CARMEN NIEVES

Este es un homenaje de agradecimiento que debo a Carmen Nieves. No pagado nunca públicamente, porque en nuestro pueblo, lamentablemente, cuando yo muestro algún interés por alguien para ayudarle, destacarle o similar, las hienas le caen arriba, y luego los mismos que les hacen daño a esas personas dicen que soy gafe. Así que a Carmen Nieves nunca le he podido mostrar mi agradecimiento y mi valoración públicamente por su labor, callada y constante, de hace más de una década, por la juventud del pueblo, que es como decir por todo el pueblo.

A Carmen Nieves la conocí allá por el año 1996, cuando se le adjudicó la cafetería del Instituto, en el único proceso ajustado a la norma que se había aplicado en la zona hasta ese momento. Todas las cafeterías estaban "irregulares", de hecho el inspector a la sazón destracó el pulcro procedimiento de adjudicación que habíamos seguido. Carmen Nieves unió a unos precios ajustados, un espíritu de servicio por el Centro que el año pasado comprobé que mantenía. En aquel momento, alejados de todo (San José en el 96 no tenía ni cajero automático), para los profesores era importante no tener que salir del recinto para comer los días de permanencia de tarde, que fueron muchos porque elaborábamos el Proyecto del Centro, todo estaba por hacer y el plantel de profesores estaba solidariamente unido por esa labor. Ese espíritu de servicio se plasmó, en su oferta, con un servicio de comedor aquellos días que nos quedábamos a trabajar. Es decir, que nos daba de comer a todos, no sólo para el trabajo de la mañana, sino que contribuía a que continuáramos trabajando por la tarde. Es decir, que parte de los primeros documentos del Instituto, los que lo hicieron crecer espectacularmente aquellos primeros años, se deben a la adecuada intendencia de Carmen Nieves.

Carmen Nieves ha ejercido su labor como una madre para los alumnos del Instituto. Sus buenos consejos, desde la mayor cercanía a los chicos, llegaban a los que nosotros, los profesores, no podíamos llegar. Fue como un miembro máss del departamento de Orientación, con una labor de "currículo oculto", con la expresión cursi que usamos los profesores. Fue paño de lágrimas para los que se sentían heridos, inyectaba nuevas energías a los cansados, daba de comer, a la chita callando, a aquellos que, por motivos variados, casi nunca ajenos a las precarias economías familiares, no tenían para el bocadillo diario. Y siempre, siempre, conservando un talante y un buen carácter digno de elogio. Carmen Nieves sabía mucho, callaba casi todo y era una perfecta pieza del engranaje de esa casa, el Instituto, que tanto puede hacer por el futuro de este pueblo, meta que siempre perseguí.

Carmen Nieves se va de la cafetería del Instituto. Es una pérdida irreparable. Cualquier concesionario puede servir bocadillos, zumos y cortados. La labor de Carmen Nieves, que trascendió ese mero comercio de comida a cambio de dinero, difícilmente será igualada. No la conozco en sus creencias, porque no tengo con ella tanta amistad. Pero creo, sin temor a equivocarme, que cumplió, en su cometido como concesionaria de la cafetería, casi todas las bienaventuranzas, y con ello, se ganó un trocito del cielo a que todos aspiramos. Hasta siempre, Carmen.