martes, 13 de diciembre de 2011

EL ÁRBOL DE TODOS, NUESTRO ÁRBOL DE NAVIDAD


"Nunca habíamos tenido un árbol de Navidad". Esta frase de una vecina joven de nuestro municipio, del casco, me impactó. Y me dí cuenta de que las personas de treinta años en adelante podrían suscribir esa frase. Nunca han tenido un árbol de Navidad. Salvo unas luces institucionales, poco lucidas, han crecido sin la alegría de la sorpresa anual de los adornos navideños, y por supuesto, de la alegría que produce la colaboración vecinal con la corporación. Y estamos hablando de casi dos generaciones que han añorado una mejor Navidad institucional, donde la festividad fuera compartida y brillante, no por cara, sino por alegre, compartida y querida.

Y pensé que qué bueno que aprendamos juntos a celebrar la brillantez de lo compartido. Para los más pequeños es fácil acostumbrarse. Y ellos tal vez sean los que nos ayuden a aprender a ver con ojos de niños el valor de lo manual, los que nos den ejemplo de celebrar. Y esta joven vecina me comunicó su sentimiento que sobrepasaba lo que nosotros pretendimos con lo que consideramos el deber cumplido: me comunicó que al fin lograba entusiasmarse mucho con la Navidad pública, la institucional. Esta vecina, como los niños, me sorprendió observando la preparación que hacíamos con mucho interés y ganas de participar y observando y tratando de anticiparse a lo que va a pasar. Para pasarlo bien uno debe querer participar con ganas y eso logra que uno se meta bien en el medio de lo que se está tratando de hacer, especialmente si esas cosas logran que todos podamos tener un papel protagonista y que un trozo de la obra lleve nuestra impronta. Y todos y todas ven sus botellas y vasos colocados en el gran árbol de 5 metros de altura de la plaza. .

Las celebraciones son alegres, son especiales. Durante las fiestas no se hacen las cosas de todos los dias, y eso hace que todos tengamos un ánimo especial, para dar y para recibir, y veamos las cosas de otra manera, y nos sorprendamos con aquellas cosas insólitas, aunque sean normales, como el árbol de la plaza. Se valora como una cosa fuera de lo común, pese a su simplicidad, y se relaciona con la fecha del almanaque, del dia que es y la sorpresa y la alegría de lo inesperado, como a esta vecina, le asegura que puede sonreir y saltar de gozo con la novedad.

Si hubiéramos sabido que esa iba a ser la reacción de nuestros convecinos, seguramente que hubiéramos actuado con más seguridad. Pero la crítica vino antes de la acción, e incluso legaron a decir que nos íbamos a gastar 3000 euros, y aunque no hacemos demasiado caso de esas mentiras, fastidia un poco. Pero cuando aparece la reacción que he contado, que es como si se celebrara la Navidad por primera vez alguien que manifestaba que nunca había tenido un árbol de Navidad compartido por todos, en el pueblo... todo se transformó. El árbol magnífico, colectivo, obra de Cayetano, de priscila, de Viti, de Karina, de los operarios municipales, de los vecinos y vecinas que pusieron botellas y vasos, que los pintaron....se convirtió en una obra magnífica, monumental, un lindo árbol que ha llenado de entusiasmo a propios y extraños. Un árbol de Navidad de verdad, colectivo y público. La preocupación paulatina de ´como colocar los adornos, de si el árbol iba a lucir al lado de la torre de la iglesia, de cómo iluminarlo, de cómo hacer para ocultar la base..... vino luego y fue motivo de conversación durante días.

Y ahí está, espléndido, siendo motivo de conversación dentro y fuera del pueblo. El árbol de todos, nuestro árbol de Navidad.

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