domingo, 30 de septiembre de 2018

EDUCACIÓN PARA DAR Y PARA REGALAR


EDUCACIÓN PARA DAR Y PARA REGALAR
Hace unos días vino a verme un vecino. Dijo, y es verdad, que nunca había ido al ayuntamiento, pero como sabía que era bien recibida la experiencia para mejorar las obras, es más, lo pedíamos, venía a sugerir dos mejoras de una de las obras en marcha. Y tanto que lo agradecí. Para mí, ese vecino era el compendio de lo mejor de mis vecinos, por lo que voy a generalizar lo que me impresionó de él. Por ello, esta es una entrada de agradecimiento que le debo a la mayoría de mis vecinos. De ellos, de los que me precedieron, aprendí cuando era chica muchas de las cosas que hoy forman parte de mi forma de ser, aunque creo que siempre puedo mejorar. Aprendí prudencia, la que el vecino manifestó al decir que nunca había ido al ayuntamiento, y cuando vino lo hizo para aportar.
Aprendí paciencia, tanto tiempo (toda una vida) ha pasado sin que se aborde la problemática que vino a exponer.
Aprendí generosidad. Las dos aportaciones que hizo no fueron para mejorar su casa, sino la seguridad de todos.
Aprendí educación. Pese a venir a ofrecer su aportación, se disculpó por venir y agradeció mi atención y la de los técnicos.
Aprendí a cuidar la presencia en función de donde se va. El señor, al igual que mucha gente de una edad, cuando va al ayuntamiento honra la casa de todos en su porte y en su conducta.
Aprendí a confiar en quien sabe más. El señor contó sus observaciones basadas en la experiencia y esperó a que el técnico corroborara la solución aportada.
Aprendí humildad. El señor pidió ayuda para rellenar su escrito y se disculpó por no haber asistido a las reuniones que se convocaron en su momento.
Aprendí franqueza. Una persona que se muestra como es, sin dobleces, que te extiende la mano y te mira de frente, sin complejos ni orgullo, es un auténtico bálsamo en la actualidad.
Afortunadamente, la mayoría de mis vecinos son así. Prudentes, pacientes, generosos, educados, de buen porte y conducta, capaces de contrastar sus creencias y de no creer que saben más que otros, humildes y francos. Es la grandeza de mi gente, de la que aprendo y que me enamora. Gracias por darme tanto y enseñarme siempre.

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