jueves, 11 de septiembre de 2008

SAPIENTIA LIBERTAS EST

Este es el lema de mi Instituto. Es un bello lema, que viene a decir como el clásico(aunque el clásico dijo, en realidad, "sapientia sola libertas est"), que la libertad, la única libertad es la de la sabiduría.

En efecto, en el antiguo Egipto, para representar al Faraón (es decir, el poder político) se usaba la figura de la abeja, lo que era muy sabio, porque la abeja constituye una pieza dentro de un organismo social. Dentro de ese organismo social el poder está siempre, necesariamente, ejercido por los individuos mejores, o uno sólo que es el mejor y que es la reina, que ha sido preparado para eso; no es que dé órdenes ni nada parecido, sino que la colmena funciona de una manera eficaz y ordenada en torno a la reina. Es decir que el poder, que está identificado con la reina, es el trabajo, el buen destino, la eficacia, cosa que no pasa con la sociedad humana, porque en ésta muchas veces, o casi siempre, los cargos dirigentes no están ocupados por quienes son los más indicados para ello en el orden de las virtudes.
La diferencia está en la libertad. El orden de la colmena es un orden admirable y de una sabiduría extraordinaria. Pero a mí lo que me interesa es la perspicacia de los egipcios, que han acogido el símbolo de la abeja. En él se refleja la sabiduría, el poder está representado por la sabiduría y la fuerza en un equilibrio muy sano, que va al bien del conjunto. La libertad, sin sabiduría, supone la flaqueza y la posibilidad no sólo de errar en una elección particular sino de elaborar una concepción de la vida humana, del orden político y del poder que pueden resultar aberrantes.
No obstante, y a mi modo de ver, desgraciadamente, la política moderna está impregnada por el espíritu de Maquiavelo, a quien se considera uno de sus fundadores. ¿Y cuáles son las figuras animales que Maquiavelo usa para representar el poder? El zorro y el león; el zorro significa el engaño, si se quiere la astucia pero dirigida exclusivamente a engañar en esta simbología maquiavélica. Recordemos la consigna, en nuestro pueblo, de AIS-CC: "Si hay que mentir, se miente". Y el otro animal es el león, como expresión de la fuerza, no precisamente de esa nobleza que tiene también como atributo este animal. Y así, para este modo de entender la política, el poder debe basarse necesariamente en el engaño o en la fuerza entendida como violencia. En el caso de la abeja no hay astucia sino sabiduría, orden sapiencial, y no hay tampoco fuerza ni violencia sino trabajo artesanal; es un bello símbolo. La simbología del zorro y el león, en cambio, está revelando las características de una concepción política que ha prevalecido cada vez más en los tiempos modernos y que ha producido como trofeo la incertidumbre de un futuro que se teme tremendo, tal y como estamos viendo en las conductas de algunos jóvenes, educados en esta línea, como hemos deplorado últimamente desde aquí.
La actitud de la sabiduría, representada por la abeja, implica precisamente el reconocimiento de cuál es el orden de la humanidad, cuáles son los fines de las personas y de las sociedades y todo un ejercicio previo de mejoramiento del ser humano para que alcance los fines elevados que le corresponde alcanzar.
En cambio los modelos de esta política moderna (aunque yo me resisto a considerarla política) rebajan la función del poder, al cual conciben como un instrumento sin otro sentido que permitir a quien se adueñe de él ensayar cualquier proyecto por insensato que sea o simplemente limitarse a gozar de las delicias del mando. En un régimen así, ¡pobre sabiduría y pobres abejas!
El imperio de Napoleón Bonaparte tenía también como símbolo las abejas, pero evidentemente no con el sentido sapiencial de los faraones; cuando Napoleón fue vencido y de inmediato quedó restablecida la monarquía, los franceses no habían tenido tiempo de conseguir banderas y distintivos nuevos; entonces, lo que hacían era poner al revés los géneros y emblemas en que estaban grabadas las abejas, y la abeja al revés parecía, más o menos, una flor de lis, símbolo de los Borbones que volvían. Recordarlo sirve para que no olvidemos que la sabiduría suele también ser muy castigada también en sus símbolos por la libertad humana.
Ahí está, la cuestión es la libertad, y por tanto también la educación, que es precisa para la vida política: una educación para vivir en sociedad, una educación para ejercer el poder, donde se supone que el poder está muy repartido y que cada ciudadano tiene una cuota no desdeñable del mismo.
Pero, ¿cómo se puede ejercer el poder sin una auténtica educación en la libertad, en una libertad que tienda al bien y a la búsqueda del bien común? Una libertad que, además, se manifieste de manera permanente, como hábito, y no limitándose al día de las elecciones. Partiendo de esta premisa, nunca, NUNCA, hay que resignarse a un régimen que se base en el engaño y en la fuerza. Pero allí nos encontramos con las dificultades de la libertad basada en la sabiduría, en el conocimiento.
Por eso se ha dicho tantas veces que la libertad no sólo tiene precio sino que requiere un esfuerzo permanente, que no es algo fácil que nos ha sido dado para ejercerlo cómodamente, una especie de patrimonio inagotable del que continuamente podemos sacar recursos y recursos como si siempre fuéramos a ser libres. Si no la ejercemos de acuerdo con esos principios de educación que, en definitiva, se llaman de sabiduría, la libertad se pierde. Como dice el evangelio, el que hace el pecado es esclavo del pecado. Lo que libera es la verdad, que es la máxima dignidad del hombre. Como decía Gandhi: "la religión más verdadera es la verdad y la rectitud".
Creer, como se está haciendo creer a los jòvenes cachorros de AIS-CC que la libertad es hacer lo que se quiere violenta al principio de que hay que hacer lo que se debe, pero además desconoce otro límite: el de que hay que hacer, también, lo que se puede. Y sólo se puede hacer lo que permite la ley, lo que está en el orden convivencial del que nos hemos dotado los ciudadanos y las ciudadans de este país. Aunque a don Marcos y a don Manuel les moleste, ese orden convivencial está en nuestra Constitución. Pretender que lo que se quiere y lo que se puede queden identificados suele llevar a grandes fracasos existenciales, a grandes amarguras y a la pérdida de la posibilidad de la libertad hacedera, de la libertad que está a nuestro alcance y que desde los límites que tiene puede llegar a expandirse; pero si no la consideramos en su verdadera índole y con sus auténticos alcances actuales lo que va a suceder es lo contrario: las posibilidades de la libertad se harán cada vez más angostas y el porvenir que nos espera es cuanto menos, lo contrario del lema de mi instituto: SAPIENTIA LIBERTAS EST. Una libertad sin sabiduría, sin una visión del mundo y sin hábitos virtuosos es una libertad que lleva a la destrucción, incluso a la destrucción de la propia libertad. Lo que es algo muy terrible.

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