DON ANTONIO

Antonio (aunque el don lo llevaba por su bonhomía y su humanidad) ha sido mi vecino durante muchos años. Hemos compartido el honor de residir encima literalmente de la antigua "Fuente de la Zarza", tan antigua que es uno de los cuatro pagos de la parte alta del municipio del padrón de 1779, cuando aún no existía San José. Antonio falleció el pasado miércoles de una maldita enfermedad que se lo llevó, la misma que se llevó a mi padre. Antonio fue un excelente vecino. Hombre sensato, prudente y mesurado, daba gusto hablar con él de cualquier tema. Me recreaba yo muchas veces robándole unos minutos cuando lo veía por fuera de su casa. Yo cruzaba entonces la carretera y lo saludaba frente a frente, no de lejos, para oírle comentar el tiempo (tan duro con su huertita de al lado de mi casa, que cuidaba con esmero), de la cosecha o de algún suceso local. Antonio tenía una inteligencia natural, de la que aún perdura, herencia de nuestros antepasados que, combinada con la mesura y la prudencia, dio esos hombre íntegros, ejemplares, que cuando se van, como Antonio y como mi padre, nos dejan una profunda huella en el alma y una ausencia irreparable en el corazón. Ejemplo de persona buena, era un compendio de las virtudes de antaño que enfatizaba, en mi época del instituto, para que los alumnos las recuperaran de sus mayores, antes que sustituirlas por malas costumbres foráneas. No en balde su ejemplo dio como frutos cuatro hijos también ejemplares, cada uno en su ámbito profesional. Pero además, Antonio fue un hombre profundamente solidario. Les dejo dos detalles, uno personal y otro de solidaridad universal. Antonio siempre demostró, desde que comencé a abrir los cimientos de mi casa, las mejores virtudes del buen vecino, con las manos abiertas para ayudar, no sólo a demanda, sino anticipando la ayuda. Pero además, a Antonio, desde su prudencia y su rectitud, lo sentí cercano, muy cercano, en momentos en que las circunstancias se me pusieron cuesta arriba y necesitaba, como nada, el bálsamo de la bondad y de la cercanía. Y como ejemplo solidario, que deben seguir y en quien deben mirarse las nuevas generaciones, Antonio estuvo en primera línea de fuego, hace dos años, en el proyecto Sonrisas liderado por su yerno Juan Manuel, que llevó formación, conocimiento y solidaridad al altiplano de Perú, y a donde fue Antonio, con la sabiduría y la experiencia de conocedor de las mejores prácticas agrícolas de la zona, a devolver así el gran legado que nos hizo Perú hace un par de siglos con las papas de color. Esa es la imagen que yo retengo de mi vecino Antonio. Una imagen humana, de bonhomía, de sensatez, de prudencia, de mesura, de buena vecindad, de bondad, de inteligencia y conocimiento profundo de algunos temas y de solidaridad. Como los mejores, y a quienes quisiera que se asemejaran los mios, los que vienen detrás. Con palabras de Benedetti, uruguayo que no peruano, pero que escribió este párrafo pensando en todos los Antonios del mundo:

"Fue un excepcional hombre de pueblo, con los atributos de sencillez y modestia, de apasionamiento y generosidad, de capacidad de afecto y de trabajo, alegría y valor, eficacia y responsabilidad, que de alguna manera compendian lo mejor de nuestro pueblo”.

DEP Antonio, que desde el miércoles está entre los mejores.