Después de mi mea culpa, gracias a todos y a todas.
A la mayoría por animarme, y al anónimo que me censura la forma de escribir, porque una debe aprender de la crítica. Seguramente la crítica con fundamento, constructiva, hace que uno sea cada día un poquito mejor. Si uno tiene la humildad suficiente para escucharla.
Sólo debo decirle dos cosas a ese anónimo: que pese a que menciono en mi escrito de contestación la titulación, no lo hago con presunción, sino para ejemplificar lo que sé que les molesta a nuestros desgobernantes. Yo digo como dijo Saramago al recibir el Nobel "la persona más sabia que he conocido no sabía leer ni escribir". Él hablaba de su padre, como yo puedo hablar de mi abuelo, personajes con las mejores virtudes que adornan a la gente de nuestro pueblo: humildes, modestos, prudentes, y por todo eso, sabios, en sus respectivos oficios. Mi abuelo, por ejemplo, excelente agricultor donde los hubiera.
Ésa es la actitud que yo reivindico; cada uno actuando de la forma más honrada posible en su profesión, dejando en alto su condiciónd e ser humano. Y es lo que digo que no tienen nuestros desgobernantes.
La segunda cosa es que, aunque mi forma de expresarme sea críptica a veces, no creo que sea barroca. Hablo casi siempre de las cosas del pueblo, de las cosas que nos conciernen a todos. No hablo de diseño curricular, aunque pueda hacerlo. Ese lenguaje técnico si que estaría fuera de lugar. Pero al mencionarlo, me parece que me echa en cara mi especialización. Y eso tampoco es correcto. Hace mucho tiempo, con personas como nuestros desgobernantes, que desahogaban su frustración echando en cara a otras personas, entre ellas a mí, el tener estudios, me prometí que, de igual manera que no voy alardeando de ello, tampoco me iba a avergonzar jamás de tener estudios, como parece que pretenden los que te acusan de algo por tenerlos. Porque, mi querido anónimo, más que por mis méritos, esos estudios los debo al trabajo, el sacrificio, el interés y los ánimos que me dieron los que me antecedieron. Entre ellos, mi abuelo Vicente, el mejor agricultor posiblemente de la zona, aunque analfabeto. Lo que no fue obstáculo para que fuera un hombre de bien, que es lo único que les he pedido a mis hijos: que sean hombres de bien.
Y de esa herencia de mis antepasados, en forma de estudios, mi querido anónimo, ni puedo ni debo avergonzarme. Porque ellos se merecen que no lo haga, sino más bien que me sienta orgullosa de lo que consiguieron.
2 comentarios:
FALTAN 960 DÍAS
Ellos son alergicos a todo lo que huela a cultura y estudios por eso le echan tanta basura al que tiene algún titulo, son unos envidiosos.
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