viernes, 12 de octubre de 2012

LO QUE NO ES POLITICA


Asisto, consternada y abochornada, a la actuación de un grupo que se dice político local, que degrada la política y que la conducen a un formato de miseria que repugna a cualquier persona que piense (como yo) que la política es una actividad noble,  y que el servicio al pueblo es al pueblo todo, no a un conjunto de agresiones a los vecinos que soportan la impotencia de haber perdido las elecciones y la pretensión de que todo vale para volver al machito. Han convertido su acción política en una pelea a muerte por los puestos de poder: hacia fuera, vertiendo todo tipo de mentiras, insultos y agresiones sobre los que actualmente gobernamos, y hacia dentro, en unas luchas intestinas de las que vemos la punta del iceberg pero que se traslucen y se dicen a voces por los voceros, que para eso se les ha puesto los medios (¿de donde habrán salido, de donde salen?) para desde una ¿radio? Ilegal ponerle altavoz a sus inventos, tergiversaciones, mentiras e insultos. Por volver al poder y controlar, como hicieron en el pasado, vidas y haciendas, se pelean internamente en un duelo donde predomina el yo, o el caos; y muchos de ellos se sienten felices como cabezas de ratón, mientras los que se beneficiaron de los largos años de desgobierno (gobierno para ellos y desgobierno para el pueblo, y de eso yo doy fe en estos momentos por los múltiples problemas con los que estoy teniendo que lidiar) se comieron y se comen el lomito, viéndolos echarse cuchillo. Yo y muchas personas del pueblo estamos  asqueados por esos comportamientos barriobajeros, y así me lo hacen saber. En algunas personas, damnificados de esos comportamientos (que incluso les jalearon como colaboradores) se han dirigido a mi para que les ampare desde la emisora municipal. Porque van dejando ya muchos cadáveres en el camino. Cualquier cosa es buena con tal de que sirva a su objetivo final: machacarme y conseguir con modos espúreos lo que no lograron en las urnas. Lo último, por poner un ejemplo, es atreverse a denunciar a vecinos por supuestas obras ilegales (pequeñas obras de habitabilidad que ni les van ni les vienen) y dividir la tragedia de nuestro pueblo, al igual que de otros pueblos, el grupod e personas en desempleo, en dos, con agresión a cada una de las dos partes: a los que han obtenido empleo en las últimas decenas, casi un centenar de contrataciones, acosándolos y acusándolos de enchufados; a los que no han sido seleccionados, mofándose de ellos en su propia cara.
El pueblo ramblero se merece un mayor respeto, -ya que no es ganado-, para que una pandilla política comercialice con ellos y los use para sus fines partidistas y mercantiles. Siguen con su modo histórico de intimidar, reflejado en las advertencias que se hace a los empleados de que “se porten bien” porque “la tortilla se puede virar”. Lo hacen todos, sea vendiendo entradas para una cena, sea demandando informaciones internas municipales o coaccionando a personas para que hagan o dejen de hacer lo que antes se conseguía con una orden sin posibilidad de objeciones.  Pese a las amenazas, o tal vez por ellas,  han dejado de inspirar confianza. Apartados del poder por las urnas, que castigó ese sistema que representan de gobierno políticamente desnortado y corrupto, no quieren entender, y medir, lo que realmente dicen en la calle, sobre su abuso de poder que pretenden extender hasta la actualidad, actuando como una auténtica mafia política, lanzando bulos, mentiras e infundios y aprovechándose para difundir o agredir a personas cuyo capacidad intelectual es limitada, o usando para sacar rédito político cosas con las que no se juega. Y, aunque sé que la población ya los castigó por ser durante años un desgobierno de gente sectaria y excluyente, cuyo mérito fue  una especulación desmadrada con lo público de la que todos sacaron la mejor tajada, recuerden que, desde su propia crisis interna que ha salido a relucir en muchas ocasiones y de la que me llegan las peticiones de amparo,  quieren volver al estado anterior donde las fiestas privadas se sucedían (a nosotros nos acusan de organizar fiestas populares, pero nadie nos ha visto, ni nos verá, hacer fiestas escondidas en cuevas o mansiones ilegales, gastando a raudales todo tipo de licores espirituosos de alto standing), y que para ello harán de todo, incluso arrastrarse entre ellos para después darse besos y abrazos o patalear como lloronas limosneando, para que volver a vivir opulentamente del pueblo, dentro de los festines particulares de antaño que tenían de escenario los que todos tienen en mente, y que han vuelto a resurgir en las últimas semanas. Lo que implica que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace, sobre todo porque en estos momentos, esos comportamientos significan que les importa un rábano la situación económica y social de San Juan de la Rambla  actualmente. Porque si les importara, dejarían de presionar para que terrenos públicos en SJR (por ejemplo, la granja y la finca de Las Rosas), en poder de sus amigos “políticos” pudieran cederse y ponerse a disposición de los vecinos, a la vez que se presiona para que desde esa misma institución se le dé salida a uno de los míos y se le coloque en posición privilegiada para hacer negocios particulares, viajes incluidos. Porque ahí la política, tal y como la entienden, si que actúa en contra del bienestar general y pasa a ser “ayúdenme todos para que yo pueda progresar”. Y ASÍ HA SIDO DURANTE MÁS DE 24 AÑOS.

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