NUESTRAS BANDAS, EL CONCIERTO DEL DOMINGO Y PÉREZ PRADO

Permítanme que se me caiga literalmente la baba. Las intervenciones de nuestras dos bandas, el domingo por la tarde, fueron excepcionales. Ya la Alcaraván elevó considerablemente su altura con la reincorporación de´los músicos antiguos, a los que los amigos de las bandas les agradecemos continuamente su paso al frente, en un acto de valor, en la doble acepción de la palabra valor (como valentía y como valía). Esa misma circunstancia se produjo el domingo con la XIX de Marzo. Un puñado de músicos de la misma, de distintos momentos, se unieron a los instrumentos actuales para dar lugar a una magnífica banda de más de sesenta músicos, que sonó primorosamente. Fue in crescendo. La sorpresa, la maravillosa sorpresa, fue en el bis, en el regalo solicitado a coro por el público ("otra, otra..."). El regalo de la banda fue la interpretación de la obra "Mambo número 5" del cubano-venezolano Pérez Prado. De forma casi prodigiosa parecía (de broma se lo comenté a algunos músicos) que era la propia orquesta de Pérez Prado la que sonaba en play back. Espléndidas, las notas del mambo que nos contagiaron a todos en la plaza de San José parecían, como el mejor Pérez prado, combinar la música cubana con elementos del jazz de las big bands para formar un híbrido contagioso donde todos los asistentes al concierto parecía que estuviéramos siendo invitados a bailar por la XIX de Marzo. Con ráfagas momentáneas de agudos bronces, una percusión que mantuvo todo el tiempo el trepidante ritmo adicionándole un punto afrocubano muy interesante, arreglos con predominio de los distintos instrumentos al estilo de las grandes bandas de jazz (solo les faltó levantarse a los músicos dominantes en el momento de interpretar su parte), una audacia más propia de una jazz band que de una banda de pueblo, la XIX de Marzo pareció, en la tarde noche ramblera, una nueva big band que estaba estrenando un sonido peculiar, un sello propio, un nuevo ritmo vanguardista y renovador con una sonoridad diferente a la acostumbrada, con una base rítmica de la percusión inusualmente principal y donde el verdadero solista es la propia banda y cada conjunto de instrumentos dentro de ella, con un meticuloso trabajo de la melodía, la armonía y el ritmo, magistralmente repartido entre los metales.

Gracias a la banda, a los refuerzos y a su director. No nos priven del placer de este sonido magnífico que escuchamos encantados la tarde del domingo. No nos priven, porque los ratos placenteros y mágicos como este no son demasiado habituales. Gracias.