viernes, 29 de agosto de 2014

LA MALA EDUCACIÓN, LA VUELTA A LA DICTADURA O EL PUÑETAZO SOBRE LA MESA

Lamentable el espectáculo del pleno de hoy. Pensamos que la época de los puñetazos en la mesa había acabado, pero nuestra sorpresa fue que el concejal más joven se comportó como un dictadorzuelo de tres al cuarto y puñeteó la mesa del plenario repetidas veces, usando un tuteo ofensivo dirigido a nosotros, sus adversarios políticos, que no sus enemigos.  Lo peor no es que lo hiciera. Lo peor es que lo que podría ser una excusa en el pasado (trasunto de una educación dictatorial) para una persona de más edad, ahora no puede ser disculpa para alguien tan joven, el más joven de la corporación. 
Señor concejal, en una controversia, una persona educada puede -claro está- mantener sus posiciones iniciales contra su oponente, pero intentando explicar sus razones y, sobre todo,  lamentando no poder coincidir con el contrario, aplicando el viejo aforismo que dice que  siempre vale más un mal acuerdo que un buen juicio. Sólo una persona maleducada y prepotente da puñetazos sobre la mesa y señala ofensivamente y tutea igual de ofensivamente a su oponente. Si encima lo insulta, aún es peor. Y peor e inaceptable es cuando ese maleducado dice representar a los vecinos, que están muy lejos de compartir ese elevado grado de mala educación. Es de mala educación insistir en mantener una postura innecesaria, porque revela -en las mismas formas en que se expresa- que no sólo es un maleducado en lo personal, sino que, como político, se comporta como un auténtico autoritario, un dictadorzuelo en el área que desgraciadamente lleva y de la que así abusa ese 'servidor' (¡!) público. Lo peor fue cuando, en el colmo de la falta de respeto, calificó a la Directora General, doña Georgina Molina Jorge, a quien desde aquí trasladamos nuestras disculpas en nombre del pueblo de SJR, de "la Georgina".
Hace tiempo que me preocupa lo que se viene dando en llamar la crisis de educación y autoridad. Por eso reivindico continuamente la educación y la buena crianza. Pero discrepo de que tengamos una crisis colectiva de autoridad. Lo que pasa es que hay quien no sabe estar a la altura de lo que representa, como le pasa a este muchacho, y lo que le pasa es que tiene un empacho de autoritarismo y de poder y un déficit de buena crianza y de buena educación. En realidad, le pasa lo que a los niños pequeños: poca tolerancia a la frustración. Se había montado un espectáculo estelar y se le estropeó porque la solución llegó antes de lo esperado, y no precisamente de su mano. Y perdió los estribos. Por eso dejó ver su auténtico rostro: faltó al respeto a los presentes y a los ausentes, gritó, acusó con el dedo, pegó puñetazos, insultó, intentó desacreditar… Su intervención en el pleno, bien adobada de autoritarismo más propio de épocas que creíamos que afortunadamente habían pasado, nos hace exclamar “¡qué miedito!”
Pero como no puedo dejar de ser docente, quiero terminar este post recordándole al joven concejal que ser autoridad no es ser autoritario y que en el ejercicio de la autoridad es distinto la potestas de la autoritas. La potestas es el mero ejercicio del poder, no siempre legítimamente obtenido, y es en lo que basó él su intervención de hoy. En la potestas cabe todo eso que hizo que su intervención de hoy pueda ser calificada como la propia de un dictadorzuelo. La autoritas, por el contrario, es la autoridad emanada de la razón y el conocimiento, de quien ejerce el gobierno y no el mando. Y esta última, estimado compañero de corporación, hay que ganarla. No precisamente a puñetazos.


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