martes, 22 de mayo de 2018

SANDRA O PAREN EL MUNDO (DE LA POLÍTICA) QUE QUIERO BAJARME



El 8 de marzo de 2013 me felicitaron, y felicitaron a todas las mujeres de bien, con un nauseabundo panfleto que define a quienes hicieron alarde de su maldad e indignidad. Se repitió varias veces. Mis vecinos, ese día, hicieron lo único que puede hacer una persona de bien: reunirse para manifestar su repulsa, como pueblo, ante la gran ignominia. Se los agradecí, y juré que no iba a dejar sin respuesta ningún hecho similar. Estos hechos, normalmente, se perpetran contra mujeres. Y hoy ha vuelto a pasar.
Sandra no es de mi partido. No es mi amiga. Creo que nunca he cruzado una palabra con ella. Ideológicamente nos separan más cosas que las que nos unen. Pero hoy se han traspasado todos los límites con ella. No obstante, estas conductas, por dolorosas que sean para la destinataria, definen más a quienes las hacen que a quien es atacada. Es normal que la gente no quiera acercarse a la política. Aunque se dice que el cargo con la carga, o que todo va dentro del sueldo, ser atacada de manera tan vil no es pago. Y, desde luego, el entorno de la persona agredida, que normalmente no tiene relación con la política activa, sufre doblemente.  
Hoy yo soy Sandra. Sin ser su amiga, sin haber hablado nunca con ella, sin compartir ideológicamente mucho, me siento como si fuera ella. Y recuerdo aquel terrible 8 de marzo, y los ataques posteriores. Y todos esos voceros que hacen de la política una ciénaga repulsiva, contaminando lo que tocan, porque son muestras en vida, seres abominables que han basado su medio de vida en lo más repugnante del ser humano. 
En casa de mis abuelos alguna vez se comentaba un hecho desgraciado de la vida de una persona. Pero se contaba bajito, a veces cerrando la puerta, y con la severa advertencia de mi abuela: "esto se queda aquí". Y allí se moría. Eran tiempos de respeto vecinal, respeto que comenzaba por uno mismo. Añorados tiempos, para quienes deseamos bajarnos del mundo de la política entendida como una basura. Y querríamos gritar que paren este mundo. Para bien de la política y de nuestro pueblo. Hoy, repito, yo también soy Sandra.


No hay comentarios: