sábado, 6 de septiembre de 2014

CARGARSE A FIDELA

No por conocida deja de sorprendernos la declaración pública de quien se autodenomina vocero de AIS de que cierta radio se creó “para cargarse a Fidela”. Y no voy a explicar de qué medios se valió para hacerlo: insultos, mentiras, calumnias, ….  Para qué voy a incidir en lo que es archiconocido. Por lo único que merece la pena traerlo a colación es para afirmar que ni se “cargaron a Fidela” ni se debe confundir esa basura con la política. Confunden la crítica política con comportamientos tabernarios y de lumpen, con perdón de ambos ámbitos. La política es crítica y contraste de ideas. Criticar en política es proponer salidas convincentes para superar los  problemas. Si no se dan alternativas a aquellos aspectos que no nos gustan de las acciones de nuestros adversarios el político deja de ser político y se convierte en un mero criticón vacío de doctrina y visión política. El político criticón y destructivo, afortunadamente, es un líder obsoleto que refleja no saber lo que se requiere para mejorar su ámbito de influencia. Seguir esa ruta política es lo más inconveniente para la sociedad. Por eso, la ciudadanía debe discernir con mucha calma y profundidad qué clase de atributos políticos quiere que tengan los políticos que aspiran a gobernarles y meditar con calma y objetividad cuáles son los rasgos que demanda la actual etapa.
Lo que es seguro es que la crisis que vivimos no puede ser superada con un político criticón y destructivo, que hace ruido mediático sin agregar valor propositivo a sus cuestionamientos. El político criticón puede plantear obras alternativas a las que sensata y razonadamente, y en muchas ocasiones consensuadamente, plantean o plantearon sus adversarios. Pero son obras alternativas que no son viables, o si lo son no resuelven nada. Podemos poner variados ejemplos de los últimos 20 meses en SJR. Lo que pretende en todo caso el político criticón es  atraer votos, y para ello adopta una actitud electorera maquillada con mal gusto. Pero ni siquiera esto es lo cuestionable. Lo que inquieta es que el político criticón pretenda ir de yo no fui, cuando en época reciente fue y fue mucho, el causante de los problemas actuales. Entonces, las críticas sin dar soluciones concretas desvelan posturas débiles e incoherentes, que intenta adobar y enmascarar con el ruido de sus críticas.

No es esto lo que se necesita.  Se necesitan políticos con actitudes innovadoras, con voluntad para impulsar cambios estructurales que le den un nuevo rumbo a nuestro desarrollo. Se necesita, además, que el político sea realista, con un poco de visionario, con carácter para tomar  decisiones y que actúe impulsando acciones estratégicas que contribuyan al cambio, respondiendo a una sociedad que  pide soluciones y acciones que impulsen la democracia participativa, no con palabras, sino con acciones claras que hagan transparentes los procesos para combatir la pobreza y la protección de la ciudadanía. Nada de esto es compatible con actitudes  mezquinas, de quienes se creen políticos pero en realidad usan la palabra política de forma peyorativa. Mientras que el político propositivo, visionario y progresista actúa con acciones que el pueblo demanda, el otro no traduce su pensamiento en acciones porque no sabe ni quiere aprender. Esto explica por qué una radio, que se pretendió al principio municipal, cae en manos privadas, de un concejal espurio que la creó, no para el debate político, sino para aniquilar al contrario. Por eso se han negado siempre a debatir. Porque a falta de ideas, lo que  hacen valer es la infamia. Pero lo cierto es que el enriquecimiento está en el debate, en la confrontación limpia de las ideas y de los proyectos. Política propositiva no implica no discutir, incluso significa discutir fuerte. Las discusiones políticas que importan son las discusiones políticas fuertes. Cuando se elude la discusión política fuerte, en realidad se  elude el debate político. Y entonces aparece la infamia: la descalificación, las mentiras, los insultos, los shows, los panfletos… y las radios creadas para “acabar con Fidela”. Triste forma de hacer política. Que no hace que me afecte personalmente, pero sí que me indigne. Porque es indignante que, en lugar de hacer política de la buena, el único objetivo sea acabar con el adversario. Enfadarme no me va a hacer pensar más y mejor por el municipio, pero reaccionando con indignación ante lo espurio, ante lo mezquino, ante la política basura, ante la falta de propuestas y objetivos, ante la falta de soluciones a los problemas del municipio que es   ante lo que se tiene que reaccionar con indignación, sí. La indignación moral es un sentimiento sagrado. Y hoy estoy indignada. No por lo que dicen que me han hecho a mí, sino por lo que han dejado de hacer en el mismo tiempo por mis convecinos. Eso si que es indignante. 

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