EL ESTUPOR DE LAS ÚLTIMAS
CONVOCATORIAS DEL CONCURSO OPOSICIÓN PARA EL ACCESO A LA FUNCIÓN PÚBLICA
Tras
haber superado a lo largo de mi vida dos procesos selectivos para ser
funcionaria docente y haber formado parte de la organización y de los propios
procesos selectivos, tengo que confesar que los procedimientos selectivos de
los últimos años me han causado, como mínimo, estupor. Parece lejano el año
2016, en que los opositores de secundaria sabían que se iban a enfrentar a un
ejercicio práctico, pero que hasta prácticamente el momento de matricularse, un
par de meses antes, no supieron en qué consistía y que se diferenciaba mucho de
los prácticos de otras comunidades autónomas. Pese a que mi criterio es que
esta modalidad de práctico (supuesto
práctico de desarrollo de una situación educativa) se ajusta más a las plazas
que se ofertan y me parece una decisión afortunada, no haber informado con tiempo suficiente a los
aspirantes me pareció una falta de respeto a quienes, de forma esforzada,
estaban preparando sus oposiciones con mucho tiempo. Así las cosas, ni siquiera hubo el tiempo
suficiente para instruir a los tribunales, y ellos a su vez a los aspirantes de
su tribunal, de las características y los criterios de corrección. El estupor de muchos opositores ante el supuesto que tuvieron que defender, a lo que se sumó la gran diferencia de criterios
de unos tribunales a otros, hizo que la
frustración fuera generalizada en casi todos los tribunales.
Pensaba,
erróneamente, que de esa experiencia la Consejería de Educación iba a sacar
enseñanza suficiente para que el proceso de 2018 fuera considerablemente mejor.
Las cosas pintaban muy bien. El PP a nivel nacional había impedido a
partir de los presupuestos de 2012 el acceso a la función pública docente para
dotar aquellas plazas (muchas, dada la pirámide de edades del profesorado en
ejercicio) que iban quedando vacantes, dejando la tasa de reposición (cobertura de plazas vacantes) en sólo un 10%. No obstante, en los dos sucesivos procesos
electorales generales recientes, se acordó de este importante colectivo (profesores
interinos y sustitutos y aspirantes), y cambió de un plumazo una tasa de
reposición de apenas un 10% (lo que había hecho que las Comunidades Autónomas
no sacaran esas mínimas plazas, porque no era rentable) a la posibilidad de
ofertar el 100% de las vacantes. Era el momento esperado por muchos profesores
y aspirantes a profesores que desde hacía años se preparaban para el acceso a
la función pública. Tras este anuncio, que se correspondía con las bases de
Ejecución de los Presupuestos Generales del Estado de 2018, la Consejería de
Educación se aprestó a hacer su oferta. Una oferta muy buena, que compensaba
los años de sequía que sucedieron a 2010, último año en que se convocaron
plazas equivalentes a las vacantes reales. La ilusión y el entusiasmo de los
opositores fue magnífica. Hacía mucho tiempo que no veía a profesores interinos
y sustitutos y a aspirantes preparar con tanto entusiasmo los temarios y las
tres partes de competencia profesional.
PRIMER ERROR: UNA VEZ PRESUPUESTADAS,
SE REDUCEN LAS PLAZAS PRÁCTICAMENTE A LA MIITAD
Esta decisión, altamente
perjudicial para todos, pero especialmente lesiva para los aspirantes aún no
incorporados al sistema, no tiene ningún sentido. Siendo la tasa de reposición
del 100%, y afectando a Cuerpos que por primera vez, desde 2012, tenían una alta
precarización del empleo (más interinos que en Primaria), y habiendo sido
presupuestadas 2041 plazas, de repente se reducen a 1160. Las preguntas son,
¿por qué no se ejecuta la ficha económica aprobada en los presupuestos de la
CAC para este fin? ¿es sensato, tras tantos años sin convocar plazas, que se
reduzca de esta manera la oferta pública de empleo?
SEGUNDO ERROR: EL PROFESORADO
INTERINO Y SUSTITUTO NO ESTÁ OBLIGADO A PRESENTARSE, PORQUE CONSERVA SU PUESTO
EN LA LISTA. COROLARIO: EL PRESENTARSE, A QUIENES AÚN NO EJERCEN, INCLUSO
APROBANDO EL PROCESO, NO SIRVE DE NADA SI NO SE OBTIENE PLAZA, PORQUE, AL CONTRARIO QUE EN AÑOS
ANTERIORES, ESTUDIAR Y PRESENTARSE NO TIENE COMO PREMIO FORMAR PARTE DE LA
BOLSA DE EMPLEO DEL PROFESORADO
Cierto es que el profesorado en
activo está preparado. No me cabe la menor duda. Todos tienen su titulación, y
lo que abunda en ello, se han formado en el ejercicio profesional. Si lo
negara, cuestionaría también al profesorado de los centros concertados y
privados que no pasan por proceso selectivo alguno. Pero no se trata de eso. Se
trata de que nuestro sistema educativo tiene como modelo de acceso el concurso
oposición. Por ahí hemos pasado todos. Si hubiera otro modelo, ese sería el sistema.
Pero hoy por hoy, es el concurso oposición el método para seleccionar a los
funcionarios, en nuestro caso, docentes. Y el concurso oposición ha de garantizar los
principios de igualdad, mérito y capacidad. Mucho profesorado interino y
sustituto, cuando se supo que no habría cambios en la bolsa de empleo y que no
estaban incluso, obligados a presentarse, dejaron de preparar la oposición. Independientemente al daño causado a los aspirantes no docentes, para este profesorado también es un fraude, porque más pronto que tarde las plazas han de salir (incluso, tal vez, a
través de la vía legal, con muchos visos de salir adelante), y se les ha
hurtado la posibilidad de consolidarla (a veces la supuesta comodidad es una
trampa). La pregunta es: ¿Dónde queda el principio constitucional de igualdad en el acceso a la
función pública en los considerandos uno y dos? No hay igualdad posible entre
quienes actualmente están en una bolsa de empleo inamovible, que no se
cuestiona porque no se sacan las plazas que esa bolsa cubre, y quienes quieren
entrar en el sistema. Tampoco hay igualdad cuando se queda fuera del sistema
quien participa, e incluso aprueba, y quienes no participan continúan en el sistema, sin más mérito que ocupar la plaza. La igualdad brilla
por su ausencia, y ya no hablemos de la equidad. El sistema de acceso a las
listas, sin ser perfecto, garantizaba la igualdad entre los aspirantes, fueran
o no docentes en ejercicio. Conozco casos de personas que han aprobado hasta
tres veces las oposiciones, la primera sin oportunidad de entrar en las listas,
la segunda ya se le dio la oportunidad y la tercera, con el plus de la puntuación
en la fase de concurso, por fin se hizo funcionaria. ¿Por qué se cambia arbitrariamente
un sistema que había demostrado sus bondades a la hora de garantizar un mínimo
de igualdad? Un cero en la defensa de ese principio constitucional a nuestra
Consejería de Educación.
TERCER ERROR: LA PROPIA OPOSICIÓN
En los considerandos anteriores,
puede parecer que defiendo a los aspirantes que pretenden acceder desde fuera
al sistema, y en este considerando verán que no hay tal. La oposición tiene
tres ejercicios bien diferenciados: el primer examen consta del desarrollo de
un tema del temario y del desarrollo de un supuesto práctico docente, y el
segundo, la defensa de una programación y una unidad didáctica o situación de aprendizaje.
Me viene a la cabeza el título de un
fantástico libro sobre la docencia titulado “Para enseñar no basta con saberse
la asignatura”. Y siempre he completado el título añadiendo “pero hay que
sabérsela”. Dentro de esta estructura hay una parte de conocimiento de la
materia y otra profesional. La de conocimiento de la materia es el desarrollo
del tema. La competencia profesional está en el desarrollo “exnovo” de un
supuesto, en el primer ejercicio, con tiempo insuficiente, y sujeto a aleatoriedad y la defensa de la
programación y una unidad, preparadas a conciencia, que es el segundo ejercicio al completo. Un profesor
muy bueno puede flojear en el primer examen. No quiere decir que no se sepa el
tema, porque es lo que enseña, pero seguramente no lo desarrolle a gusto del
tribunal o con la brillantez que espera, sobre todo si pretende el tribunal
hacer la criba mayor en este examen. Consecuencia: aspirantes con fantásticas
programaciones se quedan fuera. Esta situación se da especialmente con el
profesorado en ejercicio, porque por motivos obvios, tienen menos tiempo para
preparar los temas. El modelo de 2010 era más equilibrado, y atendía más a los principios de mérito y capacidad.
¿Por qué se dejo de considerar el examen como un todo? No hay explicación
racional. Este formato solo beneficia a los tribunales, que acaban más rápido,
sobre todo si la criba la realizan en el primer ejercicio.
EN DEFINITIVA. ESTUPEFACTA Y
TRISTE POR EL RESULTADO Y LAS CONSECUENCIAS DEL ÚLTIMO PROCESO SELECTIVO PARA
EL ACCESO A LA FUNCIÓN DOCENTE.
Conclusión:
Creo que existen alternativas. Aunque
tengo mi criterio, estudiarlas y hacerlas viables es competencia de la propia
Administración y los colectivos afectados, quienes han de abordar este problema
de frente y dar respuesta a las provisión de plazas de un cuerpo, el de
docentes, que tan importante es para la sociedad. El futuro y la paz educativa
dependen de ello.
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