Qué difícil es, hoy en día, que un bruto mantenga su
ignorancia. Va por la calle y, en cualquier
esquina, se encuentra con un conocimiento, con una noticia. La cultura y la información le acechan. Una persona que
no quiere ser informada ni formada, cuando ve que se acerca la formación o la
información, debe huir de ella cruzando de acera o echando a correr. Y esta
máxima (“enséñales y luego les gobiernas”) les funcionó magníficamente a los de
AIS durante largas décadas. Pero las cosas ya no eran como antes para estos
buenos alcornoques. Tras la pérdida de las elecciones en 2011, día tras día
hubieron de soportar la implacable persecución de formación, cultura e
información a través de la radio municipal, que pretendía (¡vaya despilfarro y
pretensión disparatada!) que la población en general, que los incluía a ellos,
se informaran y formaran de manera limpia. Y eso los alarmó. Porque de esa manera, la noble estirpe de los burros de AIS que con
tanto cuidado pretendían preservar, corría el riesgo de extinguirse, diezmadas sus
filas por la cultura, la información y otras calamidades. Porque esa
información que tanto cuidado tuvieron en eliminar, hoy en día, con un medio
como la radio municipal, podía diezmar sus propias filas con la cultura,
reduciendo las tinieblas y la ignorancia a su mínima expresión. Ahí tienen
ustedes los programas de educación, de música clásica, de agricultura, de
etnografía, de debates y tertulias de Radio Rambla. Cualquiera podía obtener explicaciones a lo
que acontece día a día cual enciclopedia antigua de Petete. Todo lo que usted
debe saber sobre cuestiones variadas al amparo de su casa y abriendo el dial
107.6, para que cualquiera se asome al mundo y se informe. Qué peligro, que
sepan más que los que aspiran a gobernarlos. Nuestros vecinos son personas de
bondadosa naturaleza y de sentimientos honrados. Pero nos hemos topado con
pajarones que prefieren quitarse un ojo por ver al vecino tuerto. Canallas y
pelandrunes que pretenden que la información y la participación es una suerte
de pecado que produce desórdenes.
-¿Pero cuál es el mal que hay en todo esto? – nos podemos preguntar-
¿acaso no es bueno que la gente sepa más, que se forme y se informe?
-Veamos -contestan los indoctos matarifes de la radio
municipal. Hay varias consecuencias lamentables en esta ilustración a destajo.
La primera es que los conocimientos son absolutamente incompletos. Porque los
conocimientos que deben saber los vecinos han de venir de la mano de la biblia
comentada que es nuestro pensamiento corrector, el de la AIS, ahora AIS-PP. Y la segunda
calamidad es que a los consumidores de tanta cultura e información la soberbia
les llega antes que la sabiduría. Y entonces nos encontramos -de golpe y para nuestra desgracia- con personas
que creen que saben y que en realidad no saben nada de lo que queremos que sepan. Porque en realidad, saber saber, los que
sabemos somos nosotros, los idiotas ilustrados. Por eso todo ha de filtrarse a
través de nuestra interpretación e, incluso, a través de nuestro medio, esa
fabulosa radio con esos fabulosos descomunicadores, gente que opina sobre todas
las cosas del universo sin conocer cabalmente siquiera una. Una legión nefasta que
contribuye día a día a la difusión del facilismo, postura mental que reduce
toda cuestión a los estrechos límites de una definición indigente. Así lograremos
un estruendoso éxito con las idioteces de cada día, y nos permitirá colocar a
buen precio las cuñas publicitarias para financiar la radio de Borges. Que ya
está bien de que la costee él solo. Y ya se sabe que los idiotas ilustrados
tenemos nuestro propio lenguaje, que en ausencia de otros medios, esperamos que poco
a poco empiece a conquistar a todos, sobre
todo porque nosotros, la morralla, la chusma al decir de don Manuel, tenemos una habilidad especial para imponer nuestros usos y
costumbres. Usos y costumbres que pretenden que
las entendederas de los vecinos permanezcan cerradas como una piedra de
granito, para satisfacción de nosotros, los mandamases actuales, y nuestros favorecedores/favorecidos.
Y ese es el resumen de los radiocidas. La defensa a ultranza de la ignorancia. O de una suerte que conocimiento, el suyo, que es lo mismo.
Y ese es el resumen de los radiocidas. La defensa a ultranza de la ignorancia. O de una suerte que conocimiento, el suyo, que es lo mismo.
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