domingo, 27 de abril de 2014

EL GUSTO POR LO PRIMOROSO

La palabra primoroso o primorosa parece estar en desuso. Cada vez menos se procura el cuidado de la obra bien hecha, la atención delicada al otro, la gentileza proverbial de la gente de antes, que con primor se relacionaba con sus vecinos. Es una palabra evangélica. Dios usa esta frase varias veces cuando da las instrucciones a Moisés de cómo debía ser hecho todo fuera y dentro del tabernáculo que los Israelitas habrían de construir a medida que avanzaban por el desierto: primoroso. Primoroso, según la Real Academia Española es un adjetivo que significa: “que se hace con delicadeza, excelencia y perfección” .  Dios pedía que cada cosa que se construyera dentro y fuera del lugar en el que Dios iba a venir a habitar con su pueblo, debía ser hecho con delicadeza, excelencia y perfección.  Así fue el café que nos sirvió hace unos días una vecina a la que fuimos a visitar. Primoroso su recibimiento, primorosa su casa, primoroso su patio, primorosa su charla y primoroso el rito del café, delicado, excelente y servido con perfección. Me recordó a un amigo mío, Manuel, cuya casa era la casa de un sabio soltero y solitario, cuya principal ocupación en el día a día era  el ordenador y las matemáticas. Pero cuando sacaba el café, ah, cuando sacaba el café…. Bandejas con manteles bordados, porcelana de buena calidad y un café aromático que acompañaba la charla prolongada con los amigos. Así de primoroso fue el servicio del café que tomamos: sendas bandejas caladas y unas tazas de porcelana finísimas y bellas. Hay amistad, pero nos trató como si fuéramos la visita más importante que hubiera recibido. Una perfecta anfitriona, con el estilo y la hospitalidad que siempre caracterizó a nuestro pueblo, en casas importantes o casas humildes. Así fuimos siempre y así somos. Al menos nuestra anfitriona conserva esa calidad humana y esa elegancia consustancial de nuestra gente. Nuestros calados los he visto debajo de un jarrón, de un juego de café o conteniendo dentro de un balayo papas arrugadas. No es cuestión de riqueza, sino de la elegancia natural que siempre tuvimos en cualquier morada, de la más humilde a la más aristocrática.  Calados realizados por manos sabias, en bastidores perfectamente tensados, con paños de urdimbre calculada, que realzan cualquier objeto que se le coloque encima. Primorosa la ejecución y primoroso el uso. Personas laboriosas a las que el hecho de producir esas joyas o tenerlas en su ajuar y usarlas les causa el placer que tiene la obra bien hecha. Con el ejemplo de mi amigo se demuestra que el trato, el uso de los objetos y la producción y atenciones primorosas no es cuestión de edad, ni de clase social ni de sexo. Personas singulares y cálidas, que son el alma de su familia, luchadoras y justas, su conversación es tan primorosa como sus hechos. Sencillas y vivenciales, se podría pasar uno mucho tiempo disfrutando de su conversación y de su entorno, primoroso a su imagen y semejanza. Personas claves para un pueblo que necesita reconocerse en aquellas actitudes que lo hicieron singular, que lucha por ser más amigable y recuperar el tiempo perdido, que intenta salir del bache del pasado próximo y palpitar de nuevo con aquellas cosas que nos hicieron especiales.  Decía Baltasar Gracián que los juiciosos prefieren el asunto primoroso, aunque lo primoroso es arduo de hacer y de entender,  pero son los eminentes, los no vulgares, los no ordinarios,  los que se distinguen y toman como modelo de vida la acción primorosa. Biblia y pensador español no se equivocaron. Así fue nuestro pueblo antaño, así sigue siendo para muchos, así lo queremos para todos. Gracias a mi vecina por recordarme el gusto por lo primoroso, la estética de la hospitalidad, la serenidad de la gente buena. Gracias mil. 

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