miércoles, 19 de febrero de 2014

¡¡¡¡GRACIAS POR EL ELOGIO!!!!



Alguien me manda un recorte de una publicación en la red de un muchachito parejero que suele meterse frecuentemente conmigo acusándome de mi autoridad. Yo le rogaría que leyera algo antes de meterse en jardines como éste, porque ha usado acusatoriamente un término que es un elogio, y, por lo tanto, le agradezco que emplee referido a mí el término autoridad. Las organizaciones, los colectivos precisan personas que las dirijan con capacidad de liderazgo, y esa capacidad se puede tener con dos estilos muy distintos de dirección: la dirección del poder (potestas) o la de la autoridad (auctoritas). Estos dos conceptos proceden de la antigua Roma, que los distinguía, identificando la “auctoritas” con una forma de legitimación social que procedía del saber, de la valía, una capacidad moral para emitir opiniones cualificadas que eran valoradas por la comunidad. Aunque carecía de valor vinculante legalmente, su fuerza moral era innegable. Con el término “potestas” por el contrario, se hacía referencia a la capacidad legal para tomar decisiones; al cargo, al liderazgo formal, por entendernos. Partiendo de esa distinción y si bien lo idóneo para el ejercicio de cualquier liderazgo, para el ejercicio del cargo que sea, es que concurran auctoritas y potestas, lo cierto y verdad es que en muchas ocasiones se hacen visible dos estilos claramente diferenciados de liderazgo:
a)     Liderazgo basado en la “potestas”. Lo relevante para este estilo de liderazgo es el cargo, el liderazgo formal y el principio de jerarquía.  Los líderes que ejercen este tipo de liderazgo basan su legitimidad en sus facultades coercitivas (esto es, de imponer castigos), o bien de otorgar prebendas y privilegios. Lo que prima en este modelo es la diferencia, la distancia entre el líder y sus seguidores bajo el principio de jerarquía. Como lo que prima es el cargo, concluido o extinguido el mismo, desaparece toda capacidad de influencia del líder sobre sus seguidores. Asimismo, al no haber referentes de opiniones cualificadas, hay una baja capacidad de motivación de los miembros del grupo, más allá del obligado cumplimiento de las facultades legales que se ejercitan por el líder en virtud de su mandato formal. El fundamento último, el objetivo de este tipo de liderazgo es ejercer el poder por el poder en sí, la búsqueda del interés personal por encima del interés general del grupo.
b)     Liderazgo basado en la “auctoritas”. En este modelo no prima ya el liderazgo formal sino el material, no prima el cargo sino las cualidades, aptitudes y actitudes personales del líder; el principio de división de competencias y de delegación está, asimismo, sobre el de jerarquía, que tiene una importancia secundaria y es utilizado como último recurso. En el mismo sentido, lo que prima en el vínculo entre el líder y los miembros de su grupo no es lo que les separa, sino los valores éticos, morales y motivacionales que se comparten. Para este estilo de liderazgo lo que realmente importa es la consecución del fin de interés general del grupo por encima del interés personal del líder, en definitiva el liderazgo entendido como vocación de servicio a la comunidad, a la organización, a todos los componentes del grupo. La expresión  máxima de este tipo de liderazgo constituye el propio sacrificio del líder en aras a la consecución del proyecto o meta perseguido y del interés general. Como la capacidad de influencia y liderazgo del líder no depende ya del cargo, sino de valores consustanciales a su persona, de sus méritos, aunque abandone el ejercicio de un determinado cargo, la capacidad para seguir influyendo en los miembros del grupo puede seguir existiendo. Los valores que se comparten por un proyecto común con el líder, la ejecución de un proyecto sobre la premisa de saber que es el correcto o el justo, hace que la motivación de los miembros del grupo sea mucho más alta que la del modelo anterior, de forma que los integrantes del mismo estén dispuestos a dar más de si que lo que inicialmente les fuere exigible por una mera obligación de índole legal o formal.
Resumiendo, con la potestas,  El poder nace de las ansias de tener más para ser más, expresa la fuerza, se arrebata por la fuerza, se fortalece con el menosprecio y la exclusión, se ejerce mediante la imposición que domina, rechaza la diferencia, opera desde la lógica del individualismo, cohesiona por el miedo, inspira temor y terror, se impone. Su práctica se basa en la intimidación, que nubla la conciencia y paraliza la proyectividad. El poder es voluntad de acción dominativa que, al margen de los intereses y el querer de la sociedad, se impone por la fuerza de quien decide actuar y dominar. Por su lado, la auctoritas nace de la voluntad de la comunidad que quiere ser regida por los mejores, pertenece al orden de la relación que hace referencia a la persona, expresa la trascendencia, es conferida por la comunidad conocedora de los méritos personales, se fortalece en la escucha y la empatía, se ejerce mediante el diálogo, generador de consenso, procura la convergencia en la diversidad, opera desde la lógica del pluralismo y la complacencia, busca la unidad por el acuerdo, inspira respeto y confianza y se acepta. La práctica de la autoridad es el derecho, que respeta la libertad y promueve el crecimiento. La autoridad se ejercitia por el poder delegado por la comunidad en aquellos que considera capaces de interpretar su voluntad y realizar lo que conviene para el bien común.
Podemos comprender entonces, que el poder es la capacidad de forzar a alguien, para que éste, aunque preferiría no hacerla, haga nuestra voluntad debido a nuestra posición o fuerza, mientras que la autoridad es el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que uno quiere debido a su influencia personal.
Para liderar es necesario que alguien quiera hacerlo; luego es necesario que ese alguien crea que puede hacerlo, seguidamente es bueno saberse líder y finalmente, todo esto es posible si uno sabe hacerlo, es decir si hay capacitación. Lo más importante es no olvidar que dentro de una organización, lo que se lidera es a personas, seres emocionales y pensantes, lo que debe llevar a un liderazgo vinculado totalmente a la autoridad y no al poder.


Por eso le agradezco mucho a este muchachito que, por error obviamente, me haya hecho una alabanza. Y me siento muy contenta porque me asigne el espacio de la autoridad, mientras ellos detentan el poder.  Así es exactamente como es, como él lo ha descrito. Ellos, los usurpadores, con el poder. Yo, nosotros, con la autoridad de la razón ética y moral. Gracias infinitas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que natura no da, Salamanca no presta. Y en este sentido, se mete la gamba muchas veces porque lo que prima es la osadía cuando no la imitación sin patentar. Porque para patentarla hay que pasar un buen filtro de experiencias, educación, cortesía, buena voluntad, buen saber y ganas, muchas ganas de colaborar en el ejercicio de lo que usted tan bien ha explicado en esta entrada.Después de hacer ese ejercicio que muy pocos llevan a la práctica que es precisamente el ejercicio de la humildad. Todo aderezado con algo tan poco común como es la nobleza. En fin, todavía queda mucho por patentar. Gracias por este estupendo escrito en el que una vez más, aprendemos...los que queremos aprender, claro.