EL EJEMPLO DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Somos campeones mundiales durante los próximos cuatro años. El domingo por la noche, España fue una fiesta. De nuevo, en la sede del partido socialista ramblero, un numeroso grupo de personas de todas las edades nos emocionamos, vibramos, saltamos, sufrimos con las peripecias de una selección, la española, que demostró y derrochó deportividad, nobleza, buen juego y trabajo de equipo, consiguiendo aglutinar en torno a ella a todos los españoles sin excepción. Un triunfo merecidísimo, por buen juego y por pundonor, por sentido de equipo y por deportividad, por un trabajo de grupo excepcional y por poner los intereses de todos por arriba de las individualidades. Aglutinando a todos han hecho realidad nuestros mejores y más utópicos sueños y han impulsado el nombre de España alrededor del mundo. Éste es el resultado final del esfuerzo denodado de una generación de deportistas. Una victoria de los 23 futbolistas que tenían detrás a todos los españoles, sin distinción de edad, raza, ideología, credo o condición sexual. Y detrás Del Bosque. Humilde, inteligente, cariñoso, socarrón y con genio. Un castellano recio, hijo de republicano represaliado, lo que marca carácter. Dicen que es muy meticuloso, un poco esponja, porque le gusta recoger todas las opiniones, y firme en sus decisiones, que toma tras una larga reflexión. No se ha puesto nervioso ante la gran responsabilidad: siempre se le ha visto como un tipo conciliador y gentil; sólo se le vio perder la compostura ante el juego sucio de los holandeses, que, sin embargo, hicieron que los españoles perfeccionaran aún más su juego limpio y casi perfecto y no cayeran en provocaciones. Él dice que la imagen de un seleccionador es la de un país. Del Bosque aprendió a caminar, de la mano de su padre, el republicano, tras un traspiés (cuando tuvo que dejar de jugar porque Zamora le partió la pierna, cuando Kubala contaba con él), y esa experiencia, también, le hizo asumir su gran éxito sin aspavientos y sin alzar la voz.

Cuando dije que tendríamos que coger como ejemplo el de la selección española, no lo digo en balde. En efecto, en la política, y más en nuestro pueblo, es preciso que los que nos gobiernan aprendan deportividad, buen juego, nobleza y trabajo en equipo. Deportividad y nobleza, por ejemplo, para reconocer que las iniciativas que toman están basadas en propuestas socialistas en su mayoría; buen juego para no intentar ganar, o intentar no dejar jugar, con marrullerías, cual si fueran un remedo de la selección holandesa (insultos en lugar de argumentos, mandar y pagar a emisarios y sicarios para hacerles las faenas sucias y un largo etcétera) y trabajo en equipo para aceptar otras propuestas, si son buenas para el pueblo, en lugar de empecinarse en objetar y denostar todo lo que no proviene de las propias filas. ¿Qué sería de los futbolistas si cada cual se empeñara en jugar por sí sólo? Poner los intereses comunes por encima de las individualidades, incluso las partidarias, es la actitud política que correspondería a este modélico comportamiento deportista, pero en nuestro pueblo, por ahora, no hay nada que hacer. Siempre que se tratan asuntos de interés para el pueblo, aunque procedan de AIS, los socialistas hemos votado a favor. No así los de AIS, que han llegado a votar incluso no cumplir la ley, sólo porque la propuesta de cumplirla procede de los socialistas. De esta forma no sólo no se cumplen los sueños, sino que es inútil soñar; no sólo no se proyecta al pueblo fuera de sus límites, sino que se enfrenta a una parte del pueblo contra otro, en un ejercicio mayúsculo de irresponsabilidad. Se han cargado de un plumazo, en los últimos años, el esfuerzo histórico de millares de rambleros que a lo largo de los últimos cinco siglos hicieron crecer un pueblo donde no había nada y prestigiarlo, tanto con títulos honoríficos como el de Villa, como con títulos del corazón como el de pueblo noble y esforzado, tolerante y hospitalario, y, por encima de todo, educado, con la educación de la buena crianza, la que mamamos de nuestros antepasados. Esos hitos que pasan de generación en generación los hacen colectivos privilegiados de personas, como nuestra selección, que con su buen hacer aglutinan a todos alrededor de sus triunfos (y a veces de sus fracasos), pero para eso hay que contar con ese tipo de personas, y contar con un líder, un gestor, una persona que irradie autoridad y que sepa por donde se anda, como Del Bosque. Ese líder ha de ser, como Del Bosque, humilde, inteligente, socarrón, cariñoso y con genio. No se puede ser prepotente, arrollar a nadie con las mayorías, ni hacer barrabasadas con esa excusa, hay que saber decir las cosas y no ladrar, querer a su pueblo como buen padre y no dividirlo y tener los redaños para tomar decisiones en cada momento, las mejores para el pueblo, sin distinción de personas. Ser cariñoso implica saludar a los vecinos cuando se cruza con ellos en cualquier lugar, y no virar la cara con prepotencia porque el vecino no es de los "suyos". Ser humilde es reconocer los méritos de los otros, aunque no sean de nuestra cuerda. Tomar decisiones es solucionar los temas, aunque nos cuesten votos, y también ser equitativo en los repartos. Pero todo eso supone inteligencia, no listeza. Inteligencia para los asuntos de todos, y no listeza para bien particular del que manda y de su bolsillo. Pues ese dirigente no lo hemos tenido en nuestro pueblo, desafortunadamente. Ni meticuloso, ni dialogante ni reflexivamente firme, ni siquiera conciliador y gentil. Antes bien, los de AIS, con el alcalde a la cabeza, han actuado y han demostrado, en los últimos años, ser amigos, como los holandeses, de marrullerías y juego sucio, lo que implica que no son ganadores ni nos esperan glorias en nuestro pueblo con tales dirigentes. Por ello, el resto, los que aspiramos a las mejores glorias para nuestro pueblo, lejos de mediocridades y venganzas, tenemos que tener en cuenta que, a poco que se mantenga la cordura, no se caiga en sus provocaciones, y contemos con que nuestra imagen, la imagen de la alternativa, es la imagen del municipio, y nos levantemos de los traspiés para conducir nuestros pasos por los senderos de la victoria, como la selección española, ESTE PARTIDO LO PODEMOS, LO DEBEMOS GANAR.