No por conocida deja de
sorprendernos la declaración pública de quien se autodenomina vocero de AIS de
que cierta radio se creó “para cargarse a Fidela”. Y no voy a explicar de qué
medios se valió para hacerlo: insultos, mentiras, calumnias, …. Para qué voy a incidir en lo que es
archiconocido. Por lo único que merece la pena traerlo a colación es para
afirmar que ni se “cargaron a Fidela” ni se debe confundir esa basura con la
política. Confunden la crítica política con comportamientos tabernarios y de
lumpen, con perdón de ambos ámbitos. La política es crítica y contraste de
ideas. Criticar en política es proponer salidas convincentes para superar los problemas. Si no se dan alternativas a
aquellos aspectos que no nos gustan de las acciones de nuestros adversarios el
político deja de ser político y se convierte en un mero criticón vacío de
doctrina y visión política. El político criticón y destructivo,
afortunadamente, es un líder obsoleto que refleja no saber lo que se requiere
para mejorar su ámbito de influencia. Seguir esa ruta política es lo más inconveniente
para la sociedad. Por eso, la ciudadanía debe discernir con mucha calma y
profundidad qué clase de atributos políticos quiere que tengan los políticos
que aspiran a gobernarles y meditar con calma y objetividad cuáles son los
rasgos que demanda la actual etapa.
Lo que es seguro es que la crisis
que vivimos no puede ser superada con un político criticón y destructivo, que
hace ruido mediático sin agregar valor propositivo a sus cuestionamientos. El
político criticón puede plantear obras alternativas a las que sensata y
razonadamente, y en muchas ocasiones consensuadamente, plantean o plantearon
sus adversarios. Pero son obras alternativas que no son viables, o si lo son no
resuelven nada. Podemos poner variados ejemplos de los últimos 20 meses en SJR.
Lo que pretende en todo caso el político criticón es atraer votos, y para ello adopta una actitud
electorera maquillada con mal gusto. Pero ni siquiera esto es lo cuestionable.
Lo que inquieta es que el político criticón pretenda ir de yo no fui, cuando en
época reciente fue y fue mucho, el causante de los problemas actuales. Entonces,
las críticas sin dar soluciones concretas desvelan posturas débiles e
incoherentes, que intenta adobar y enmascarar con el ruido de sus críticas.
No es esto lo que se
necesita. Se necesitan políticos con
actitudes innovadoras, con voluntad para impulsar cambios estructurales que le
den un nuevo rumbo a nuestro desarrollo. Se necesita, además, que el político sea
realista, con un poco de visionario, con carácter para tomar decisiones y que actúe impulsando acciones
estratégicas que contribuyan al cambio, respondiendo a una sociedad que pide soluciones y acciones que impulsen la
democracia participativa, no con palabras, sino con acciones claras que hagan
transparentes los procesos para combatir la pobreza y la protección de la
ciudadanía. Nada de esto es compatible con actitudes mezquinas, de quienes se creen políticos pero
en realidad usan la palabra política de forma peyorativa. Mientras que el
político propositivo, visionario y progresista actúa con acciones que el pueblo
demanda, el otro no traduce su pensamiento en acciones porque no sabe ni quiere
aprender. Esto explica por qué una radio, que se pretendió al principio
municipal, cae en manos privadas, de un concejal espurio que la creó, no para
el debate político, sino para aniquilar al contrario. Por eso se han negado
siempre a debatir. Porque a falta de ideas, lo que hacen valer es la infamia. Pero lo cierto es
que el enriquecimiento está en el debate, en la confrontación limpia de las
ideas y de los proyectos. Política propositiva no implica no discutir, incluso significa
discutir fuerte. Las discusiones políticas que importan son las discusiones
políticas fuertes. Cuando se elude la discusión política fuerte, en realidad se
elude el debate político. Y entonces
aparece la infamia: la descalificación, las mentiras, los insultos, los shows,
los panfletos… y las radios creadas para “acabar con Fidela”. Triste forma de
hacer política. Que no hace que me afecte personalmente, pero sí que me
indigne. Porque es indignante que, en lugar de hacer política de la buena, el
único objetivo sea acabar con el adversario. Enfadarme no me va a hacer pensar
más y mejor por el municipio, pero reaccionando con indignación ante lo espurio,
ante lo mezquino, ante la política basura, ante la falta de propuestas y objetivos,
ante la falta de soluciones a los problemas del municipio que es ante lo
que se tiene que reaccionar con indignación, sí. La indignación moral es un
sentimiento sagrado. Y hoy estoy indignada. No por lo que dicen que me han
hecho a mí, sino por lo que han dejado de hacer en el mismo tiempo por mis
convecinos. Eso si que es indignante.
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