PAPADA 2009

En medio de la histórica y acogedora plaza de doña Rosario Oramas, un lugar donde se mezclan siglos de historia, el pasado sábado 27 de Junio se reunieron más de 500 personas, vecinos y allegados, todos y todas acompañando la celebración de los cincuenta años de la primera papada, expresión por excelencia del buen convivir ramblero.

Una comisión que, durante la tarde-noche, distribuyó mesas y sillas, resolvió problemas, adornó originalmente, alegre y organizadamente, sin dejar de sonreír en medio del caluroso sol de la tarde del sábado, que no fue ningún obstáculo para dejarse apabullar, porque el trabajo arduo de los últimos días, la excelente fiesta con las que nos han obsequiado los jóvenes y el aniversario referido, bien valía el sacrificio.
En la plaza, resaltaban carteles con frases alusivas a los cincuenta años, y en la noche, los grupo familiares o de amigos se animaban con el derroche de comidas típicas, buen humor, armonía, convivencia y un vídeo magníficamente montado, factores todos que contribuyeron a la mejor celebración y alegría de esta tradicional celebración comunitaria.
A muchos nos sigue sorprendiendo y admirando la capacidad de involucrarse de nuestros convecinos de San Juan, que hace que eventos de notable dificultad salga magníficamente con el sólo concurso vecinal, donde todas las manos se aúnan para dar unos resultados extraordinarios. Hay que manifestar la importancia de continuar apostando por el trabajo para la movilización social, tomando como referente la meritoria capacidad de trabajo, convocatoria y toda la fuerza de un colevctivo vecinal valiente y esforzado, que ha conseguido mantener sus tradiciones pese a todas las dificultades, y que apuesta por la construcción (en algunos casos reconstrucción) de un municipio que respete y defienda la diversidad como elemento enriquecedor, por una verdadera convivencia ciudadana y por ende por una mejor calidad de vida.

Gracias a mis convecinos por el ejemplo, gracias a la comisión por hacer posible, un año más, este modelo magnífico de convivencia y gracias a los participantes de la mesa socialista por ese espíritu de hermandad, colaboración y buena disposición que hizo que, incluso, cuando vimos que el número de comensales desbordaba nuestras previsiones, todos y todas estuvieran dispuestos a montar y usar una mesa complementaria, donde tampoco faltó el buen humor y la alegría. Gracias, por supuesto, y sobre todo, a Carmen y a cirstóbal, auténticos artífices de una organización que cuidó hasta el míninmo detalle.