MERCEDES Y LOLA

Decía González Jerez en el Diario de Avisos el martes, en el artículo más bello de cuantos se han escrito sobre la muerte de Mercedes Sosa (me pareció leer, de la mano de González Jerez, uno de los artículos de la época de periodista de García Márquez) que "Cuando los militares usurparon el poder en Argentina y pusieron en marcha la maquinaria del genocidio (la negra Sosa) se negó a irse. Continuó cantando. En 1979 lo hacía en el teatro de La Plata cuando entró una compañía de soldados armados hasta los dientes que comenzó a detener, entre empujones y puñetazos, a todos los presentes. Media docena de milicos se encaramaron al escenario y la apuntaron con sus fusiles. Mercedes Sosa, sin mirarlos, continuó tocando la guitarra suavemente. Porque no la callaron los fusiles. Porque no la callará la muerte".

Como los milicos argentinos (aquellos que pretendieron dominar la nación con la fuerza de sus fusiles), los nacionalistas portuenses y los peperos han usado todas las argucias de fuerza y de bajeza para dominar a Lola, a la Lola del norte, a nuestra Lola Padrón. Fuerza y bajeza que ha sido desde hace años la pretensión del acoso y derribo mediático, con la telebasura por estandarte, de la figura de Lola, y se ha plasmado, ignominiosamente, en el soborno (y posterior extinción política, así lo han proclamado en la innombrable) de la concejala del PP que bloqueaba el acceso de Brito a la alcaldía.

Pero no han podido. La fuerza puede arrebatar la vida, pero más no puede, como decía aquel personaje del teatro clásico. Las malas artes pueden arrebatar la alcaldía a Lola, pero no pueden despojarla de la legitimidad que le dió el pueblo en las urnas, ni pueden quitarle su bienhacer por un Puerto que agonizaba en manos de Brito, y al que Lola, con su equipo, iba devolviéndole la prestancia, los proyectos, las realizaciones y la alegría de lo que siempre hemos considerado el motor del norte. No puede la fuerza arrebatar la dignidad de un equipo que anteayer demostró que la fuerza no puede con las ideas, que la fuerza no puede con la razón, que la fuerza es un animal de corto recorrido, porque su trayectoria tiene como límite las urnas en 2011. La imagen que algunos contaban ayer del vociferante rufián de la tele innombrable entrando a saco en la alcaldía revolviendo los papeles da grima.

La fuerza terminará perdiendo. Porque pese a la altura política de Lola y de María Jesús, de la que nos sentimos orgullosos todos los socialistas y todas las personas de bien, Brito, haciendo gala de su auténtica actitud, terminó su discurso vociferando, al estilo de su mentor televisivo, de manera inadecuada e impropia de quien, democráticamente (es verdad que los números son los números) acababa de ser investido alcalde.

Seguramente el tono y el contenido responde a la íntima convicción de Brito de que los números dicen una cosa, pero los hechos que los han propiciado dicen algo muy distinto de la dignidad y del buen hacer del recién investido. Y de esa indignidad nadie puede sentirse satisfecho. Por eso perdió los nervios, la compostura. Por eso perderá en el 2011 en las urnas lo que el martes perdió ante la ciudadanía.