Ansiedad”, “Acércate más”, “Perfidia” y “Ojos verdes”, éste último por hacer referencia a un amor mercenario, y se suprimió “El bodeguero”, por no querer borrachos en las ondas. Caso similar sufrió “El gavilán pollero”, en voz del mexicano Pedro Infante, que a pesar de su tono jovial, incluía frases que inquietaban a los castos oídos de españoles de aquella época, como “sin mi polla yo me muero”. Polla en México hace una doble referencia a una gallina joven y a una muchacha ídem, el amor perdido al que cantaba Infante. O la archipopular “Bésame mucho”, escrita por la mexicana Consuelito Velázquez Torres, que llegó al colmo de ser prohibida ¡hasta en la versión instrumental! , fue el primer disco censurado en la voz de Lucho Gatica.

También levantaban recelo las letras que ponían a Dios por testigo. Así le sucedió a Lorenzo Barcelata con “María Elena”, que en su parte medular decía: “Ya todo el corazón te lo entregué, eres mi fe, eres mi Dios, eres mi amor”. Suprimidas también las letras que mezclaban amores terrenales con el divino: Siempre fuiste la razón de mi existir, adorarte para mi fue religión…. Y si ya no puedo verte, por qué Dios me hizo quererte para hacerme sufrir más…”

Aún cuando estos discos se podían comprar en cualquier tienda de la Gran Vía o la calle de Alcalá, o escuchar en el tocadiscos de casa y en las salas de fiestas, su difusión radial era mucho más estricta. Por este motivo el gobierno franquista, primero desde la Vicepresidencia de Educación Popular y luego desde el Ministerio de Información y Turismo, exigía a las compañías discográficas una trascripción textual de las letras, método que mostró su falibilidad en la década de los setenta, cuando se trataba de calificar jadeantes temas como “Could It Be Magic” (Donna Summer) o el “Je t’aime, moi non plus” (Serge Gainsbourg y Jane Birkin).

En 1967, fue Serrat el censurado tras negarse a cantar su eurovisivo “La, la, la” en castellano. En una última época se prohibieron los considerados políticamente subversivos. En 1976 eran más de 4000 los títulos prohibidos, entre ellos el francés Brassens; el último, “Y en esto llegó Fidel”.

En cuanto a la política, RNE llegó a censurar noticias como la visita de un ministro a la Unión Soviética y se retrasó la confirmación de la muerte de Carrero Blanco.

Otro ejemplo de finales de los 60 fue la entrevista que Miguel de los Santos hizo a Pablo Neruda en Viña del Mar y que los censores del Ministerio tuvieron retenida durante varias semanas hasta que Basilio Gassent consiguió hacerla pasar con los menores cortes posibles.

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