Este es un artículo de Antonio Álvarez de la Rosa hoy en La Opinión. Él lo hace sólo desde la lectura de la ponencia política de los jóvenes nacionalistas. Yo lo digo desde el conocimiento práctico de los jóvenes nacionalistas de mi pueblo, salvo contadas excepciones, que sigo sin entender qué hacen ahí. Para llorar o para echarse a temblar.
Sin ideas
ANTONIO ÁLVAREZ DE LA ROSA
Lo importante no es tener ideas, acompañadas de un adjetivo político –socialistas, liberales, nacionalistas, etcétera–, lo esencial es tener ideas. El problema para los demás no radica en que a un grupo de jóvenes se les hinchen los pulmones cerebrales gritando ¡viva la nación canaria! o algo así. Lo peliagudo para todos es que no tengan ideas. ¿Y cómo osa uno tan radical afirmación? De forma bien sencilla, aunque trabajosa, incluso penosa. Llegué a tan triste deducción tras leer la Ponencia ideológica de los jóvenes de Coalición Canaria, presentada en su III Congreso. Primero, renegué tres veces de mis intenciones, porque uno sabe la enorme cantidad de cosas que no sabe, lo mucho que se puede disfrutar leyendo y, sobre todo, que el tiempo es oro y no debe despilfarrarse. No obstante, remolón y cada vez más erizado, me tuve la laica paciencia de leer esa veintena de folios. Vencí mi avaricia, quise ser generoso con mi curiosidad sociológica y aproveché la ocasión para comprobar que lo escrito en ese documento se corresponde con lo que, de forma esporádica, venía intuyendo en los últimos años: los cachorros del nacionalismo canario han heredado la capacidad cerebral de sus mayores. No sé cuántos de ellos frecuentan las aulas de la universidad de la vida, creada por nuestro Presidente autonómico –fundación, dicho sea de paso, que ningún órgano de Gobierno de ninguna de las Universidades canarias fue capaz de criticar–, ni los que están o han pasado por las de verdad. En estas últimas, desde luego, es imposible –salvo ceguera académica del profesor– que los autores de la tal Ponencia puedan haber superado la barrera de una sencilla redacción. En este rincón periodístico no puedo subrayar ni siquiera una mínima parte de los retorcimientos sintácticos, o sea, mentales que, como lajas de barranco, impiden transitar por la superficie de esas páginas. De todos los capítulos podría entresacar frases que solo pueden ser leídas, además de con grandes dosis de resignación intelectual, con una pequeña bombona de oxígeno para combatir la asfixia lectora y la suelta de comas sin sentido. Recomiendo asimismo una dosis de paracetamol para evitar desagradables dolores de cabeza, no como producto de la discrepancia con lo que allí se pretende decir, sino por la imposibilidad de entender algo. Veamos un pequeño párrafo de un capítulo, denominado "El análisis Socio-Político de la Realidad Juvenil de Canarias" (las mayúsculas, por supuesto, no son mías): "Actualmente en el contexto social, los jóvenes canarios son los que sufren las mayores cotas de marginalidad y aislamiento en lo que respecta a las materias de categoría sectorial con las que intrínsecamente establecen relación. Consecuentemente, y por esta misma razón en muchas ocasiones el desarrollo y elaboración de los planes procedentes de las instituciones estatales, desconocedores en algunas ocasiones y desinteresados en otras de la complejidad de factores que constituyen la realidad social de los jóvenes canarios, carecen de la suficiente eficiencia y a veces se muestran contraproducentes". Uff, solo el hecho de reproducir tamaña ristra de frases huecas deja extenuado. Pido perdón por el esfuerzo lector, pero la realidad es así de dura. Bromas aparte, estas páginas reflejan, además, dos aspectos preocupantes. Por una parte, los retoños del nacionalismo ya se expresan como políticos avezados, como profesionales curtidos en la diaria batalla del calamar. Para que no se descubra la endeblez de su cuerpo, no paran de emitir chorros de tinta oscura, de proferir naderías, mientras parecen decir algo. Por otra, su ceguera ideológica –caso de que la tengan, la ideología, quiero decir– les impide reconocer que lo que critican es achacable, sobre todo, a la larga permanencia en el poder autonómico de sus mayores que, desde hace muchos años, tienen entre sus manos las competencias o incompetencias en materia de juventud. No sé, por desventura, si esos folios juveniles son la consecuencia de nuestro fracaso escolar, pero sí estoy seguro de que representan el empobrecimiento político de Canarias.
1 comentario:
El empobrecimiento político, humano e intelecyual. Ya no digamos del empobrecimiento del alma, de los sentimientos y de la propia sensibilidad.
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