Ayer asistí a la inauguración de la exposición dedicada a Juan Negrín en Los Silos. La exposición se denomina "Juan Negrín el estadista. La tranquila energía de un hombre de Estado". La exposición llega a Los Silos, desde el Parlamento de Canarias, como uno de los hitos con el que la Villa hermana conmemora sus cinco siglos. Nada mejor que reivindicar la Memoria Histórica, de todas las épocas, para esta conmemoración. Santiago Martín, el alcalde, demostrando una exquisita sensibilidad, trae esta exposición a la Villa tras homenajear, hace un par de semanas, a todos los concejales de la Villa en un acto que cabalgó entre los Cinco Siglos de Los Silos y los treinta años de Ayuntamientos democráticos.
Don Juan Negrín enaltece estos actos, con una exposición donde se desvela su bonhomía, su conocimiento, su compromiso, su valía. C0mo dice su nieta en el folleto explicativo, la democracia es un proceso lento, que exige análisis histórico objetivo del pasado para consolidar el presente y el futuro. Juan Negrín fue médico por pasión, y político por compromiso ético y social. Se hace republicano en Canarias y socialista en Alemania, a donde se va a estudiar tras alcanzar notas extraodinarias precozmente en el Instituto de Canarias. Allí, en Alemania, de la mano de Indalecio Prieto, ingresa en el Partido Socialista en el 29, siendo elegido diputado a Cortes en el 31. De diputado en varias legislaturas, pasa a ostentar el Ministerio de Hacienda (había demostrado su valía y compromiso siendo el administrador de la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid, entre otros) y, posteriormente, la Presidencia del Gobierno del Estado. Juan Negrín es, pues, el único canario que ha llegado a ser presidente de España. De Negrín hay que destacar su valor intelectual (colaboró estrechamente con Ramón y Cajal en la Junta para la Ampliación de Estudios, órgano de investigaciones científicas estrechamente ligado a aquel movimiento magnífico, de finales del XIX, la Institución Libre de Enseñanza, que dió lugar a los mejores intelectuales de la historia de este país y, en la época, de Europa, que era como decir del mundo), su valor como político y estadista (dictabas conferencias con la temática de Ciencia y Política, aplicando el rigor cientíofico a sus acciones de gobierno) y su valor como personalidad notable y admirable y como ciudadano de a pie en el exilio, donde murió prematuramente con un organismo agotado por el sufrimiento.
Invito a todos a que gasten una tarde en recorrer detenidamente la exposición. Un soplo de esperanza les recorrerá, como a mí, al comprobar que la acción política puede y debe ser de calidad. Ese convencimiento será la recompensa para un recorrido que nos devuelve la figura de un egregio compatriota, respetada y respetable.
Les dejo con una frase suya, que hago mía:
"Una guerra se pierde solamente cuando se da por vencida. Al vencedor lo proclama el vencido. Resistir es vencer"
Que así sea.
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