He vuelto a renacer, como Ave Fénix,
de las cenizas de la última semana, pésima y desesperanzadora por la maldad que en ciertos sectores se rezuma. Y lo he hecho gracias a las flores que
planté ayer en mi patio y que ponen una nota de color y alegría en unas macetas
que estaban secas, lo que es un augurio de que todo florecerá como está
floreciendo el comercio y la inversión en SJR. Y también gracias a la música,
al excelente concierto que me gicé hoy de la XIX de Marzo, donde hubo un
momento de esplendor como no recordaba, con la interpretación magnífica de la
segunda obra, “Palindromía flamenca”, con los solos de guitarra de Cristina
Vargas, de Cajón flamenco de Andrés Rodríguez y de Saxo soprano de Javier Rodríguez López. Nuestros
músicos son muy buenos, pero creo que en, esa obra, los solistas contaron con la ayuda de un ángel. A mí me
gusta decir que cuando las cosas me salen mal, no me salen del todo mal, porque
tengo a cuatro ángeles vigilando que las cosas se compongan: mis abuelos
maternos, mi tía Josefita y mi padre. Y volví a creer en la gente buena de
nuestro pueblo, en el poder de la bondad y en los apoyos que nos prestan
aquellos que nos quieren y que ya no están con nosotros. Apoyos para que
sigamos siendo fuertes y sigamos por la senda del bien, de la bonhomía que me
gusta decir que es LA CUALIDAD RAMBLERA, así con mayúsculas.
Bonhomía es una palabra que hace
referencia a la sencillez unida con la bondad en el carácter y las maneras. La
voz procede del francés, donde está presente desde principios del siglo XVIII, y
deriva del sustantivo y el adjetivo bonhomme (siglo XII), formado de bon (bueno),
y homme (hombre). En el siglo XIV significaba labrador, y a partir del siglo
XVI hombre de bien. Fíjense por qué creo que es la palabra que mejor define a
los rambleros y rambleras: labradores y personas de bien. Según el DRAE, en la
actualidad, significa: Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter
y en el comportamiento. Y sigo acertando cuando pienso que esa es la palabra
que define a la gente de nuestro pueblo. Y eso es muy importante en los tiempos que
corren, en que cada vez es más raro que una persona sea reconocida por los
demás como alguien con esas características de “buen hombre” o “buena persona”
(utilizando las palabras hombre y persona como genéricos, no como masculino o
femenino) e incluso el intentar ser nosotros mismos un paradigma de bonhomía no
deja de ser un reto muy complicado. Y más cuando hay próceres y
descomunicadores arengando para que la gente haga todo lo contrario, como si de
líderes de una secta se tratara. La complicación viene dada por las
apreciaciones de su propia definición: “…en el carácter y en el comportamiento”
lo que convierte las características de la bonhomía en todo un estilo de vida.
Y no debe resultarnos tan complicado ponerlo en práctica porque seguramente más
de uno podríamos decir aquello de que “eso es lo que me enseñaron en casa y en
la escuela cuando era pequeño”.
Por eso, qué bonito sería que
intentáramos rescatar al niño que fuimos y que aprendió a ser “buena gente” y
volver a ser no buenos a secas, ni ingenuos, sino personas plenas de bondad en
el corazón y sencillez en las maneras. A lo mejor no es tan difícil. La base ya
la tenemos ¿la buscamos y la sacamos a relucir? Yo creo que podemos. Sólo hace
falta firmeza para defender aquellos valores en los que creemos y que fueron la
base de nuestra educación, y no olvidarlos en esta época de mudanzas, donde no
se sabe quien es quien ni las motivaciones profundas de ciertos actos malévolos.
Seamos, pues, como dice mi amigo Juan, inquilinos de una sola casa, de esa que
nos enseñaron nuestros mayores, no personas advenedizas que han llegado a
nuestro municipio a hacer su agosto…. Cuando los valores se adquieren desde la
niñez, viéndolos en casa, según creces, según nuestra madre y padre, que se
sacrifican para que salgamos adelante, quitándose de su boca todo lo bueno que
desean llevarse, para que a nosotros no nos falte de nada, asumiendo errores y
haciendo de la palabra un contrato, con comportamientos integros, honrados, respetuosos
con los semejantes, es motivo de orgullo para nosotros, para nuestros padres y
para nuestros hijos. Querría que fuera así, que nombrar a un ramblero en
cualquier sitio volviera a ser una cosa grande, con el honor bien alto.
Y me gustaría personalizar para
que se vea que hablo con conocimiento de causa. Y voy a describir a mi abuelo
Vicente, de una familia cuyas raíces están en San Juan de la Rambla desde el
siglo XVI. Mi abuelo era, como casi todos los Manueles, un hombre delgado y de
aspecto físicamente frágil que brillaba como una aurora boreal,
apabullantemente inteligente pese a su analfabetismo (como Saramago, que
describió maravillosamente a su abuelo cuando recogió el Nobel diciendo “El
hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir”) y
sobre todo, pasaba de lo fatuo, y era divertido y generoso hasta el sacrificio y
todo se iluminaba cuando regresaba del campo. Y tan buena persona.
Lo que mi abuelo, al modo de su
familia y de los vecinos de la época, exudaba, es una bondad, una bonhomía y
una calidad del corazón, como pocas veces he visto en otros lares contenida en
ese envoltorio perecedero y decadente que llamamos ser humano. Desde el
recuerdo de mi abuelo, he intentado imitar aquellos comportamientos que él y mi
abuela primero, y luego mis padres, me enseñaron con su ejemplo.
Por eso hoy hablo de flores, de música y de bonhomía.
Porque todo, todo eso es nuestro pueblo. Y es nuestro deber evitar que se
impida que así sigamos siendo nosotros y las futuras generaciones. ¿Nos ponemos
a ello?
3 comentarios:
Gacias Fidela por compartir buena voluntades con todos y todas, los necios de ese mal llamado periodístas
Me he quedado atónito después de ver "insitu" por tv la actitud tan barriobajera y deshonestad de personajes o mejor dicho personajillos que creen ser la verdad y las buenas intenciones en la política municipal de San Juan de la Rambla, un municipio que para más inri nínguno conoce aunque alguno de ellos estuvo viviendo del municipio cuando todavia gobernaba la dictadura. Me refiero a esos impresentables que participan en un programa de un canal MI TIERRA TV. Donde es tanto la mierda que echan hacía la integridad de las personas (dirijentes actuales del gobierno local, Alcaldesa y Primer Tte de Alcalde) que se olvidan de lo realmente valorable, si pueden y tiene capacidad y elegancia para ello, que es "la gestión". Una TV que permite ver y opinar sobre la "burla y mentira", pasando los límites del respeto hacía las personas. Me resigno a creer que no haya ni una sola persona perteneciente a esa TV como un poco de verguenza y dignidad, por lo menos el que pincha el sonido. Siento enorme verguenza que en pleno siglo XXI todavia se permita tal falta de respeto al estado de Democracia que ellos mismos presumen, pero luego se olvidan. Mejor dicho siento "asco" de esa actitud tan reprochable que demuestran. No quiero seguir expresandome porque sino yo también puedo olvidarme de las buenas maneras sobre todo cuando veo las continuas falta de respecto, malcriadeces y sobre todo mentiras que estos energúmenos que se hacen pasar por tertulianos demustran nada más abrir la boca para hablar. Mienten más que habla. Fin
A modo de reflexión: mucha gente para insultar utiliza la muletilla"politico", es decir dice inutil "politico", torpe "politico" entiendo que esto es un insulto en toda regla, debería haber más nivel intelectual para expresar lo que uno considere oportuno pero sin entrar en esas definiciones de inutil "político",etc.
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