MARI

Mari es una madre coraje. Tiene varios hijos (dos, tres) y ha luchado por ellos trabajando en lo que ha podido, casi siempre en la limpieza, para contribuir a las cargas familiares y ayudar a su marido. Su marido es un hombre bueno, trabajador, que quiere lo mejor para su mujer y para sus hijos. Pero mantener y dar estudios a varios hijos con un jornal es muy difícil, y Mari desde hace varios años optó por buscar un complemento económico a la aportación de su marido. Poca ayuda institucional ha obtenido para tener la tranquilidad de que los chicos estaban a buen recaudo mientras ella trabajaba. Pero las dificultades nunca han echado para detrás a nuestra gente, sobre todo a nuestras mujeres. Y los chicos se han cuidado unos a otros, las chicas se han ocupado de la comida y Mari ha sacado adelante a su familia. Mari apoyó al alcalde en el pasado. Un día, sin venir a cuento, el alcalde le negó el pan y la sal, y hasta el saludo. Y hasta hoy. Pero a nuestra gente, trabajadora y esforzada, no le hace falta el saludo del alcalde para salir adelante. Y ella salió adelante. Sin doblegarse. Sólo sintió la actitud del alcalde cuando perdió a un familiar cercano, y el alcalde, como suele ser habitual en él cuando fallece alguien que no es de su cuerda, hizo un comentario desagradable, y le llegó a Mari.
Mari no sabe cómo alguna vez pudo apoyar a este hombre. Pero ya hace tiempo que abrió los ojos. Y ahora, Mari, cada vez que nos encuentra a algún socialista, nos anima y nos ofrece su apoyo. Que es poco, dice ella. Pero ¡casi nada ir haciendo puerta a puerta y encontrar la puerta de Mari abierta de par en par, una sonrisa y la expresión: Chicos, ya tengo el café al fuego, no se vayan sin tomar un cafecito!.
Mari es Mari, un nombre ficticio, pero representa a muchas mujeres del pueblo, Marías o no, que están ahí, que en su momento apoyaron la opción que les parecía más correcta, y que ahora se han desengañado. Gracias a Mari, a todas las Maris, por su apoyo. Un beso y hasta el reparto del próximo boletín.