lunes, 10 de julio de 2017

LA SINFONIA DEL FUEGO Y DEL AGUA, ENTRE EL MAR, EL ROQUE, EL AIRE Y LA TIERRA

LOS FUEGOS DE LAS AGUAS: LA SINFONIA DEL FUEGO Y DEL AGUA, ENTRE EL MAR, EL ROQUE, EL AIRE Y LA TIERRA
Aún tengo la emoción en el corazón y la piel, escalofriada. Anoche, los fuegos acuáticos de Las Aguas fueron un auténtico diálogo entre el mar, el Roque, el aire y la tierra, en una auténtica sinfonía interpretada por el fuego y el agua. Qué pena que sea una obra efímera. Me atrevo a describirlos, aunque para hacerles honor hay que presenciarlos. ¡No te los pierdas el próximo año!
No creo equivocarme si digo que no sólo son los más originales, sino los más bellos por esa condición de auténtico diálogo coral, un poema con varios intérpretes, tempos e instrumentos que logran musicalizar y transmitir sensorialmente la estrecha relación entre el mar, el roque, el aire y la tierra, la playa de Las Aguas. Una obra donde el fuego y la pólvora actúa de vehículo de ese diálogo magistral, rompiendo moldes y esquemas previos de otros fuegos convencionales con total libertad, pero generando una continua interpelación y respuesta entre los distintos escenarios. Sorprende el tempo creciente de los fuegos, en un creciente armónico que culmina con una suerte de diversidad polifónica, que aunó en una gran apoteósis de interpretación coral  los cuatro escenarios-intérpretes.
Hasta cuatro movimientos observé desde el privilegiado escenario que me cedieron. El gran canto coral, el diálogo comenzó como algo que despierta, con pequeños fuegos introductorios entre los cuatro escenarios a modo de entablar una primera relación sonora, donde, de fondo, se oye el ruido de las olas batiendo los callaos. Ese  amanecer sonoro y diferenciado se convirtió en un alarde de sonoridad, luz y color en una competición creciente  entre los escenarios-intérpretes: el roque, el mar, la tierra y el aire, de forma diferenciada, en una conversación sonora y visual, con el eco del risco y el reflejo de la luz y el color en las olas. Tras el diálogo creciente,  paulatinamente más majestuoso y potente cada segundo, un allegro ma non troppo, donde se alternaba la suavidad y la fuerza, de repente, la apoteósis final:  el estallido del tercer movimiento, donde todos los intérpretes-escenarios, conjuntamente, entablan un gran canto coral de fuego, luz y color, arropados por las olas y el risco. Y, en el colmo ya de la emoción, en el cuarto tiempo, habla el intérprete principal, el Roque, en un solo que interpretó un bello adagio, para decir que siempre nos quedará, al final, el Roque.
Con la emoción aún estremeciéndome, a la comisión de fiestas y a los artistas de los fuegos donde colabora un querido sagüero (y se nota) ¡Gracias!

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