El sábado, María Teresa Fernández de la Vega, la vicepresidenta del gobierno de España, nos recibió en Las Palmas a la ejecutiva regional y nos encargó la vigilancia del buen fin de la lluvia de millones que el gobierno nacional, sabedor de la profunda crisis de las islas debida a la mala gestión de quienes tienen lascompetencias, nos ha adjudicado. María Teresa estuvo, como siempre, magnífica y cercana con todos nosotros. Luego dió una rueda de prensa y, sin soluciónd e continuidad, dictó uan conferencia para inaugurar el magnífico ciclo de conferencias que los socialistas de Las Palmas han promovido para pensar en cómo abordar el futuro que nos espera. Y así se llama el ciclo: “EL FUTURO COMO TAREA”, y así dijo, de manera resumida, la vicepresidenta en su intervención:
Muchas gracias Sebastián, amigas y amigos.
La verdad es que cuando recibí vuestra invitación para participar en la inauguración de estas jornadas para hablar del futuro, enseguida pensé, por supuesto, en el futuro inmediato de pasar una mañana de sábado en Las Palmas y con la mejor compañía. Un verdadero privilegio y una muy grata tarea.Pero también recordé aquel pasaje en el que Pérez Galdós, uno de vuestros más ilustres paisanos, decía que junto al sumidero por el que se escurre el pasado está el fecundo manantial del nacer continuo y del futuro. No hay mejor lugar para reflexionar sobre el futuro que esta tierra que siempre apunta hacia el horizonte, hacia el mar abierto. Hoy todos hablamos de la crisis económica, del problema del paro, de las dificultades…del hoy y del mañana más inmediato, y así tiene que ser, pero también debemos ser capaces de ir más allá, debemos reflexionar sobre el país que queremos, sobre el mundo que queremos en un futuro no tan cercano. Porque es esa reflexión la que da un rumbo a la acción colectiva, la que da sentido a las iniciativas políticas, la que nos plantea un horizonte más lejano hacia el que caminar. Y de eso precisamente quería hablaros hoy, de estos tiempos que vivimos y de los retos a los que tenemos que hacer frente. Del pasado que dejamos atrás y el mañana que estamos construyendo. De ese futuro que es nuestra tarea y nuestro empeño.
Vivimos un momento en el que el tiempo histórico parece acelerarse. Cambios que hasta hace muy poco tiempo se materializaban al paso de distintas generaciones se producen hoy a velocidades vertiginosas y en apenas unos años todos nos hemos familiarizado con palabras que nos eran desconocidas. Muy pocos de nosotros habíamos oído hablar hace dos lustros del efecto invernadero o de la sociedad de la información. Hoy todos tenemos una opinión formada sobre las energías renovables, nos hemos acostumbrado a hablar de megas y gigas y sabemos que el ratón ya no es sólo un animalito sino una herramienta de trabajo cotidiano.
Decían los clásicos que la palabra, la capacidad de articular el pensamiento, es lo que define nuestra condición de humanos. Pero las palabras son también los instrumentos de la razón para entender el mundo, vivir en el mundo y cambiar el mundo y como tales distan de ser neutrales. Como toda acción humana nuestras palabras están impregnadas de valores.
Durante años el lenguaje público ha estado profundamente teñido de metáforas económicas. Se ha venido presentando a los partidos políticos como empresarios en busca del voto, se ha definido al votante como consumidor y al ciudadano como cliente que busca la mejor oferta para su beneficio privado.
Se ha afirmado también que el orden global era el terreno de la competencia sin reglas y se entendía el compromiso social, a nivel nacional o internacional, como un lujo, nunca como una necesidad.
Esa ha sido –en buena parte del mundo- la concepción dominante de la política durante los últimos años. Ese ha sido y es el lenguaje del neoliberalismo y esas palabras, esos valores, han sido finalmente el sello de su fracaso.
Por eso, en este momento en el que el mundo entero está redefiniendo sus coordenadas políticas, sociales y económicas.
En este momento en el que Gobiernos, países y pueblos de los cinco continentes están dejando al borde del camino las políticas neoliberales que nos han llevado a donde estamos, es importante que abandonemos también las palabras y los valores en las que se han apoyado.
Es importante decir –porque algunos lo olvidan fácilmente- que la dedicación política no es una tarea empresarial, ni busca el beneficio privado, es, siempre lo ha sido y siempre será, vocación de servir a los demás, trabajo por el bienestar colectivo.
Es importante decir que ni el egoísmo ni la codicia pueden ser los cimientos de la sociedad. Que cualquier proyecto colectivo, nacional o global, sólo puede apoyarse sobre la base del compromiso social.
Es importante repetir cuanto sea necesario, porque nos va mucho en ello, que la cooperación, el diálogo y la responsabilidad social no son un lujo sino una necesidad, una imperiosa necesidad.
Porque no hay respuesta a la crisis económica que no pase por la cooperación y la responsabilidad.
No hay respuesta al cambio climático que no pase por la cooperación y la responsabilidad.
No hay respuesta a las amenazas a nuestra seguridad, a la desigualdad y su secuela de miseria y violencia que no pase por la cooperación y la responsabilidad individual, nacional y global.
Compañeros, amigas y amigos,
Siempre he creído que la política es querer algo y sumar fuerzas para conseguirlo, es promover el cambio, ir siempre un poco más allá, alentando las energías de los mejores sueños, alimentando los ideales por los que merece la pena luchar, y hacerlos realidad.
Hoy tenemos problemas que nos afectan a todos, pero también oportunidades que debemos saber aprovechar para todos. Nuestro entorno y nuestro tiempo nos demandan respuestas inmediatas, pero también imaginación, capacidad de prever, de innovar, de proponer; nos exigen en definitiva tomar la iniciativa.
Y, precisamente, la iniciativa es el gran capital del socialismo porque, el futuro siempre ha sido –tal y como decís- nuestra principal tarea.
Porque a lo largo de más de un siglo, el Partido Socialista ha sido el referente del cambio y la modernización de nuestro país. Hemos canalizado y liderado las demandas de justicia y progreso de la mayoría de nuestros conciudadanos.
El próximo 28 de octubre, en apenas unos días, se cumplirán 27 años desde aquel día en el que millones de españoles, la gran mayoría, confiaron en el Partido Socialista para dirigir el cambio en España. Muchos, como yo, lo vivisteis en primera persona.
¡Y vaya si España ha cambiado! Mucho, muchísimo y para bien.
Comenzamos entonces un camino de consolidación democrática, de transformación política, económica y social de nuestro país como nunca habíamos conocido.
Quisimos hacer de la responsabilidad social un principio esencial y sentamos las bases de nuestro Estado de Bienestar, mejoramos y garantizamos la sanidad y aprobamos las pensiones para todos;
Quisimos dar los primeros pasos hacia la igualdad real y pusimos en pie la educación gratuita y universal, porque sin educación no hay libertad, pero sin igualdad tampoco hay libertad.
Quisimos hacer realidad nuestro europeismo, poniendo fin al asilamiento de nuestro país en el mundo y situamos a España en Europa y en el mundo, en el lugar donde debe estar.
Hace cinco años y medio, los españoles volvieron a otorgarnos su confianza. Nos dieron su confianza para liderar el segundo cambio de España. Y en estos años nuestro país no sólo ha recuperado su lugar en el mundo sino que se ha consolidado entre los países que deciden el nuevo escenario mundial.
Hemos pasado de estar en aquella foto de las Azores que retrató el unilateralismo, la política de la confrontación y la imposición, a ocupar un silla en los foros en los que se decide, se dibuja y se construye la nueva gobernabilidad.
Hoy somos la octava potencia económica mundial, estamos entre los quince países del mundo con mayor calidad de vida; somos escuchados y respetados como un país que promueve el multilateralismo y la legalidad internacional, el compromiso de todos para resolver problemas que son de todos.
El camino recorrido, lo lejos que hemos llegado, ha sido y es fruto de una tarea colectiva; nosotros fuimos y somos el motor de arranque pero sin los españoles, sin el apoyo y la confianza de los ciudadanos no hubiera sido posible.
Por eso la política es una tarea colectiva y por eso los políticos debemos defender por encima de todo el interés colectivo. El interés de todos siempre debe estar por encima del interés propio o particular. Y esto lo entiende mal la derecha en nuestro país.
Ahora sufrimos una crisis económica, como todos los países de nuestro entorno, y saldremos de ella, como todos los países de nuestro entorno. Ellos lo harán colectivamente, los gobiernos contarán con el apoyo del resto de las fuerzas políticas y de sus agentes sociales.
Aquí lamentablemente, no es así. Aquí tenemos al principal partido de la oposición más interesado en el botín electoral que en arrimar el hombro para salir de la crisis cuanto antes, más interesado en echar leña al fuego que en echar una mano.
Pero, no os preocupéis, a ellos no les va a salir bien y nosotros, con ellos o mejor dicho a pesar de ellos, vamos a salir adelante.
Porque para hacer frente a las dificultades no hay que mirar por el espejo retrovisor, la crisis no se va resolver volviendo a las recetas de la derecha. Son precisamente esas recetas del ayer las que nos han traído a la crisis de hoy. Y eso, mal que le pese a la derecha, la gente lo sabe.
Compañeros, amigas y amigos,
Será la historia la encargada de juzgar, pero de lo que no cabe duda es que en los últimos treinta años los grandes procesos de transformación y modernización en España han coincidido con etapas de gobierno socialistas.
Sí, hemos sido nosotros, los socialistas, quienes hemos trazado las grandes líneas del progreso que han llevado a nuestro país a situarse a la altura de nuestros socios europeos.
Y en todo este tiempo, siempre nos ha movido el mismo principio esencial: crecer económica y socialmente y hacerlo plantando cara a la injusticia y construyendo una sociedad cohesionada e integrada, en la que todos cuenten y cuenten por igual y en la que a nadie, a ningún ciudadano le falte el respaldo y la solidaridad de los demás.
Por eso hoy, cuando esos valores de compromiso, diálogo, responsabilidad, que hemos defendido siempre, se extienden por el mundo, cuando el planeta entero está definiendo y transformando sus mismos fundamentos y cambia de un modo acelerado, es necesario, es más necesario que nunca mantenernos fieles a nuestros valores.
Porque los progresistas siempre hemos tenido el coraje de emprender las grandes transformaciones, siempre hemos sabido abrirnos a nuevos comienzos, siempre hemos pedido, hemos buscado y hemos trabajado para alcanzar algo más.
Más equidad, más prosperidad, más libertad, más igualdad, para todos.
Por eso el Partido Socialista es la organización política más antigua de España porque avanzamos para transformar y transformamos para avanzar; Y lo hacemos por vocación y por convicción, porque sabemos que en este mundo no sirve ser conformista y nosotros no nos conformamos, nunca nos hemos conformado.
No nos conformamos con la desigualdad, no nos conformamos con la injusticia, no nos conformamos con la exclusión y la pobreza,
Ni nos conformamos, con que sean los que menos tienen, los que ahora tengan que pagar los platos rotos de aquellos que se dieron el festín y se fueron sin pagar la cuenta, los destrozos y ahora encima quieren llevarse también la propina.
No nos conformamos y por eso -lo hemos dicho siempre y lo mantendremos- ni flexibilización del despido, ni recortes en la protección social. Aquí no, con un gobierno socialista, desde luego no. No vamos a permitir que unos hagan la crisis y ahora la paguen otros con recortes en sus derechos.
Y es precisamente en estos momentos, en los que arrecian las dificultades, cuando hay que hacer frente a las responsabilidades, cuando hay que mirar responsablemente al futuro, aunque otros sólo miren a las próximas elecciones.
Es nuestra obligación mirar de frente a la realidad, con responsabilidad, con valor muchas veces, porque hay decisiones que aunque no gusten a todos, son necesarias para seguir avanzando.
Sí hay que mirar de frente a la realidad, con entereza y sobre todo con honestidad. Sin hacerse trampas a uno mismo, ni hacer trampas a los demás. La realidad hay que encararla de frente. Porque ningún problema se soluciona mirando para otro lado.
Y en eso de mirar para otro lado son expertos los responsables del PP, ya lo estáis viendo, semanas y meses inmersos en una trama de corrupción, semanas y meses en los que los tentáculos de esa trama han ido creciendo, enmarañándose cada vez más.
Los mismos meses y las mismas semanas en que ellos han ido lanzando la culpa a los demás, jueces, fiscales, policías, instituciones, el gobierno, todos tiene la culpa. Todos menos ellos. Coches, trajes, relojes, viajes, Valencia, Madrid, Galicia. ¡Pero hasta dónde tiene que llegar esto para que el señor Rajoy deje de mirar para otro lado!
Porque si no es capaz de dar explicaciones, ¡ni una hasta el momento! Si no es capaz de tomar medidas, ¡ni una hasta el momento!
Si no es capaz de poner orden en su propio partido, cortando de raíz el asunto. ¿Quién va a creer que es una alternativa real para España? ¿Quién puede creer que va a ser capaz de solucionar los problemas de todos, si es incapaz de resolver los suyos propios?
No señor, los problemas se arreglan haciéndoles frente, no escurriendo el bulto. ¡Que ya va siendo hora de que den alguna explicación, que la ciudadanía y la propia dignidad democrática lo merecen!
Entre tanto, nosotros, seguiremos trabajando como siempre lo hemos hecho, con esos valores que siempre hemos defendido y que son nuestro mejor aval, con honestidad y dedicación. Con confianza en la capacidad de nuestro país, de nuestra sociedad, para hacer frente a los retos que tenemos por delante.
Hay que seguir trabajando, con dedicación y firmeza, porque los ciudadanos saben distinguir lo principal de lo accesorio y al final reconocerán el trabajo y el esfuerzo bien hechos. Y eso es lo que estamos haciendo.
Porque hoy, más que nunca, es necesaria una política de sentido, una política basada en principios compartidos. Hoy más que nunca es necesario hablar de igualdad, defender la solidaridad, la paz, la justicia social, la cooperación, la conciencia cívica, la confianza en la ciudadanía.
Hoy, más que nunca, la capacidad para innovar, para reformar, para hacer frente a los retos y oportunidades de esta nueva era son imprescindibles para toda la sociedad. También para Canarias, una comunidad que está sufriendo especialmente la dureza de la crisis.
Por eso celebramos ayer mismo aquí un Consejo de Ministros. Un Consejo de Ministros para demostrar, con hechos y con medidas concretas el compromiso del Gobierno con esta tierra.
Por eso, porque el futuro de Canarias también es nuestra tarea, hemos aprobado el Plan Canarias. Un plan que no sólo nos va a permitir superar esta crisis sino que va a poner los fundamentos para ganar el mañana.
Un plan que contempla iniciativas en numerosos ámbitos, desde la modernización de sectores tradicionales en las islas como el turismo, la agricultura o la construcción hasta la inversión en otros nuevos –como las energías renovables, la ciencia o la innovación- en los que más potencial de crecimiento tiene esta tierra. También, por supuesto, en la mejora de infraestructuras.
Un plan integral que va a permitir, en definitiva, hacer frente a las necesidades inmediatas y caminar hacia ese cambio de modelo productivo que nos garantice el crecimiento, la estabilidad y el bienestar que los ciudadanos de canarias merecen.
Creo que no hay mejor manera de hacer realidad esa frase de Benito Pérez Galdós con la que comenzaba, dejando atrás el pasado y mejorando el fecundo manantial del futuro.
Ese futuro que es nuestra mejor y más importante tarea.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario