La política con mayúsculas
significa, también, la participación
ciudadana. La forma en que los ciudadanos participan en el gobierno define una
política con mayúsculas o sólo justifican la palabra democracia. A nuestro
entender, la participación ciudadana es
el factor fundamental para un desarrollo democrático sostenible, y es el
elemento fundamental para que el sistema
democrático pueda definirse como representativo y participativo. La definición
de democracia enfatiza el que la soberanía reside en el pueblo, y que en ella
participan la mayoría de los ciudadanos y no unos cuantos, es decir, aparenta
trascender el modelo antiguo de democracia ligada al gobierno de la
aristocracia e, incluso, al formato del despotismo ilustrado de “todo por el
pueblo, pero sin el pueblo”. La democracia actual parece bascular entre dos formas
de participar: la directa y la representativa, que se plantean erróneamente, a
nuestro entender, de forma excluyente, como antagónicas, siendo, como son,
perfectamente compatibles. La democracia directa, por medio de las votaciones y
por medio de asambleas, y la democracia representativa, es decir, el decidir
través de las elecciones de los representantes de la ciudadanía, son
perfectamente compatibles y, además, con igual grado de representatividad. Sólo
hay que dotar de entidad y representatividad a las primeras, es decir, no vale
sólo con reunir a los ciudadanos en asamblea, de forma que sólo sean escuchados
por quienes luego van a tomar las decisiones. Es la representatividad de esas
decisiones y cómo son llevadas a las instituciones que toman tales decisiones
la clave.
La participación como concepto indica
la inclusión, en las decisiones de gobierno de opiniones y perspectivas
ciudadanas, de las agrupaciones sociales que conforman la sociedad en su
conjunto, con el fin de solucionar problemas de la sociedad. La participación
así entendida trasciende el mero hecho de las elecciones cada cuatro años como
modo de oir a los ciudadanos y pretender que esos mismos ciudadanos den carta
blanca a los representantes elegidos durante el período inter-elecciones. Así
lo hemos entendido nosotros, que nada más tomar el gobierno municipal,
comenzamos la ardua tarea de consensuar, por medio de la consulta ciudadana, un
modelo de participación donde todos y todas, por zonas a través de los consejos
vecinales, por sectores, a través de los consejos sectoriales y en su
globalidad, a través del consejo de la villa donde todos los anteriores están
representados, tienen voz ante quienes gobiernan en cada momento. También voz
individual ante el máximo órgano de representación, el Pleno, a través de la
posibilidad reglamentada de intervenir, al igual que los representantes
políticos, en el órgano de representación popular. Entendimos así el concepto
de participación mediante órganos representativos, que reúnen a personas con
intereses comunes para compartir opiniones y tomar acuerdos de manera conjunta
en asuntos públicos de índole política, económica y/o social. Entendimos y
creímos que era nuestra obligación entender y canalizar la participación
ciudadana, no sólo por medio de asambleas, sino sobre todo que esa
participación se plasmara en propuestas para la toma de decisiones a través de
órganos reglamentados que tuvieran entidad jurídica propia, y, por lo tanto, hablar
de participación ciudadana como un factor fundamental para una participación
sostenible y como elemento fundamental para fortalecer el sistema democrático
representativo y participativo, encaminado para consolidar la reforma, el
afianzamiento y la extensión delas instituciones democráticas y los procesos de descentralización de las
mismas. Nuestro modelo no se basa sólo en la extensión de la representatividad
ciudadana, sino que los propios órganos de participación actúan como elementos
de formación política y democrática, por cuanto
la democracia, a medida que se nutre de la participación de los
ciudadanos, lleva implícita la formación en el ejercicio democrático de los
mismos, dando lugar con su participación a que cada vez la propia participación
y los procesos democráticos sean de mejor calidad, de lo que al final se
beneficia la sociedad en su conjunto.
Por eso nuestra apuesta decidida
desde siempre ha sido la participación ciudadana de manera conjunta con la
democracia representativa a través de las urnas. Qué pena que los que nos
sustituyeron no lo entendieran así. Y qué pena que haya quienes se conformen
con asambleas cuyas decisiones al final no se sabe quién las asume, porque nada
obliga a los cargos electos a respetarlas. Seguiremos trabajando para que la voz
de todos y todas sea importante. Se nos va la sanidad democrática en ello.
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