MALDADES

Como Cayetano, esperaba algo más de esta oposiciõn.
Esperaba, por ejemplo, que esperaran los preceptivos cien días de cortesía para entrar a saco contra nosotros, a los que el pueblo decidió que fueran la alternancia de un gobierno agotado, sin ideas y vengativo. Y no esperaron. Desde el día siguiente a la toma de posesión, en su radio y en su tele (por llamarlas de alguna manera) insultaron, mintieron, injuriaron. Y ya no sólo lo hicieron conmigo, a lo que me han tenido acostumbrada, sino que incluyeron en su infamia a mi socio de gobierno, a Tomás.
Esperaba, ya que en el discurso de toma de posesión no sólo dejé a Marcos intervenir (por cierto, yo nombré a todos, él sólo a los suyos), sino que le tendí la mano, esperaba, digo, que él hiciera lo propio, no de boquilla, sino de verdad. Y ha seguido urdiendo y mintiendo. Mintiendo y alimentando villanías y bajezas de sus amigos en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Esperaba contención en las intervenciones públicas, al menos las mismas que nosotros hemos tenido tras comprobar el desastre en que habían sumido al ayuntamiento. Contención prudente, dado que las críticas han de ser a la gestión, que no sólo no ha tenido tiempo de hacerse sino que, pese a todo, todo el mundo reconoce que en poco más de un mes ha superado con creces, en atención ciudadana y municipal, la de al menos el último mandato. Y en el colmo de la maldad, como si acabaran de llegar, entonando un "yo no fui" referido al mandato casi eterno de AIS, se han dedicado a criticar a diestro y siniestro por todo aquello que ellos dejaron y no resolvieron.
Esperaba respeto por los empleados públicos, aquellos a los que humillaron y de los que se burlaron, negándoles sus derechos laborales. Y en el colmo de la ignominia, han pretendido vulnerar su independencia y su buen hacer pidiendo de manera torticera aquello que nos negaron una y otra vez y presionaron y extorisionaron a los mismos empleados para que dejaran de dar la información que debían a los ciudadanos.
Esperaba proyectos en marcha, dinero de otras administraciones que hicieran que el municipio mejorara con el esfuerzo compartido de otras instituciones que nos ayudaran a sufragar gastos. Y nos encontramos con un esfuerzo y un gasto exclusivamente municipal, que ha comprometido gravemente el presupuesto en las próximas décadas. Proyectos mastodónticos en un municipio donde los vecinos tienen dificultades para entrar en sus casas.
Esperaba información suficiente y un traslado de poder ordenado y transparente. Y sólo he recibido un despacho vacío (yo, porque el resto de concejales no tenía despacho, porque, al parecer, los asuntos se despachaban en los bares)y falta de documentación, llaves e incluso, de teléfonos móviles, que los concejales se llevaron a sus casas y no han devuelto. Por no hablar de los ocupas que se han quedado, valga la redundancia, ocupando las instalaciones municipales, y a los que uno de los concejales más indignamente activos en las redes sociales llegó a pedir que no se dejara acceder al nuevo gobierno.
Esperaba respeto en esta nueva época, respecto a la intimidad de los miembros del nuevo gobierno, y que de nuevo no se usara como ariete a la familia ni a las necesidades personales, sobre todo a las referidas a cuestiones de salud. Y ya ven como se ha usado esta semana para hablar, trivializando y sin conocimiento de causa, de mis supuestas vacaciones. Y lo hacen aquellos que compartimentaban la estancia en el ayuntamiento de forma que le tocaba "guardia" cada día a una persona distinta, estando los otros libres de "servicio".
Esperaba, en fín, propuestas constructivas. Pero vana esperanza. Porque el envilecimiento, la degradación de quien ha usado la cosa pública en beneficio exclusivamente personal ha llevado a la abyección más absoluta a quienes lo han hecho, ahora peor, porque están rabiando porque el pueblo les retiró el favor y aún no entienden nada. No entienden que esa misma conducta fue la causante de su descalabro. Y así será. Porque aunque hayan estado mandando un cuarto de siglo, la nobleza de San Juan de la Rambla supera eso. Lo ha superado, y espero que nunca más vuelva ese tiempo de vileza en la acción política, donde la humillación, el insulto, la venganza y el oprobio eran la moneda con la que devolvían haber estado viviendo del cuento. Nunca más.