DON MARCOS, EL PORTAVOZ DE LOS INSULTOS O MÁS ACEITE DA UN LADRILLO

No es capaz este hombre de hablar educadamente. Le pierden las formas y una buena crianza que no tuvo, o si la tuvo, ya se le olvidó. Ya he tenido que solicitar el amparo del Alcalde en varias ocasiones, sin ninguna respuesta. El alcalde permite en los Plenos que don Marcos campe por sus respetos, y cuando lo cuestionamos los socialistas, nos llama la atención a nosotros. A su chico (díscolo y malcriado) no le dice nada. Es su cachorro. No joven cachorro, porque ya superó hace tiempo la cuarentena.
Don Marcos tiene una hija, a la que le deseamos que su padre no le dé esos malos ejemplos de comportamiento. Porque uno reproduce lo que vive, y a veces los pequeños no tienen la culpa de lo que tienen de modelo. Menos mal que la abuela de la pequeña es maestra, fue una excelente maestra, y puede modular el desaguisado que este señor, si se comporta igual en su casa que en plenos y comisiones, podría estar causando en la educación de la pequeña.
Don Marcos acostumbra a reirse de nuestras propuestas e intervenciones:
a) cuando no tiene propuestas alternativas
b) cuando, pese a reconocerlas buenas, no las aprueba, no vaya a ser que los socialistas se apunten el tanto
c) cuando no entiende nada, que suele ser bastante frecuentemente.
En la comisión del martes, cuando yo hablaba del sentido de la avocación con el secretario, término que espero que hoy don Marcos si comprenda, don Marcos (no olvidemos que preside la comisión, puesto para el que ha demostrado fehacientemente estar incapacitado), se rió. Al decirle yo que se abstuviera de reirse porque no sabía de que hablábamos el secretario y yo, don Marcos me insultó. Me increpó a gritos llamándome prepotente, soberbia y ¡cínica!. Prepotente y soberbia supongo que sería por el hecho de hablar yo con el secretario usando un término que él desconocía. Cínica supongo porque, manteniendo la calma, lo interrumpí en baja voz pidiéndole que abandonara sus gritos e insultos y pidiéndole que me hablara bajito. Cuánto más se lo pedía, más me gritaba, contestándome: "¡hablo como me da la gana!" y "¡si no le interesa, mándese a mudar!".
Esta es, como verán, una actitud claramente amenazante, con la que el portavoz de AIS-CC pretende amedrentarme, actitud que raya en la conducta de cliché de los maltratadores. En efecto, el maltratador busca una situación en la que se arrope en la superioridad numérica o física y don Marcos está acompañado de tres personas de su grupo de AIS-CC en las comisiones mientras que los socialistas sólo tenemos na representación, o sea, abuso por superioridad numérica). El maltratador es machista, y él cree que también es superior por ser hombre (machismo), y sólo logra contenerse con las mujeres que no osan replicarle. El maltratador busca la soledad para perpetrar su agresión y en las comisiones no hay vigilancia policial, ni posibilidad de testigos, salvo sus afines. El maltratador, finalmente, actúa de esa manera porque se cree en absoluta impunidad y yo ya he dicho que el alcalde ni se inmuta tras las reiteradas peticiones de amparo que he hecho.
Es lo que hay. No se puede esperar más. Un hombre, don Marcos, que raya el calificativo de maltratador, calificativo que confirma cuando, al hacerle, al final, tras una resistencia asertiva por mi parte, recaer en la cuenta de lo incorrecta e indigna que es su conducta, se justifica con la excusa universal de los maltratadores: "es que usted es una provocadora". Sin saber que nunca, nunca, hay provocaciones que justifiquen la agresión.
En fin, que como decía mi padre, (q.e.p.d.): "más aceite da un ladrillo".