sábado, 5 de septiembre de 2015

DECÍAMOS AYER


Aquí estoy de nuevo,  a demanda de personas que han seguido a lo largo de los últimos años este blog, un poco abandonado en los últimos tiempos. Y quiero retomarlo con una frase que dije en mi toma de posesión, para indicar que los períodos oprobiosos es mejor dejarlos estar, y que hay que trabajar como si no hubieran sucedido, y recordarlos sólo para procurar que no se repitan.
El famoso 'decíamos ayer' con el que Fray Luis de León retomó sus clases en la Universidad de Salamanca tras su encarcelamiento por la Inquisición no fue el único. Fue remedado luego por Unamuno cuando regresó a las aulas después de su 'descanso' en Lanzarote, descanso dictado y forzoso por Primo de Rivera. Pero en realidad, el “como decíamos ayer” que realmente me emociona es el del maestro bilbaíno Miguel Forte, un maestro que vivió en Granada durante tres décadas largas y que, de la mano de la democracia, regresó a la docencia con esa misma frase. El 'como decíamos ayer' de Miguel Forte cerraba, además de muchas noches en prisión como represaliado del régimen, cuarenta años de inhabilitación profesional con que le castigó el régimen franquista por ejercer como docente en la II República y defender el gobierno legítimo republicano. Miguel Forte, como muchos otros maestros, supo enfrentarse al mundo con la sabiduría del hombre bueno, construyendo su vida sobre dos valores que nos debieran definir como personas libres y engrandecernos: uno, la defensa a ultranza de sus ideales y de su memoria histórica; y dos, el vivir sin rencor. Dignidad, toda. Rencor, ninguno. Es la única manera de poder llevar la cabeza erguida y seguir defendiendo lo que hemos enarbolado como bandera, cada cual la suya: en mi caso, y en estos últimos años, la dignificación de la política en mi terruño, la búsqueda de mejorías económicas y sociales y la recuperación de los valores que los rambleros y las rambleras siempre tuvimos. Durante tiempo, haciendo mío el pensamiento de tanta gente que luchó contra muros de incomprensión, pensando en los momentos de soledad, como recomendación para mí misma, lo que dos autores definieron precisamente sobre la Granada de Lorca, que fue la Granada que acogió al maestro Forte: “No esperes nada. Sobre todo no esperes a nadie, ni te asomes a la ventana de la torre porque nadie llegará. No vendrá nadie”.

Pero al final, como un milagro, como le ocurrió a Fray Luis, a Unamuno y al maestro Forte, la fortaleza de los ideales y la dignidad, y el convencimiento de que nada de lo pasado es bueno que se repita, ha hecho que de nuevo, emprenda el trabajo colectivo para buscar el SJR que queremos, por el deseo de la mayoría que decidió que de nuevo nos pongamos al frente de la nave. Y de nuevo, ahora como alcaldesa, retomo este blog, donde podré decir: “decíamos ayer que hay que emprender un camino común con la vista puesta en el progreso de SJR”. Ahí estaré. Por si quieren acompañarme en este viaje, para el que sé, porque así se desprende del cariño que me demuestran, que no voy a estar sola. Gracias por estar.  

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