sábado, 23 de agosto de 2008

ALCAHUETES Y ALCAHUETAS

La modernidad existe. Existe un nuevo mundo interconectado y en el que la información viaja a la velocidad de la luz. Aunque en este pueblo nuestro de nuestras desdichas no lo parezca.
En el mundo exterior, fuera de los dos Barrancos que conforman nuestra geografía (el de Ruiz y el de La Cantera o de La Hacienda), se habla a través de cámaras y se vive de tal manera que no es necesario, en la mayoría de las ocasiones, el contacto real con otros humanos. Podemos pasar nuestras vidas en la más intensa de las soledades y morir convencidos de nuestra sociabilidad solo porque interactuamos a través de pantallas y otros artilugios electrónicos con nuestros semejantes.
Esta situación actual no es buena. Nos perdemos el necesario contacto humano, que en los pueblos todavía existe. En los pueblos existían hace unas décadas unos flujos de poder que te podían convertir en campeón o en fracasado con un único rumor bien divulgado. Digo en los pueblos en general, aunque en nuestro pueblo persisten. En nuestro pueblo aún persiste la técnica de la Farfulla, una forma de comunicación que consiste en crear rumores desde los lugares donde se encuentran las personas desocupadas, rumores que sentencian en vida a unos y a otros, las más de las veces mediante infundios. Por motivos obvios y de todos conocidos (no frecuento los bares con tanta profusión como para haberlo comprobado in situ, pero me llegan los comentarios) la gente me cuenta esos rumores, que casi siempre se refieren a mí. Las más de las veces descubro de dónde vienen y quién los propaga, y cuál es el interés. Se ayudan de los Alcahuetes y de las Alcahuetas. Hablo en masculino y femenino, porque aunque se ha dicho que éste es un efecto típicamente femenino, en nuestro pueblo se está produciendo un fenómeno curioso, y es que unos cuantos personajes están olvidando la tradicional hombría que caracteriza a los hombres de nuestro pueblo, para convertirse en alcahuetes, peores que las mujeres.
Se caracterizan por realizar dos tareas. Por una parte se encargan de difuminar por todas las calles y casas del barrio las infundías y los rumores generados por las Farfullas. Lo hacen en la tienda de la esquina, cuchicheando con voz queda mientras cuentan a quien quiera oír algo que han oído de otras bocas y que por supuesto viene de una buena fuente que nunca ha confrontado la noticia, dando por buena las peores mentiras y haciendo ver que son verdades. Pero eso no es lo importante. Lo realmente relevante es la información, siempre negativa y siempre vejatoria para la persona de la que se alcahuetea. Son personas maestras en crear ambiente, en avivar el ansia malvada que riega nuestras entrañas y que nos produce un extremo placer ante las desgracias ajenas. De esta forma fulanita se convierte en Arretranco, menganita en Pendón y zutanita en Rebenque sin que las mentadas (o sus correspondientes masculinos) puedan hacer nada por combatir estos rumores. Afortunadamente para las posibles víctimas, en los últimos tiempos está Fidela, con lo cual hay un lugar común y un chivo expiatorio.
Las Alcahuetas y los Alcahuetes saben como convencer, como sembrar la duda y repartir la cizaña que arrastran consigo. Son mensajeros ágiles y siempre dispuestos a llegar un poco más allá, a mirar a los ojos de las personas con las que hablan y jurar que aquello que cuentan, por más increíble que parezca, es cierto y cuando días o semanas más tarde se demuestra, con suerte, que habían mentido, que habían escupido sapos por sus sucias bocas, niegan vehementemente haber dicho eso que realmente dijeron. Las personas Alcahuetas son así, malas y amargadas que al único placer que aspiran en esta vida es ese que obtienen al hacer el mal.

Pese a esta función principal, también se encargan de otra tarea quizás más importante. Dada su gran movilidad y su facilidad de palabra las Alcahuetas reciben y atesoraban muchísima información, estan al día de todos y cada uno de los miembros del barrio e incluso de muchos de los sujetos de barrios colindantes. En su eterno riego de rumores dejan algo de tiempo para dejar caer aquí o allí nombres de hombres o mujeres y apalabrar relaciones, apuntar supuestas personas descarriadas y desbaratar, incluso, familias y relaciones.

La razón de la existencia de los alcahuetes y de las alcahuetas es la pobreza de experiencias interesantes en su vida; nadie inventa ni habla de la vida de los demás cuando la suya es su principal preocupación y le exige su tiempo y dedicación. Sólo hay que ver en una reunión cuando llega el momento de los cotilleos y las especulaciones sobre la intimidad de los demás quién se levanta y aparta del grupo y quién se queda intrigando: los solterones, las amargadas y las malcasadas.

Como dije al comienzo la sociedad de la Información ha condenado a la extinción a las Alcahuetas, que ya no encuentran parroquia a la que contar sus rumores. Si conociste alguna Alcahueta en el pasado y pudiste verla en acción, considérate afortunado porque a menos que cambien mucho las cosas, no volverán a pasear por la tierra como lo hicieron antaño. Las recordaremos con nostalgia a través de esa sonora palabra que las definía y seguro que en el futuro serán tema de estudio.

Como, sin embargo, en nuestro pueblo no sólo existen sino que últimamente AIS-CC las está haciendo proliferar, propongo seriamente, dado que es una especie en extinción, que sea declarada la especie bien de Interés Cultural.

Llevaré la propuesta al próximo Pleno. Espero que, por afinidad y cercanía, esta vez, el grupo de gobierno vote a favor.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El mundo avanza muy rápido, pero San Juan de la Rambla parece muy estancado, desgraciadamente.

Anónimo dijo...

Nunca me ha gustado la alcahuetería.Pero es verdad, hay gente que vive, se surte y se retroalimenta de ella, aunque no da de comer.Si la alcahuetería diera de comer, nadie estaría en paro. El caso es que no lo da, pero la gente sigue con las malas mañas. Así, la alcahuetería les ocupa gran parte de su tiempo que debieran ocupar en trabajar, en mejorarse a sí mismos y en permitir que los demás den un paso al frente. Todavía la alcahuetería en mi pueblo va vestida de negro y ese hábito creo que va a ser muy difícil de quitar. Ya sabemos lo de las malas hierbas...

Anónimo dijo...

Gracias Fidela

Anónimo dijo...

Fidela a ti te asombra que todavía existan? Pues existen y proliferan en este ayuntamiento, después de que el grupo de gobierno paga 2200.-€ a un alcahuete, habrán más muchos más, es un ayuntamiento pobre, pero serán plaga ya lo verás con tus ojos.
Creo que los tiros van por ahí verdad?

picaporte dijo...

¿Estais hablando de la gente de mi pueblo ? de Garrovillas de Alconetar, es que encajan a la perfeccion en el perfil de alcauhete/a la gran mayoria.