jueves, 6 de septiembre de 2018

EL ESTUPOR DE LAS ÚLTIMAS CONVOCATORIAS DEL CONCURSO OPOSICIÓN PARA EL ACCESO A LA FUNCIÓN PÚBLICA



EL ESTUPOR DE LAS ÚLTIMAS CONVOCATORIAS DEL CONCURSO OPOSICIÓN PARA EL ACCESO A LA FUNCIÓN PÚBLICA
                Tras haber superado a lo largo de mi vida dos procesos selectivos para ser funcionaria docente y haber formado parte de la organización y de los propios procesos selectivos, tengo que confesar que los procedimientos selectivos de los últimos años me han causado, como mínimo, estupor. Parece lejano el año 2016, en que los opositores de secundaria sabían que se iban a enfrentar a un ejercicio práctico, pero que hasta prácticamente el momento de matricularse, un par de meses antes, no supieron en qué consistía y que se diferenciaba mucho de los prácticos de otras comunidades autónomas. Pese a que mi criterio es que esta modalidad de  práctico (supuesto práctico de desarrollo de una situación educativa) se ajusta más a las plazas que se ofertan y me parece una decisión afortunada,  no haber informado con tiempo suficiente a los aspirantes me pareció una falta de respeto a quienes, de forma esforzada, estaban preparando sus oposiciones con mucho tiempo.  Así las cosas, ni siquiera hubo el tiempo suficiente para instruir a los tribunales, y ellos a su vez a los aspirantes de su tribunal, de las características y los criterios de corrección.  El estupor de muchos opositores ante el supuesto que tuvieron que defender, a lo que se sumó la gran diferencia de criterios de unos tribunales a otros,  hizo que la frustración fuera generalizada en casi todos los tribunales.
                Pensaba, erróneamente, que de esa experiencia la Consejería de Educación iba a sacar enseñanza suficiente para que el proceso de 2018 fuera considerablemente mejor.  Las cosas pintaban muy bien.  El PP a nivel nacional había impedido a partir de los presupuestos de 2012 el acceso a la función pública docente para dotar aquellas plazas (muchas, dada la pirámide de edades del profesorado en ejercicio) que iban quedando vacantes, dejando la tasa de reposición (cobertura de plazas vacantes) en sólo un 10%. No obstante, en los dos sucesivos procesos electorales generales recientes,  se acordó de este importante colectivo (profesores interinos y sustitutos y aspirantes), y cambió de un plumazo una tasa de reposición de apenas un 10% (lo que había hecho que las Comunidades Autónomas no sacaran esas mínimas plazas, porque no era rentable) a la posibilidad de ofertar el 100% de las vacantes. Era el momento esperado por muchos profesores y aspirantes a profesores que desde hacía años se preparaban para el acceso a la función pública. Tras este anuncio, que se correspondía con las bases de Ejecución de los Presupuestos Generales del Estado de 2018, la Consejería de Educación se aprestó a hacer su oferta. Una oferta muy buena, que compensaba los años de sequía que sucedieron a 2010, último año en que se convocaron plazas equivalentes a las vacantes reales. La ilusión y el entusiasmo de los opositores fue magnífica. Hacía mucho tiempo que no veía a profesores interinos y sustitutos y a aspirantes preparar con tanto entusiasmo los temarios y las tres partes de competencia profesional.
PRIMER ERROR: UNA VEZ PRESUPUESTADAS, SE REDUCEN LAS PLAZAS PRÁCTICAMENTE A LA MIITAD
Esta decisión, altamente perjudicial para todos, pero especialmente lesiva para los aspirantes aún no incorporados al sistema, no tiene ningún sentido. Siendo la tasa de reposición del 100%, y afectando a Cuerpos que por primera vez, desde 2012, tenían una alta precarización del empleo (más interinos que en Primaria), y habiendo sido presupuestadas 2041 plazas, de repente se reducen a 1160. Las preguntas son, ¿por qué no se ejecuta la ficha económica aprobada en los presupuestos de la CAC para este fin? ¿es sensato, tras tantos años sin convocar plazas, que se reduzca de esta manera la oferta pública de empleo?
SEGUNDO ERROR: EL PROFESORADO INTERINO Y SUSTITUTO NO ESTÁ OBLIGADO A PRESENTARSE, PORQUE CONSERVA SU PUESTO EN LA LISTA. COROLARIO: EL PRESENTARSE, A QUIENES AÚN NO EJERCEN, INCLUSO APROBANDO EL PROCESO, NO SIRVE DE NADA SI NO SE OBTIENE PLAZA, PORQUE, AL CONTRARIO QUE EN AÑOS ANTERIORES, ESTUDIAR Y PRESENTARSE NO TIENE COMO PREMIO FORMAR PARTE DE LA BOLSA DE EMPLEO DEL PROFESORADO
Cierto es que el profesorado en activo está preparado. No me cabe la menor duda. Todos tienen su titulación, y lo que abunda en ello, se han formado en el ejercicio profesional. Si lo negara, cuestionaría también al profesorado de los centros concertados y privados que no pasan por proceso selectivo alguno. Pero no se trata de eso. Se trata de que nuestro sistema educativo tiene como modelo de acceso el concurso oposición. Por ahí hemos pasado todos. Si hubiera otro modelo, ese sería el sistema. Pero hoy por hoy, es el concurso oposición el método para seleccionar a los funcionarios, en nuestro caso, docentes.  Y el concurso oposición ha de garantizar los principios de igualdad, mérito y capacidad. Mucho profesorado interino y sustituto, cuando se supo que no habría cambios en la bolsa de empleo y que no estaban incluso, obligados a presentarse, dejaron de preparar la oposición. Independientemente al daño causado a los aspirantes no docentes,  para este profesorado también es un fraude, porque más pronto que tarde  las plazas han de salir (incluso, tal vez, a través de la vía legal, con muchos visos de salir adelante), y se les ha hurtado la posibilidad de consolidarla (a veces la supuesta comodidad es una trampa). La pregunta es: ¿Dónde queda el principio constitucional de igualdad en el acceso a la función pública en los considerandos uno y dos? No hay igualdad posible entre quienes actualmente están en una bolsa de empleo inamovible, que no se cuestiona porque no se sacan las plazas que esa bolsa cubre, y quienes quieren entrar en el sistema. Tampoco hay igualdad cuando se queda fuera del sistema quien participa, e incluso aprueba, y quienes no participan continúan en el sistema, sin más mérito que ocupar la plaza.  La igualdad brilla por su ausencia, y ya no hablemos de la equidad. El sistema de acceso a las listas, sin ser perfecto, garantizaba la igualdad entre los aspirantes, fueran o no docentes en ejercicio. Conozco casos de personas que han aprobado hasta tres veces las oposiciones, la primera sin oportunidad de entrar en las listas, la segunda ya se le dio la oportunidad y la tercera, con el plus de la puntuación en la fase de concurso, por fin se hizo funcionaria. ¿Por qué se cambia arbitrariamente un sistema que había demostrado sus bondades a la hora de garantizar un mínimo de igualdad? Un cero en la defensa de ese principio constitucional a nuestra Consejería de Educación.
TERCER ERROR: LA PROPIA OPOSICIÓN
En los considerandos anteriores, puede parecer que defiendo a los aspirantes que pretenden acceder desde fuera al sistema, y en este considerando verán que no hay tal. La oposición tiene tres ejercicios bien diferenciados: el primer examen consta del desarrollo de un tema del temario y del desarrollo de un supuesto práctico docente, y el segundo, la defensa de una programación y una unidad didáctica o situación de aprendizaje. Me viene a la cabeza  el título de un fantástico libro sobre la docencia titulado “Para enseñar no basta con saberse la asignatura”. Y siempre he completado el título añadiendo “pero hay que sabérsela”. Dentro de esta estructura hay una parte de conocimiento de la materia y otra profesional. La de conocimiento de la materia es el desarrollo del tema. La competencia profesional está en el desarrollo “exnovo” de un supuesto, en el primer ejercicio, con tiempo insuficiente, y sujeto a aleatoriedad y la defensa de la programación y una unidad,  preparadas a conciencia, que es el segundo ejercicio al completo. Un profesor muy bueno puede flojear en el primer examen. No quiere decir que no se sepa el tema, porque es lo que enseña, pero seguramente no lo desarrolle a gusto del tribunal o con la brillantez que espera, sobre todo si pretende el tribunal hacer la criba mayor en este examen. Consecuencia: aspirantes con fantásticas programaciones se quedan fuera. Esta situación se da especialmente con el profesorado en ejercicio, porque por motivos obvios, tienen menos tiempo para preparar los temas. El modelo de 2010 era más equilibrado, y atendía  más a los principios de mérito y capacidad. ¿Por qué se dejo de considerar el examen como un todo? No hay explicación racional. Este formato solo beneficia a los tribunales, que acaban más rápido, sobre todo si la criba la realizan en el primer ejercicio.
EN DEFINITIVA. ESTUPEFACTA Y TRISTE POR EL RESULTADO Y LAS CONSECUENCIAS DEL ÚLTIMO PROCESO SELECTIVO PARA EL ACCESO A LA FUNCIÓN DOCENTE.
Conclusión:
Creo que existen alternativas. Aunque tengo mi criterio, estudiarlas y hacerlas viables es competencia de la propia Administración y los colectivos afectados, quienes han de abordar este problema de frente y dar respuesta a las provisión de plazas de un cuerpo, el de docentes, que tan importante es para la sociedad. El futuro y la paz educativa dependen de ello.

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