LOS ESCRACHES Y EL NAZISMO DE LOS MALCRIADOS QUE DICEN GOBERNARNOS O AHORA ES QUE NO ME VOY

El  alcalde de SJR (y sus tiralevitas) se ha vuelto moderno: ahora hace escraches. Pero no los escraches que hacen las personas que, hartas de los privilegios y la falta de reacción de los poderosos, se manifiestan contra ellos para protestar contra decisiones o manifestaciones injustas, no. Él (y sus cómplices) hace escraches contra los que debían hacerle escraches a él, pero no se los hacen por respeto institucional. Primero mandó a hacer escraches a su claque, escraches de personas que nos gritaban que nos fuéramos, por fuera del salón de plenos. Hasta que pasamos a la acción y denunciamos a una de esas personas. Aquello se detuvo durante un tiempo, y ahora ha vuelto a la carga ante la mirada impávida de sus socios de gobierno que parecen disfrutar con la situación del energúmeno gritando desaforadamente a una ciudadana, representante de la mayoría del municipio, conminada a gritos a irse de su representación y del pueblo. No recuerdan estos energúmenos que lo que me dicen (tanto el que tiene la voz, como el que calla) dice más de ellos que de mí misma.

Los escraches de los más vulnerables contra la autoridad que no los defiende son un ejercicio de autodefensa. Los escraches de la autoridad que no ejerce dignamente como tal,  es nazismo puro. Yo no sé si quien dice ser alcalde de SJR y sus socios (cada vez los reconozco menos como tal) saben quién fue Joseph Goebbels, el principal responsable de la comunicación del III Reich, un régimen que comenzó lanzando a los ciudadanos al ataque contra los diferentes y que todos sabemos cómo acabó. No sé tampoco si saben el significado y el alcance de la palabra nazismo. Pero les voy a dar unas claves, de forma que vean de qué manera su comportamiento y sus escraches se parecen con aquel modelo que todos quisiéramos que no hubiera existido jamás.

Goebbels es el padre de la famosa frase “si una mentira se repite con frecuencia, acaba por convertirse en verdad”. Por tanto, esa frase que el alcalde enuncia y que sus socios aplauden con las orejas, la frase de “márchese del pueblo” seguramente la enuncia porque estima que la que suscribe va a llegar hasta el hartazgo y se va a ir. Pues va a ser que no. Usted querrá ser un Goebbels  ramblero, pero no llega a ser más que un goebbelito chiquitito, un remedo, una maqueta. Y las maquetas y las imitaciones dan lástima. Así que cambie su esquema mental, porque de imitador no se ganaría la vida.

En la Alemania nazi, cuando las noticias que llegaban de los frentes no podían esconder la derrota, este ministro apeló a la solidaridad, la confianza y la voluntad de vencer. Y no sólo eso, sino que siguió haciendo creer al pueblo que la victoria llegaría. Ese partidito que usted ha creado, para esconder que su partido de origen lo ha echado, avergonzado de su conducta, y esos “palabros” risibles que se ha inventado y que tanto juego le está dando a la imaginación popular, recuerda mucho a esta actitud de avestruz de la última etapa del nazismo.

Los principios de la política de comunicación del tristemente famoso Goebbles, sin ustedes saberlo (usted y sus cómplices), los practican a pies juntillas. Y les digo algunos:

Simplificar todos los enemigos en uno solo. El enemigo a batir es Fidela, así lo han decidido. Y todos los ataques, todos, van sobre mí. Pero ya no cuela la imagen que han querido dar de mí durante años. Y ya no cuela porque la gente es más inteligente que ustedes. Ante una persona a la que conocen y una imagen distorsionada, eligen la persona.  Arrecian ahora porque han visto cómo el que resiste gana, y eso nos ha hecho recibir el cariño y el apoyo popular de forma creciente. Por eso ya no cuela.

Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque (real o previsible) con el ataque. O sea, eso de “y tú más” de quien se defiende atacando, de quien teniendo cosas que esconder pretende que los demás sean iguales. Y no lo somos. Recibir una donación de un familiar para el municipio no es lo mismo que abrir las arcas para la familia o llevarse una pala municipal para roturar una finca propia o del padre de una novia, por poner dos ejemplos.

Principio de exageración. Cualquier medida, propuesta, demanda o anécdota, por pequeña que sea, se convierte en amenaza grave. Y si no existe, se inventa. Ejemplos, miles en los últimos dos años, que van desde tergiversar lo que decimos a, mucho más grave, usar infortunios familiares personales para atacarme.

Difundir argumentos inventados que puedan tener base en actitudes primitivas. Los anónimos que propagaron manos anónimas (o no tanto, usted sabe…) fomentaban, con mensaje muy simple, el odio y la repulsa. Pero no colaron, y entonces decidieron usar otra táctica.

Llegar a convencer a mucha gente que no está sola, que piensa como todos, creando una falsa impresión de unanimidad. Así dice que esa actitud xenófoba y nazi que usted enarbola y que sus socios aplauden es compartida por vecinos y socialistas.

Así que le repito: aparte de que es usted patético, y debe mirarse en un espejo alguna vez, si es que cabe, va a ser que no. Por mucho que usted lo grite, por mucho que sus socios lo aplaudan con las orejas, no me voy a ir. Por varias razones: porque soy más de SJR que usted y lo soy desde hace más tiempo, porque cuanto más me lo diga un personaje como usted más convencida estoy de que no me debo ir y porque quiero más a SJR que usted, sobre todo porque cuando vine lo hice para servir y usted y sus socios vinieron para servirse y resolver sus problemas. Así que ahórrese los gritos y las consignas. Ahora es que no me voy.