miércoles, 12 de julio de 2017

LA INSOLIDARIDAD Y LA MALA VECINDAD

LA INSOLIDARIDAD Y LA MALA VECINDAD

Sigue coleando el asunto de los mercenarios pagados por políticos para que ataquen a sus enemigos o para que los dejen tranquilos. Malos políticos, insolidarios y malos vecinos, que les da igual el respeto debido a las instituciones a las que representan con tal de que SU perfil propio no se vea afectado, incluso usando para ese SU perfil el dinero de todos para el pago de los mercenarios. Este ejercicio de mala vecindad no sería tan llamativo si no sobrepasara los límites que no se pueden sobrepasar. Como persona pública afectada por la zafiedad y el comportamiento soez de esos anticomunicadores, puedo hasta entender, aunque no aceptar, que se amparen en el ejercicio de lo que mal llaman  política para insultar, vejar y calumniar. Pero cuando se traspasa lo traspasable es cuando la mendacidad cobra carta de naturaleza, cuando se convierte en un mal ejemplo continuo para todo un pueblo y cuando se menciona, con nombre y apellidos, a personas que no tienen que ver con la política salvo su ideología, y que por mor de esa ideología, se les nombra públicamente y se les acusa, cuidándose de poner delante de cualquier epíteto malsonante el latiguillo de presunto. Y son esas acciones las que ensucian cualquier medio de comunicación, aceptando que alguna vez lo hayan querido ser, y a las instituciones y a los políticos representantes de ellas que, por activa o por pasiva, o permitan. Muy lamentable, pero me puedo permitir ser crítica porque en ese camino nunca me han encontrado ni me encontrarán: el concepto de respeto lo tengo tan acendrado que diría que lo mamé desde mi nacimiento. Gracias mamá, gracias papá. De forma lamentable atentan contra las tradicionales relaciones de buena vecindad entre los rambleros y rambleras, y entre ellos y los políticos de esta institución. Porque yo no le reprocho tanto a esos medios de descomunicación su actitud, ya que de sobra sabemos lo que son, sino a quienes le deben respeto a la institución y a sus vecinos, porque así lo prometieron el día que juraron el cargo. Dar nombre particulares de personas que son sus vecinos para que los despedacen vivos es de mal político y de mal vecino. Y lo digo alto y claro, con firmeza, cordura y dignidad: malos compañeros eligen, y por lo tanto, eligen también, caminando con ellos, actuar como enemigos de este pueblo y de sus vecinos. No de todos, pero aquí vale el refrán de “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. El ejemplo es que cuestionando un proceso selectivo aún no realizado,  no sólo cuestionan a algunos de los vecinos que han solicitado participar sino a los empleados que forman parte del tribunal de selección, que también son vecinos. ¿Con qué cara van ahora a solicitar un documento o un papel, tras haber dicho públicamente que van a hacer un procedimiento injusto y haber incitado a otros a que lo digan? Vergüenza debía darles, si tuvieran. Aquí podría yo decir que cree el ladrón que todos son de su condición. Pero no lo voy a decir. Más que nada porque las instituciones y los vecinos se merecen respeto, lealtad y buena vecindad, y reitero que hay límites que no se deben sobrepasar y que se han pasado, de nuevo, muchos kilómetros. Y no digo más. Durante dos años he callado muchas cosas, y las seguiré callando. Cosas muy serias, que volverían a poner a SJR en el candelero que estuvo en fechas recientes y el que nunca debió estar. Por la tranquilidad y la buena convivencia, para recuperar lo que nunca debió perderse.  Y parece que hay quien no puede vivir sin la bronca y la ofensa permanente a un pueblo que ya no debe sufrir más. Que piensan más en mirar para fuera de nuestros límites municipales para obedecer a la voz de su amo, que en colaborar porque este municipio recupere las cotas de concordia y progreso de un carro que perdió y nunca debió perder. Pero esa voluntad pactista, de concordia en las propias instituciones, poniendo por delante las mismas antes que lo que me pide el estómago tiene también unos límites. No todo vale, y no voy a seguir pasando por encima de injusticias contra los vecinos como las que refiero. Reclamo, pues, en aras a esa concordia, respeto para todos los vecinos y para los empleados municipales en su labor cualquiera que sea: seleccionadora o rutinaria. Porque ni unos ni otros son políticos, y aunque lo fueran, han de ser respetados. Que ya está bueno con que en este municipio algunos y algunas pretendan que la Constitución no se respete y los derechos brillen por su ausencia. Salvo cuando les toquen a ellos.

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