DON RAFAEL ABREU:101 AÑOS DE SOCIALISMO

Acabamos de acompañar a don Rafael Abreu en su último viaje. Don Rafael era, si el dato no me falla, el socialista más veterano, el mayor, el más longevo, de la isla de Tenerife. Ciento un años de socialismo de alguien que acompañó, en prácticamente toda su historia, al partido más antiguo. Don Rafael lo vió todo. Vió los acontecimientos del siglo XX en su práctica totalidad. Guerras, progreso en la Segunda República, fraticidio en la Guerra Civil, venganzas de postguerra, dictadura casi sin fin, el nuevo advenimiento de la democracia y un gobierno socialista casi permanente, del que se enorgullecía, en su ciudad, el Puerto de la Cruz. Don Rafael estaba como una puncha. No físicamente, que las piernas le fallaban, pero sí mentalmente. Don Rafael iba a los mítines, y los de la campaña última los vivió, sentado al lado de Lola, nuestra alcaldesa portuense, siendo más aplaudido que los políticos que se presentaban. Bueno, de los políticos que se presentaban, porque Lola tuvo el honor de que don Rafael cerrara su lista electoral. Don Rafael, además, tenía una excelente relación con los jóvenes, hasta tal punto que era presidente de honor de los jóvenes socialistas del Puerto. Don Rafael leía todos los días los periódicos y estaba pendiente de los medios de comunicaciòn audiovisuales. Lúcido, seguía los acontecimientos políticos y opinaba fervientemente sobre ellos. La última vez que ví a don Rafael fue en la cafetería de la estación de servicios El Mirador, sentado en la mesa, rodeado de sus hijos. Me identificó por mi nombre y me pidió cuentas de alguna cosa que habíamos hecho los socialistas que no le había gustado mucho. También se explayó valorando la tragedia de los gobernantes de la derecha que nos había tocado sufrir. Ese día salí de allí a comerme el mundo, después de hablar con un ejemplo viviente tan cabal y tan íntegro.
Fui compañera de Censi, su hija. Ella fue profesora del Instituto de San Juan de la Rambla cuando fui directora. A ella y a Guillermo, su yerno, el marido de Censi, que fue Inspector General de la Comunidad en la época de Luis Balbuena consejero, mis más sinceras condolencias, y el reconocimiento de habernos permitido gozar de esa mente lúcida y ese ejemplo viviente por tanto tiempo.